"Cuando las cosas están claras, es cuando te das cuenta de si las decisiones que tomaste antes son las correctas o no"
Por suerte la razón fue la que ganó. Llegar a más no estaba bien. Con cuidado me senté a su lado, un poco alejada, ya nuestros cuerpos no se tocaban. Hubo silencio, ninguno sabía qué decir o por lo menos, no como hacerlo.
—A partir de ahora podemos saber cómo se siente el otro a cada momento. Por ejemplo, ahora estas ansiosa y preocupada, aunque creo que eso es normal en ti —comentó, haciendo que lo mirara confundida.
—¿Cómo haces eso? —pregunté, acercándome a él un poco, por pura curiosidad.
—Para todos es distinto. En tu caso, está claro que por tu sangre no eres humana, pero tampoco perteneces a ningún grupo que yo conozca, al menos no sabría decirte. En el mío es fácil, la marca, lazo, mordida o como prefieras llamarlo es un tema muy sensible para los lobos, por lo que es casi automático. Por otro lado, los vampiros son muy sensibles, todos sus sentidos están incrementados al trescientos por ciento —explicaba de una forma tan paciente y fácil que si fuera en otra ocasión le hubiera entendido a la perfección.
Su forma de explicar me decía dos cosas, la primera que conocía a la perfección el tema, como si lo hubiera ensayado varias veces. La segunda, que le gustaba el tema, estaba demasiado emocionado y feliz por ello y yo aquí que no entendía, ni sentía nada, cosa que me hacía sentir culpable.
—¿Me estás diciendo que soy un bicho raro? Hasta dónde tengo entendido, si soy humana —Por mucho o muy bien que él explicara cada vez entendía menos.
—De verdad que eres única —se burla a carcajadas—. Sí, se podría decir que eres un lindo bicho raro, pero de que no eres una humana normal, no lo eres. ¿Acaso nunca te has preguntado por qué hay cientos de supuestos monjes dispuestos a dar su vida por ti? ¿O qué haya tantos monstruos dispuestos a matar solo para tenerte bajo su poder? Eso sin contar, que no tienes ningún efecto secundario hacia mi veneno, algo casi imposible considerando que el mío es el más fuerte por la mezcla que hay en mi sangre, vampiro y lobo —Él como siempre, dándome más preguntas para mi pobre cabecita, que en cualquier momento explotaría.
—Espera un segundo. Eres mitad vampiro y mitad lobo. Dijiste que mataron a toda tu manada. ¿Puedo preguntar quién hizo eso? —Por primera vez se me prendió el foco y por fin pude conectar puntos.
—No me gusta hablar de eso —dijo seco, cambiando el ambiente a algo más hostil.
Si antes había medio acortado distancia y sonaba más amable, con mi pregunta se fue todo al demonio, pero no dejaría que la corazonada que tenía se fuera junto con eso.
—¿Fue tu abuelo cierto? —Volví a preguntar insistente.
—No quiero hablar de eso, entiende. Nunca debí contarte nada —Dándome la espalda, enojado.
Sabía que estaba tocando un punto débil y que era algo que no me incumbía, en parte. Sabía que estaba siendo molesta a más no poder. Sabía que estaba metiendo el dedo en una herida no curada, pero a veces hay que sangrar un poco para luego curar como se debe.
—Osmond no acepta a su lobo por culpa del pasado de su familia. Tiene miedo de convertirse en un monstruo o de atraer al monstruo que le destruyó lo que más amaba, su familia. A este punto creía ser la única que quedaba de ella, bueno, no soy de sangre, pero siempre me hicieron sentir parte de ella.
《Me confesó que tenía un primo, al que nunca conoció, que era un híbrido de vampiro y lobo, que lo mataron junto a sus padres y manada cuando solo tenía quince años. Según lo que escuchó de los rumores fue uno de los abuelos del chico —Hice una pausa esperando ver su reacción, la cual duró poco porque ya lo tenía al lado mío atento a lo que decía—. Días después, los padres de Osmond fueron a averiguar qué había pasado o si los rumores de que aquel chico había sobrevivido eran ciertos, pero justo cuando les fueron a contar a los padres de Nadeem, los asesinaron. Desde entonces Osmond no sale del templo y solo se relaciona con los monjes y con nuestro círculo de amigos. Las pocas veces que lo vi cerca de sus tíos, pude notar como se aguantaba las lágrimas y apretaba los puños para controlarse. 》
Podía sentir como al principio estaba curioso por lo que le contaba. Como por momentos estaba enojado y en otros confundido, para terminar, dudando.
—Recuerdo muy poco de los hermanos de mis padres. Sé que tenía primos, tres, pero no recuerdo sus rostros o nombres —susurró nostálgico y dolido—. La historia que dices se parece a la mía, contada desde otra perspectiva. Si es cierto, puede ser que tú y yo tengamos más cosas en común de las que creímos, incluyendo a ese amiguito tuyo, ¿Osmond?
—No le digas así, que si mis cálculos son ciertos, los cuales casi siempre lo son, ustedes son familia, a menos que uno de los dos esté mintiendo —le llamé la atención al referirse a Osmond así, no me gusto en lo absoluto.
—Tus maravillosos cálculos siempre te meten en problemas, según me has contado —me refutó, molestándome porque como era verdad no le podía decir nada—. Si alguien te mintió fue él, desde que te conocí solo te he dicho la verdad. Yo no miento, no me gustan ni las mentiras, ni los engaños. Prefiero que las cosas duelan una vez a que duelan siempre.
—¡Si hasta hablan parecido! ¿¡Cómo no me di cuenta antes!? —dije pegándome en la frente entre risas.
—Lo que tú digas —Me contesto, restándole importancia con una pequeña risita.
Seguí maquinando cosas en mi cabeza, seria cierto o no aquello. Dudo que haya muchas historias tan iguales, en realidad dudo que existan dos iguales, pero en este mundo de locos cualquier cosa podía suceder. Ahora que lo pienso no sé si fue buena idea contarle y crear expectativas e ilusiones en algo que tiene, aunque sea un cero punto cero, cero, uno por ciento de no ser real. Había dicho que tenía tres primos, pero yo solo conocía a dos. ¿Quién será el otro? ¿Estará bien?