Sangre Codiciada

XXIV

"A veces es mejor quedarse con las ganas de saber algo, que desatar todo un caos en tu mente."

 

          Lo siguiente que me dijo Osmon me dejó sin palabras. Hubiera jurado que era cualquier otra cosa menos aquello. 

—Bien… El juramento consiste en su mayoría que entregaremos nuestra vida a… —Lo vi dudar por unos segundos, me hizo sentir mal por ello, hasta le fui a decir que no me contara nada, pero lo dijo —. A protegerte de todos los que te quieran hacer daño. No somos monjes normales por así decirse. En realidad, no estoy seguro de lo que somos. Yo solo sé que los que estamos aquí llegamos a este mundo con un solo propósito, protegerte hasta que cumplas tu destino. Nacemos con ciertas habilidades que nos permiten ser tus protectores, el templo nos ayuda a desarrollarlas y a controlarlas también.

          Me quedé mirándolo. No sabía qué decir. Abrí mi boca para decir algo, pero al instante la cerraba. Juro que esperé cualquier cosa menos eso. Yo no era tan importante como para que hubiera tantas personas dispuestas a ¿protegerme?

—¿P-protegerme de qué? —Fue lo único que alcancé a decir.

—De cualquier cosa que te quiera hacer daño y evitar cumplir tu destino o propósito como le quieras llamar —dijo, restándole importancia, mientras sonreía dulcemente —. Qué sepas esto no tiene por qué cambiar algo entre nosotros o con los demás. Aquí todos estamos porque queremos y lo deseamos. Para esto nacimos y nos entrenamos, por así decirse, en el templo.

—Pero yo no soy tan importante para que dediquen su vida a algo como eso. ¿Qué es lo que tengo yo para que quieran dedicar su vida a protegerme? No entiendo… A ver tú, hemos sido amigos de toda la vida. Siempre hemos andado juntos y hasta donde recuerdo eso de que quisieras entrar al templo, como monje, fue una cosa de un día para otro, no fue algo que tu estuvieras diciendo todo el tiempo —Para mí yo era una persona como cualquier otra, alguien común, nada del otro mundo para necesitar que todo un templo me proteja.

—Es cierto, nunca había mencionado el tema hasta ese día, pero si tienes buena memoria, cosa que no es así… —dijo entre risas.

—¡Hey! ¡No es mi culpa! Yo trato… —"me defendí", entre risas igual que él.

—Recordarás que ese día casi mato a mi primo y a Cristian por hacerte llorar porque te habían asustado —Lo miré confundida tratando de recordar, pero nada, así que negué. Él rió por lo bajo, despeinando mi cabello, antes de tomar mis manos y mirarme con dulzura —. Bueno mi reacción ese día no fue normal. Sentía unas enormes ganas de protegerte de personas como Nad y Cris, a pesar de que solo había sido una broma de niños. Recuerdo que uno de los monjes más longevos me apartó de todos y habló conmigo.

          Estaba tratando de recordar aquellos detalles, pero absolutamente nada me venía a la cabeza. Aunque si recordaba como Osmon venía caminando junto al monje antes de decirnos que a partir de ese día sería parte de ellos. Nunca lo había visto tan feliz por lo que a pesar de que me pareció muy raro, lo felicité alegre por aquello.

—Continúa… —le animé.

—Él me explicó que eso que estaba sintiendo era normal. Qué tú eras una niña muy especial y que niños como yo debíamos protegerte. Que mi enojo hacia mis amigos y mis ganas de que absolutamente nada te pase y siempre estés bien era producto de eso. También me explicó que mis habilidades para defenderme, a pesar de no haber tomado ninguna clase, y mi agilidad eran parte de eso.

《Recuerdo que me dijo que me quedara en el templo, que allí me enseñarían a tener paciencia y a controlarme, como también me ayudarían a desarrollar mis habilidades, para si algún día realmente llegaras a necesitarme, estar preparado para protegerte. Obviamente acepté sin pensarlo dos veces y bueno aquí estoy, frente a mi pelirojita en peligro. No conozco la historia de todos, pero esa es la mía —Con una mano acariciaba el dorso de mi mano y con la otra mi mejilla. 》

—E-esteee no sé qué decir… Nunca imaginé que esa fuera la razón. —No sabía que responder a aquello. Siempre me lo había imaginado como que había sentido un llamado del más allá o algo así. —Yo no soy alguien especial, ni importante para que ustedes sientan eso por mí —le dije, evitando su mirada.

          En ese momento me separé un poco de él rompiendo aquel contacto que teníamos. Miraba a la nada pensando en cientos de cosas. Ahora muchas cosas tenían sentido. La razón por la que me dejaban estar junto a él, inclusive que nos permitieran abrazarnos. Que me dejaran quedarme junto a ellos. Que incluso en los primeros meses de su entrenamiento, transición o como se llame, solo yo podía verlo y compartir tiempo con él. Pero igual me seguía pareciendo absurdo.

—Si eres especial. Muy especial. Eres la niña más especial que existe en este mundo. Yo no te puedo decir todo aún, pero quiero que sepas que todos estamos aquí para ti. Que pase lo que pase no te vamos a dejar sola y no dejaremos que nadie te haga daño. Eres el ser más importante y especial que ha existido o tocado este planeta. Que eso nunca se te olvidé, mi princesita pelirojita —Había tomado mi mandíbula entre su dedo pulgar e índice y había hecho que lo mirara directo a los ojos.

—Que aún me tengas secretos me desespera. ¿Sabes eso no? —comenté rendida.

          Lo que me había dicho era muy lindo, pero seguía siendo algo que no comprendía del todo. 

—Si, lo sé, pero todo a su tiempo y aún no es el momento para que sepas todo, muchas cosas tienen que pasar antes —Dicho esto se paró de la cama y le echó un vistazo a la habitación—. ¿Duermes arriba o abajo?

—Déjame pensar… si duermo arriba corro riesgo de caerme, ya sea subiendo o bajando o durmiendo. Si duermo abajo corro él riesgo de que esta cosa se caiga y me aplastes. Cualquiera de las dos suena muy doloroso, así que escoge tu —dije enumerando cada una de las cosas con un tono de muchísima seriedad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.