Sangre Codiciada

XXX

"En el mundo real, el que no se mantiene alerta, no sobrevive, pero estar demasiado alerta no es vivir y encontrar el balance, es complicado"

 

—Para, para, te dije una, no que me dispararas con todo lo que tenías —bromeó entre risas—. Lisa es la única "normal" entre nosotros. ¿Hablas de Angie? Ella es una de nosotros y hermana del chico que viste ser asesinado.
—Espera, espera, ¿qué? ¿Entonces por qué rayos Nad mandó a matarlo? Si era uno de ustedes como dices… ¿No que entre ustedes no se matan? ¿Qué son como una gran familia o algo así? ¿O eso es nada más en la literatura y las películas? No entiendo nada… —Estaba confundida al tope.

         Si ese chico era parte de ellos, Nad no tenía por qué hacer eso, él no era así.
—No eres la única… Cuando le pregunté por qué lo había hecho no me quiso responder. Lo único que me dijo fue que era por tu bien y que no me metiera en eso, que no era mi problema. Sabes que cuando él dice que no, es no y nadie excepto tú o Cristian ha logrado que cambie de opinión —Eso era cierto, Nad era alguien muy difícil para hacerlo cambiar de opinión.
—Con cada cosa que me cuentas me enredo aún más. Tal vez no sepa ni un cuarto de la vida real de ustedes, pero de algo estoy segura, o bueno, casi segura, y es que Nadeem nunca te mentiría y nunca le haría daño a alguien solo porque sí —Si bien me estaba dando cuenta que no conocía tan bien a mis amigos como creía, sabía que ninguno lastimaría a un inocente.
—De eso puedes estar cien por ciento segura. Nadeem es incapaz de hacer algo como eso sin una justificación válida, aunque sus últimas compañías no sean las mejores…—afirmó Osmon sin dudarlo ni un segundo, sin embargo, lo vi quedarse pensativo a lo último.
—Los hermanos Miller son vampiros, ¿cierto? Digo por la forma en la que la tal Angie me hablaba de ellos y como los que andaban con ella los miraban, como enemigos a muerte… —Poco a poco iba haciendo memoria de las cosas que viví y vi en esos días.
—Digamos que son tan peligrosos que si tuvieran la misma influencia que tienen Tran o Russo serían muchísimo más temidos y "respetados" que esos dos juntos, por eso ella te lo advertía —La cara de miedo y asco que puso hizo que se me helara la sangre—. Y sí, son vampiros… Digamos que no es común ver a un lobo tomando sangre como si fuera vino, también lo hacemos, pero es algo que preferimos evitar a toda costa —Mi cara de asco total le hizo reír a carcajadas.
—¿Cris y Math que son? ¿Lo…? —Fui interrumpida por el altavoz.
—Necesitamos que todos los tripulantes se reúnan en el gimnasio en este preciso instante. Repito. Necesitamos que todos vayan al gimnasio en este preciso instante, sin excepciones… —Y siguió repitiendo esto hasta que todos estuvimos reunidos en el dichoso lugar.
—Los hemos llamado aquí porque dentro de quince minutos necesitamos que tengan todas sus maletas hechas. Desembarcamos en breve y no tenemos tiempo, no podemos dejar que las autoridades nos descubran o peor, nuestros enemigos. A partir de aquí hasta que lleguemos a nuestro destino estén alerta, no crean en nadie y den la menor información posible, hay que llegar a tierra firme en silencio y rápido, no se separen, ni se alejen del grupo por ningún motivo. Ahora vayan, no hay tiempo —anunció uno de los monjes mayores.

         Y como si nos hubieran dicho que había una bomba en el barco todos recogimos nuestras cosas a velocidad luz. En menos de diez minutos ya estábamos todos en la cubierta del barco esperando más órdenes.

—¿Quién diría que tu estarías lista en tan poco tiempo? —susurró en broma Osmon.
—Lo que hace pasar tanto tiempo con ustedes…
—¿Ya estamos todos? —preguntó el monje mayor—. Bien. Estamos lejos de tierra firme para que no nos detecten por lo que tendremos que caminar hasta la orilla. Cuiden sus cosas y a los demás, tenemos que llegar todos con todo. Cualquier pérdida puede comprometernos y acabar con la misión. Manténganse alerta todo el tiempo, cualquier cosa inusual, repórtenla —Su tono de voz exigente y preocupado daba miedo, era como si supiera que algo muy malo iba a pasar.

         Todos seguimos sus instrucciones. Poco a poco fueron bajándose del barco hasta que llegó mi turno. Con ayuda de Osmond y su guía, Jace, logré bajar para darme cuenta de que el agua me daba por el pecho.

         En lo que esperaba que Osmond bajara casi pude escuchar la voz de Nadeem en mi cabeza burlándose de mi estatura. Incluso sentía su risa a carcajadas, y a los demás regañándolo por ser tan escandaloso, mientras que yo estaría haciendo berrinches y tirándole agua por burlarse.
—¿Estás bien? —preguntó mi amigo una vez que estuvo a mi lado.
—Si, solo recordaba —ontesté, saliendo de mis pensamientos y sonriéndole.
—No te separes de mí ni por un segundo. Si necesitas que lleve tus cosas solo házmelo saber —Comenzando a caminar hacia la orilla.

         Llevábamos nuestras maletas encima de la cabeza aguantándolas con fuerza para que no se nos cayeran. El caminar, en mi caso, casi nadar; se nos hacía difícil por las olas frías y la brisa congelada que cortaba nuestros rostros como pequeños cuchillos, haciendo que se nos dificultara ver con claridad. En algunas ocasiones casi me hundo. 

         Llegar a la orilla nunca me había dado tanta felicidad como en ese momento. Sentía que había nadado por todo el Antártico huyendo de un oso polar.
         Estábamos congelados y casi ciegos por el viento y lo oscuro de la noche, aun así, nadie dijo nada. Seguíamos a los mayores en silencio. Nuestros pies a penas se podían mover y el suelo irregular no nos ayudaba en lo absoluto. Subimos la colina de roca, en la que algunos se lastimaron y otros llegaron a punto del desmayo por el frío y el cansancio. No entendía cómo los mayores estaban como si nada. ¿No se supone que mientras más edad peor te ponen este tipo de aventuras, por decirle de alguna forma, y no al revés?
—Ya casi llegamos. Esta noche nos quedaremos en la cueva que está frente a nosotros —Fue lo único que dijo que alcancé a escuchar de lo que susurró uno de los mayores.




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