Sangre Infernal - El comienzo del mal

Capítulo 2: El primer encuentro.

Lo miré fijamente a los ojos, intentado no perder el control de mi tembloroso cuerpo. Era alto, más alto que cualquier persona que hubiera conocido antes. Se notaba que no era humano, de sus manos emanaba fuego, como si tuviera lava en cada una de ellas. Su cuerpo estaba despedazado, tenía la carne quemada y carecía de cabello en su cabeza. Me sujetó fuerte del brazo, dejándome una cicatriz en la muñeca. Y arrastrándome por el suelo, me empujó hacia adelante, provocando que caiga de rodillas en el suelo.

—¿Quién eres y qué es lo quieres? Maldito asqueroso ¡Déjame en paz! — grité con todas mis fuerzas, intentando soportar el dolor que me provocó el haber sido tocada por él.

— Soy Evenom, uno de los príncipes del infierno. Y he venido a buscar lo que me pertenece. — Me respondió con una voz de ultratumba, que paralizó cada parte de mí. — Te he sacado por un momento de tu cuerpo, para traer tu alma a donde realmente debería estar. Esta es la cuarta fosa del infierno, y aquí es donde yacerás. Agradécele a tu madre por enviarte.—

— ¿¡QQuee!? ¿Mi madre me envió? ¿Qué carajos tengo que ver yo contigo?  — Dije, sin ya poder controlar el miedo que crecía cada vez más y hacía que mi estómago se retorciera.

— Jajajaja, ya lo verás. Envía saludos a Helga de mi parte. Dile que muy pronto tendrá más noticias mías.— Dijo mientras reía de forma paranóica. 

Lo vi envolverse en una llamarada intensa, despidiendo un terrible olor a carne quemada. Y así desapareció. Sin más, dejándome sola en el medio de la niebla y el humo que lo cubrían todo. Era nuestro primer encuentro cara a cara, donde me habló en palabras que al fín comprendía. Sumado a todo este horrible suceso y para hacerlo más extraño, esa cosa le enviaba saludos a mi madre ¡y me había logrado sacar el alma del cuerpo! —Esto sí que es una completa pesadilla. Tiene que serlo — Supliqué deseando que así fuera.

Necesitaba salir de ese lugar. Podía escuchar gritos y quejidos a lo lejos, pero el inmenso calor y el humo no me permitían ver qué habia a mi alrededor. Avance un poco, con cuidado de no herirme más de lo que ya estaba. Giré mi cabeza hacia mi lado derecho, y quede completamente inmóvil: estaba parada justo al borde de un inmenso lago de brea ardiente, donde cuerpos totalmente calcinados yacían en los bordes, como si hubieran intentado escapar. 

—¿¡Dónde estoy!? ¡Ayudenme a salir de aquí!— Fue lo único que pude gritar. El cuerpo ya no resistía el sofocante hedor, y el humo a mi alrededor ya no me dejaba respirar.

—¡Vamos Lizz! ¡Por favor reacciona! —

Era la voz de Chris. Abrí los ojos suavemente, y vi que estaba sujetando mis hombros, mientras dejaba de sacudirme para que despertara. 

—¡Al fin! — dijo aliviado. —Pensé que te perdería. ¡Nunca más hagas algo así!— me dijo con cara de enojo.

—Como si yo eligiera hacer estas cosas. ¿Qué fue lo que ocurrió? — Pregunté, con la inmesa esperanza de que lo que habia vivido, fuera simplemente otro de los sueños extraños que tuve días anteriores.

—Te desmayaste Elizabeth, y nos asustamos porque costaba mucho sentir tus pulsaciones. Creo que sé quien es la culpable de todo. Sufriste una pérdida del conocimiento, debido a un brusco descenso de presión arterial. ¿Estás comiendo bien? ¿Hay algún problema del que necesites hablar? — Dijo la señorita Marshall, mientras tomaba mi mano de manera contenedora. 

—No estuvo durmiendo bien — Se apuró a decir Chris, sabiendo que lo miraría con mi mejor cara de enojo.

—No se preocupe señorita Marshall, no es nada. — Intenté convencerla, pero insistió en que debería visitar a un doctor esa misma semana. Por lo que prometiéndole que iría y luego de chequear que todo estuviera bien, me dejó irme a mi hogar. Chris, decidió acompañarme.

—Bueno, ¿ahora puedes explicarme que fue todo eso? Primero no duermes, luego dices ver a un tipo que quiere arrancarte el alma, ¿y ahora te desmayas? ¿¡Elizabeth que es esa marca en la muñeca!?— me interrogó mi preocupado amigo.

—Según ustedes, me desmayé. Según Evenom, mi alma salió del cuerpo, para ir a dar una vuelta al infierno. Y sutilmente, sujetó mí muñeca para arrastrarme por allí para que viera la hermosa vista del lugar. — Contesté con ironía.

Siempre tomé los temas paranormales con mucha curiosidad. Y aunque tenía mucho miedo, decidí que lo mejor era tomar todo con calma. Si yo iba a ser alguna especie de médium entre los vivos y los desencarnados, al menos tendría que estar tranquila.

—Espera, espera. ¿Qué acabas de decir? ¿Eve qué? ¿Quién se supone que es ese?— gritó Chris, frenándose bruscamente.

—Déjame que te cuente, ¿si? y no te alteres, que ya bastante me duele la cabeza — intenté calmarlo.

Luego de caminar las cuadras de regreso a mi hogar, y habiéndole contado todo a mi amigo, llegamos a nuestro lugar de destino. Mi madre aún no había llegado, por lo que nos quedó un momento más para hablar de lo que me había ocurrido. Chris, aún sin entender demasiado, comenzó a buscar en internet sobre este demonio, que decía ser uno de los príncipes del infierno.

— Mira Lizz, mira. Aquí dice que ese tipo es el príncipe de la cuarta fosa del infierno. Allí, van a parar los magos y adivinos que han engañado a alguien. ¿Por qué esa cosa te querría allí? Mejor dicho, ¿Por qué tu propia madre te envió ahí? — Chris se oia cada vez más preocupado. 

— No lo sé, sinceramente no lo sé.Y tengo miedo de cuál sea la respuesta a todas nuestras preguntas.— Respondí, mientras sentía como la angustia crecía en mi pecho.

Escuché cerrarse la puerta. Mi madre había llegado. Se la notaba exaltada, no estaba como siempre:

— Hola chicos. Perdón, pero voy a tener que pedir que Chris se vaya. Tenemos que hablar Elizabeth. Ha pasado algo muy grave. —

—Creo que es la primera vez en mucho tiempo, que coincidimos en algo Mamá.— Le respondí sumamente seria, mientras despedía a mi amigo.




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