Sangre Infernal - El comienzo del mal

Capítulo 8: Familia de hechiceros.

Cuando logré incorporarme, miré a mí alrededor para asegurarme que estaba sola. Realmente no tenía dimensión de lo que había sucedido. Iba más allá de lo que mí razón podía entender. Bajé despacio las escaleras del ático, entré en mí habitación, tomé el celular y vi que eran las 4:30 am. Por lo que decidí que hablaría con mí madre por la mañana. Miré por la ventana, y admiré la belleza de la luna por un buen rato. Sería imposible dormir lo que quedaba de la noche. Así que tome mis auriculares y puse a reproducir la discografía de Queen. Algo debía calmar mis nervios, y creo que escucharlos era lo mejor que podía hacer.

Cuando la alarma sonó a las siete de la mañana, yo ya estaba cambiada y lista para ir a la escuela. Pude oír como mí madre preparaba el café, así que decidí tomar aire y bajar a hablar con ella.

— Hola niña. ¿Pudiste dormir bien? Se escucharon ruidos raros toda la noche.

— Mamá, debo hablar contigo. Es algo realmente serio.

— Escucha, no necesito más reproches por hoy, ¿está bien? Ya bastante mal me siento con todo lo que pasó, como para soportarte otro día más. Hoy mismo te vas a vivir con tu padre. 

— Mira mamá, sé muy bien que no tenemos el mejor vínculo, y sinceramente repudio muchas de las decisiones que tomaste. Pero es hora de aclarar varias cosas, empezando por el hecho de que pactaste con un demonio para asesinarme. 

La taza de café se estrelló contra el suelo. Mí madre quedó paralizada mirándome fijamente. Sus manos comenzaron a temblar.

— Esa deuda estaba saldada. ¿Cómo te enteraste de eso? — Dijo con voz temblorosa.

— ¿Tanto me odias mamá? ¿Cómo pudiste hacer algo así? — Reclamé con lágrimas en los ojos.

— Mira, no es contigo, ¿si? Esto es con el imbécil de tu padre. Se pensó que podría tomarme por idiota. Tu abuela paterna, la estafó gravemente a mí madre. No sólo le quitó el marido, sino que le mandó a hacer una brujería para que mí madre nunca más volviera a ser la misma. Quedó hecha pedazos. Ella era una mujer radiante, esbelta, llena de vida. Y sobre todo, una de las mejores hechiceras de esta familia. Su madre le había enseñado todo acerca de encantamientos, conjuros y magia. Y esa maldita zorra arruinó su vida. Juré que me vengaría. Por eso me casé con tu padre, y te tuve a ti. Para vengarme de esa mujer, a través de él. Pero con el tiempo me arrepentí, no podía hacerte daño. Por lo que intenté pactar con ese demonio para que se lleve el alma de esa mujer, en lugar de la tuya. Pero como ella ya estaba muerta, tenía mis dudas sobre si el pacto estaba hecho igual. Veo que no. Que ese demonio quiere llevarte a ti. — Concluyó mí madre, con tono de duda.

— Espera, espera. ¿Cómo que me tuviste a mi, para vengarte de él? ¿Tu plan era lastimarlo entregando a su hija a un demonio? Pero... ¿Qué clase de bestia inmunda hace algo así? Tú ni siquiera mereces que te llame madre. — Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas.

— Mira Elizabeth, era joven, no tenía ni idea de las dimensiones de un pacto de sangre. Yo lo único que quería era vengarme de esa maldita vieja. Me arrebató a mí madre, ¿que más iba a hacer? Además, te dije que me arrepentí de hacerte daño. Pero se ve que ese ser no se conformó con esa alma. Quizás nunca la consiguió. — Comenzó a juntar los pedazos rotos de la taza de café.

— Estoy tan confundida que no sé por dónde empezar. Anoche hice una sesión de Ouija, para averiguar qué estaba pasando en mí vida. Esos sueños que tuve, las visiones, los encuentros con ese maldito monstruo. Se apareció delante de mí, y quiso lastimarme. Pero una mujer anciana me salvó. Me dijo que debía contarte todo, que ella se encargaría de entretenerlo. Pero desconozco quién era esa señora. Ahora que lo dices, comienzo a creer que puede ser tu madre. — Dije, mientras tomaba un poco de café intentando calmarme.

— Oh mí dulce madre. Seguramente fue ella quién vino a protegerte. Yo sabía que algún día la volvería a ver. Tenemos que ocuparnos de esto, antes que sea demasiado tarde. Debo llevarte con el grupo. Ellos me ayudarán a revertir el pacto. — Tomó su celular e hizo una llamada. Del otro lado, un hombre respondió.

— Si Edgar, escúchame. Necesito tu ayuda. Te explicaré todo en el consultorio. Es relacionado a mí hija. Creo que necesitaré de todos ustedes. — Dijo casi llorando. Nunca había visto a mí madre preocuparse por mí. Era la primera vez que mostraba señales de cariño.

— No sé que debo hacer mamá. Esto es una locura. Es como si un asesino loco me persiguiera... ¡O peor! Porque ni siquiera puedo llamar a la policía. Esto es increíble. Hasta dónde puede llegar el odio. — Metí mí cabeza entre mis manos, cerré los ojos deseando que todo fuera una pesadilla. Estaba cansada, necesitaba un respiro de todo esto. — Iré a la escuela, necesito aire. Cuando regrese seguiremos hablando de esto. Y haremos los arreglos para irme con papá. — Tomé mí mochila y me dispuse a salir.

— ¡Espera niña! No vas a ir a la escuela. Vendrás conmigo. Debemos ir a hablar con Edgar. Él nos ayudará. Espera que me cambie de ropa y vamos al consultorio. — Se apresuró a ir a su habitación.

— Oh Dios. Lo que me faltaba. Tener que conocer a su grupo de maniáticos. Esto no podía ponerse peor. Espero que al menos me ayuden a terminar con esta locura. — Pensé en voz alta. 

Decidí llamar a Chris para avisarle que no iría hoy. Cómo siempre, se preocupó muchísimo:

— Hola bebé, te llamo para avisarte que no iré hoy a la escuela. Tengo que hacer trámites con mí madre. Luego te contaré todo con lujo de detalles. Es algo extenso. — Mordí un galleta.

— Lizz, ¿qué está pasando? Te escucho preocupada. ¿Te lastimó? ¿Te pasó algo?— Se lo notaba angustiado.

— Relájate¿si? Saluda a los chicos de mí parte. Diles que los amo. Necesito resolver esto, luego te contaré todo.— Me despedí lo más rápido que pude, para no preocuparlo más. Justo vi que mí madre salía de su habitación, con un maletín y un olor impresionante a algún tipo de hierba natural. 




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