Samuel El Hijo De Un Ceo

1 - La Decisión De Sabella.

Sabella Leone recogió sus cosas de su escritorio de trabajo para dejarlo libre. 

Era su último día de trabajo en la empresa dedicada al diseño y planificación de bodas de la familia Romano. Se decía que la familia Romano era una de las familias más importantes de todo el país, con numerosos negocios en distintos lugares del mundo, pero que era esta su empresa más conocida debido a su joven y apuesto Ceo, uno de los nietos de la familia Romano. 

 

— Que tristeza que te manches. — Lamentó Martha, secretaria y asistente del Ceo de la empresa. — Ahora con quién hablaré de los problemas que el presidente me da. 

 

— Me puedes llamar, Martha, sabes que siempre te escucharé y te orientaré en lo que pueda. — Le contestó Sabella, cogiendo la caja con sus cosas y caminando hacia la puerta de la oficina. Se paró al cruzarse con algunos de sus compañeros de departamento, ellos eran los encargados de los pequeños, pero no menos importantes, detalles de una boda.

Sabella vio a Martha seguir de largo e ir hacia el ascensor. 

 

— Te echaremos de menos, Sabella. — Dijo apenada una de sus compañeras, y los demás asistieron. 

 

— Si en algún momento necesitas volver, solo tienes que ponerte en contacto conmigo. — Habló el jefe del departamento. 

 

— Muchas gracias, director. — Agradeció Sabella con cortesía y sonrió, sabía que nunca más volvería a trabajar. 

Sabella decidió dejar su trabajo para tener un hijo y poder dedicarse exclusivamente a criarlo, no estaba casada, tampoco tenía novio y ni siquiera había un pretendiente en su vida pero, decidió que era el momento de tener un hijo, ¿Cómo? Fácil, se sometería a un tratamiento de inseminación artificial para quedar embarazada. 

 

 

En una cafetería, Sabella miró a sus dos hermanos sentados frente a ella y aferró con fuerza su taza con café, respirando profundamente. 

 

— ¿Sabella, te ocurre algo? — Preguntó su hermano Tomás Leone. Sabella asintió, antes de abrir la boca para dejar salir lo que quería contarles, las palabras que tanto le costaba pronunciar. 

 

— Me someteré a un tratamiento de inseminación artificial. — Al contarlo, Sabella se sintió liberada, quería convertirse en madre y tener un hijo pero no quería atarse a ningún hombre, por ello la inseminación artificial fue su mejor opción. 

Su hermana Stella golpeó la mesa con su mano. 

 

— ¿Te encuentras bien de la cabeza? ¿Cómo pretendes tener un hijo así? — Estalló Stella contra ella y apretó su puño con rabia, estaba enfadada, definitivamente no comprendía a su hermana menor. Tomás intentó tranquilizarla. 

 

— Stella… — La llamó. 

 

— Es mi decisión. No os estoy pidiendo permiso, solo quería que mis hermanos supieran mi decisión. — Aclaró Sabella y de nuevo respiro profundamente. Cuando Tomás se acomodó en su silla, mirándola y proponiéndole. 

 

— No tiene que ser así, yo puedo prepararte una cita de compromiso con alguno de mis amigos. — Le dijo Tomás y extendió su brazo para agarrar la mano de su hermana. 

 

— No lo entiendes, Tomás, lo que yo quiero es ser madre, no casarme. No quiero un matrimonio arreglado. — Respondió Sabella, no sintiéndose apoyada por sus hermanos. — El año que viene cumpliré veintinueve años y no quiero perder el tiempo para ser madre. 

 

— Por eso has dejado tu trabajo de pronto, para ser madre. — Interpretó Tomás. — ¿Crees que el abuelo aceptará que tengas un hijo así? Ni siquiera sabremos de quién será. 

 

— Esa es la razón de someterme a un tratamiento de inseminación. — Contestó Sabella. — No quiero a nadie a mi lado, ni al lado de mi hijo. 

 

— Entonces deberías aceptar que el hijo que tengas no sea bienvenido en la familia. — Dijo Stella que se levantó de la silla y miró a Tomás. — Aquí hemos acabado. Vámonos. 

Stella caminó hacia la puerta de la cafetería, mientras que Tomás se vio superado por la situación en la que se encontraba. 

 

— No le hagas mucho caso. — Le pidió Tomás a Sabella y ella asintió. 

 

— Pero… Sé que el abuelo no aceptará que tenga un hijo siendo madre soltera. — Reconoció Sabella, sintiendo entonces un cálido beso de su hermano en la cien. 

 

— ¿Desde cuándo te ha importado eso? — Le preguntó Tomás que le sonrió y Sabella más animada, le devolvió la sonrisa. 

 

— Tienes razón. Gracias, hermano. — Le agradeció Sabella. Tomás cogió su abrigo y la miró. 

 

— Si cambias de opinión podemos arreglar un matrimonio. — Se ofreció de nuevo, pero Sabella negó con la cabeza y se levantó de la silla. — Llámame cuando sea tío. — Le pidió Tomás. Sabella se sintió agradecida de que, a su manera, su hermano sí la había apoyado, aunque, no era que ella necesitara el apoyo de su familia, nunca lo había hecho y ahora menos. 

 

— Claro, así lo haré. — Respondió Sabella y se quedó allí, observando a su hermano marcharse y como nada más salir de la cafetería, Stella se le acercó hablando furiosa. 

Sabella se dio cuenta entonces de que en adelante lo tendría muy difícil con los miembros de su familia.

 



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En el texto hay: familia, romance, millonario

Editado: 27.05.2022

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