“Hay cosas de este mundo que no entiendo y nunca entenderé por eso he optado por hacer lo que se me venga primero a la mente y listo"
Habían pasado varios días después de enfrentar a Osmond y de haber recibido la peor noticia que cualquiera me pudo dar en esos momentos. Aún tenía la esperanza de que mis padres iban a ir a buscarme y toda esa pesadilla terminaría, pero no… Ni siquiera me había atrevido a preguntar qué había pasado, me negaba a creer que aquello era real y si preguntaba solo significaba que lo estaba aceptando.
Me la había pasado en mi cuarto sin querer hacer nada, ni comer o tomar, me negaba a cualquiera de esas cosas. Lo único que hacía era llorar y dormir. Mi ansiedad había aumentado. El dolor en mi pecho era insoportable, la presión en esta zona había incrementado al punto que había ocasiones en las que no podía respirar. Mi labio más roto y mordido no podía estar.
No dejaba que nadie entrara a mi habitación, aunque los últimos días Kylian entraba quisiera yo o no. Intentaba hacerme parar o, que por lo menos tomara el jugo ese, no lograba nada, no tenía ganas de nada y ningún intento de él lo lograba.
—No puedes seguir así. Duele, sí. Es difícil de creer, también. Las cosas se dieron así, por desgracia, pero tienes que levantarte y seguir adelante, no puedes quedarte aquí para siempre. A tus padres no les gustaría verte así, ¿o sí? —dijo Kylian tratando de que me tomara el jugo.
—Ese chantaje no va conmigo, Kylian —dije dándole la espalda.
—Eso no es un chantaje, es la verdad, pequeña berrinchuda. Esto si lo es, o te tomas este jugo o te obligo a tomar mi sangre, tu escoges —Amenazó molesto, volteándome para que lo mirara a los ojos.
—No voy a tomar nada. No quiero y si me das tu sangre y no somos compatibles, me muero —le repliqué molesta intentando darle la espalda otra vez, pero él me lo impedía.
—No soy humano, mi sangre no trabaja igual que la de un humano. Puedo darle sangre a quien yo quiera sin tener que saber su tipo de sangre —me explicó con obviedad.
—Si lo haces nunca te voy a perdonar —Este tipo me estaba sacando de mis casillas y eso que comenzaba a caerme bien.
—No me importa —Y sin más se mordió la mano dejando caer unas gotas de sangre en mi boca.
Apreté mis labios con fuerza para evitar que cayera más en mi boca. Él solo suspiró enojado, tomando mi mandíbula apretándola y así logrando que abriera la boca. Sentía como varias gotas caían en mi boca mientras yo forcejeaba para que parara, pero era por gusto.
—Te odio —dije una vez que me soltó.
—Y yo odiaría que algo malo te pasara. Te vas a sentir mejor en unos segundos y ahí te vas a tomar esto —Enseñándome el vaso lleno de aquel jugo.
Él solo se quedó sentado a mi lado esperando a no sé qué porque aquel famoso efecto mágico nunca sucedió.
—¿Cómo lo hiciste? Quedarte sin tu familia, sin todo lo que conocías y amabas y seguir adelante —pregunté después de unas horas.
—No lo sé. Al principio solo corría sin rumbo y justo cuando ya no tenía fuerzas, cuando pensé que me rendiría llegó una señora loca que me pidió que fingiera ser su nieto y a cambio me daba refugio. Primero no quise y tuve miedo, luego de varios días en los que me llevaba comida a esa cueva terminé accediendo. De eso hace muchos años, llegué a quererla como mi abuela —Estaba recostado al espaldar mirando hacia arriba con los ojos cerrados.
—¿Eras cercano a ellos? —Volví a preguntar esta vez mirando directo a su rostro.
—¿Uhm? Si, lo normal, creo. Era más cercano a mi madre, era con quien más tiempo pasaba. Mi padre salía por días a sus deberes de líder y eso. Ese día estábamos teniendo una cena familiar, sería la primera vez que mi padre vería a Agathê como mi pareja y no como una chica más —Mirándome con una sonrisa de nostalgia.
—¿Eso no es muy arcaico? ¿A parte no se supone que es el padre de la chica quien tiene que reconocer al chico? —pregunté curiosa sentándome, atenta a lo que decía.
—Chismosa —dijo riendo, ante mi reacción—. Si, eso ya lo habíamos hecho. Para los lobos tener la bendición de su Alpha en una relación es super importante. Se cree que la pareja a la que el Alpha le dé su bendición estará junta para siempre y daba la casualidad de que el Alpha de mi manada era mi padre —Encogiéndose de hombros.
—¿Entonces es cierto eso de que el Alpha lo es todo para una manada? Debió ser mucha responsabilidad para tu papá —Otra cosa que pensaba que era puro cuento resultaba ser cierta.
—El Alpha es todo para su manada y para el Alpha su manada lo es todo. Es una relación de mutuo amor y respeto, no existe nada más sagrado, excepto claro, tu propia familia. Desde que nací escuchaba los elogios y el amor que le tenían a mi padre, algo muy lindo, por un lado, por el otro, mucha presión. Mi padre era muy amado y respetado por lo que cuando fuera mi turno tenía que ser igual o mejor que él —Sonaba muy orgulloso de lo que decía.
—Suena lindo y algo estresante —comenté jugando con sus manos sin saber que decir.
—Supongo… ¿Por qué la pregunta? —Entrelazando nuestras manos y apretándolas con fuerza.
—No lo sé. Con mis padres éramos cercanos hasta que un día empezaron a tener un viaje tras otro, por trabajo, según ellos. Al principio me quedaba en casa de mis amigos, luego me cansé de vivir en casa de otros todo el tiempo y comencé a vivir sola. Cada vez que necesitaba la firma de mis padres tenía que pedirla a la madre de mi mejor amiga porque la mía estaba en no sé dónde "trabajando".
《Llegué a estar tan enojada con ellos que por días no les respondí las llamadas. Me llevé un discurso por parte de la policía, no por ellos, solo me dijeron que estaban felices de que estaba bien y ya. Luego de esa vez trataron de mantenerse más comunicados para estar más “cerca”. Supongo que debería estar feliz de que por lo menos tuviera una videollamada al día. La última llamada que tuve con ellos se cortó abruptamente. Me desesperé. Hice la denuncia. Algo me decía que las cosas andaban mal, pero nunca pensé esto. 》
—Todo sucede por algo, pequeña flamita. Al principio te va a costar mucho asimilarlo, es normal, pero con él tiempo tienes que aceptarlo y darte cuenta de que todo pasa por algo y que algunas cosas llegan mucho antes de lo esperado —me dijo limpiando las lágrimas que habían salido de mis ojos sin darme cuenta.
—¿Algún día dejará de doler? —pregunté con la voz quebrada.
—Nunca, solo que aprendes a vivir con ello y de cierta forma a usarlo para seguir adelante —susurró mientras me abrazaba, permitiendo que me escondiera en su pecho.