La alarma sonó a las 3:17 de la madrugada.
Esta vez no era un simulacro.
ALERTA ROJA
Kaiju clase B cruzando la frontera este
Escuadrón Alfa: despliegue inmediato
—¡Todos al hangar! —gritó Aiko, ya con el traje puesto.
Kaksuki no dudó. Corrió a su posición sin preguntar nada. Pero había algo extraño en su pecho. Una especie de zumbido… como si el kaiju lo estuviera llamando por dentro.
—Formación defensiva en V. Yo iré al frente —ordenó Aiko.
—No deberías ir sola —dijo Kaksuki en voz baja.
Ella lo miró de reojo.
—¿Acaso dudas de mis órdenes?
—No. Solo no quiero que mueras.
Ella frunció el ceño, pero antes de contestar, el suelo tembló.
Y luego… lo vieron.
Un kaiju enorme, con placas óseas en los hombros y una cola como látigo, apareció entre la niebla. Era más rápido que los anteriores. Más inteligente.
Dispararon. Gritaron. Rodearon.
Pero no bastó.
Una de las garras de la criatura fue directo hacia Aiko. Ella bloqueó con su lanza, pero el impacto la lanzó contra un muro.
—¡Aiko! —gritó Kaksuki.
Sin pensarlo, corrió entre explosiones, humo y metralla. Se lanzó sobre ella justo cuando una segunda garra iba a caer.
Y la protegió con su cuerpo.
El ataque nunca la tocó.
Sus ojos se abrieron y lo vio ahí, sangrando, pero sonriendo.
—¿Estás loca? —dijo él, jadeando—. Te ibas a dejar partir en dos.
Aiko, todavía en shock, lo empujó con fuerza.
—¡Idiota! ¿Qué te pasa? ¡Pudiste haber muerto! ¿Por qué hiciste eso?
Kaksuki se limpió la sangre de la ceja y respondió:
—Porque si tú caes… el escuadrón cae.
—¡Eso no justifica que arriesgues tu vida así!
—No lo hice por el escuadrón.
—¿Entonces por qué?
Él la miró fijamente, con los ojos brillando azul kaiju.
—Porque te voy a proteger siempre, Aiko. Aunque me odies por eso.
Ella se quedó en silencio. El corazón le latía tan fuerte que no oía el rugido del kaiju.
Y justo en ese instante, el monstruo rugió más fuerte.
Kaksuki se puso de pie.
—Ahora… me toca a mí.
Sus ojos brillaban como si llevaran fuego líquido.
La sangre de titán en su interior había despertado.