Sangre Infernal - El comienzo del mal

Capítulo 9: Deshacer el pacto.

Entré en el consultorio. Resulta gracioso que, a pesar de ser el trabajo de mí madre, nunca había visitado ese lugar. Lucía cómo un boticario antigüo. Lleno de frascos pequeñitos llenos con líquidos, todos con diferentes etiquetas. Uno decía "para dormir", otro "atrae amor". 

— Esto es ridículo. — Dije, mientras sostenía en mí mano uno de esos frasquitos. 

— Limítate a estar en silencio niña. No toques nada. — Me reprendió mí madre. — Bueno Edgar, ya masomenos sabes porqué estamos aquí. Necesitamos tu ayuda. Ese demonio no deja de hostigarla, diciendo que quiere quitarle su alma. Aparentemente, el pacto no quedó cumplido. Y ese ser horrible quiere su parte.—

— Lo mejor será hacer una sesión. ¿Trajiste el tablero? — Consultó el hombre, con cara de preocupación.

— No, no tuve tiempo de buscarlo. Esta mocosa lo escondió en algún lugar. — Me lanzó una mirada desafiante.

— Oye cálmate anciana. Lo enterré en el patio trasero, junto con los restos de la copa que se quebró frente a mí. No supe qué debía hacer y bueno. Tomé esa decisión. — Respondí muy segura.

— ¿Seee... Se te reventó la copa? Esto es increíble. ¡Debo tener la casa llena de muertos! ¿En qué demonios estabas pensando Elizabeth? — Preguntó mí madre tomándose la cabeza.

— EN LIBERARME DEL MALDITO DEMONIO QUE TÚ ME PUSISTE, ¡VIEJA BRUJA! —Grité con todas mis fuerzas. Estaba cansada, harta de esta situación.

— Bueno chicas calma. — Dijo Edgar. — Yo traje mí tablero. Iniciaremos una sesión para ver qué es lo que este ser quiere contigo Elizabeth. Y veremos porqué el pacto no quedó cumplido Helga. Al ser un pacto de sangre el que hiciste, va a ser muy difícil romperlo. Alguien deberá pagar el precio. Fue un error terrible el que cometiste. Ofrecer a tu propia sangre. Es una locura. — Se tapó la cara con las manos.

— ¡Al fin alguien que me comprende! ¡Gracias! — Dije aliviada.

— No estoy aquí para ser juzgada, Edgar. Estoy aquí para liberar a la niña de esto. — Los ojos se le llenaron de lágrimas. Comencé a presentir que, muy en el fondo, mí madre me quería. Quizás no teníamos la mejor relación, quizás nos vivíamos peleando. Pero más allá de todo, era mí madre. Se supone que algún tipo de cariño nos debemos.

— Bueno discúlpame Helga. Comencemos la sesión cuanto antes. Pon el tablero aquí. Yo dirigiré todo. Ustedes, protéjanse con aquel pentagrama. — Dijo señalando la mesa. Allí, había un pentagrama hecho de plata. Mí madre lo tomó y me lo puso en el pecho con un cordón, a modo de colgante.

— Tú lo necesitarás más que yo. Luego de que todo esto termine, haremos una limpieza de la casa. — Dijo mí madre con un extraño tono dulce. Muy inusual en ella. Se notaba que tenía miedo, pero estaba confiada.

Luego de que armamos todo para la sesión, Edgar dio inicio, repitiendo una especie de oración en latín, según dijo mí madre que era ese idioma. Nos puso un aceite en la frente y en la nuca, asegurándonos que era para protegernos de los espíritus. Luego, comenzó a hacer una invocación a este ser demoníaco que me perseguía. Comencé a sentir ese olor a quemado de nuevo, un nudo enorme se me hizo en el estómago. Y no pude evitar temblar. Mí madre me abrazó, y me dijo que cerrara mis ojos. Pero fue en vano. No podía dejar de ver como el tablero se sacudía a medida que Edgar llamaba a Evenom. Las lámparas comenzaron a estallar, salpicando pedacitos de vidrio por todos lados. Las sillas cayeron al suelo, con un ruido que nos estremeció a todos. Cuando finalmente, todo se puso negro. Oía los gritos de mí madre a lo lejos, como si estuviera a kilómetros de distancia. De repente, noté que estaba en otro lugar. Una especie de bosque, con una niebla espesa que me helaba la sangre.

— ¿Don... donde estoy? — Pregunté en voz alta. Tenía muchísimo miedo, no entendía qué estaba ocurriendo.— ¡Mamá! ¿Donde estás mamá? — Grité, pero nadie respondió. Temí que fuera una de esas visiones, como había tenido en la escuela. Caminé por unos minutos, la niebla crecía cada vez más. Podía ver lápidas a mí alrededor, distanciadas entre ellas, pero todas tenían nombres desconocidos para mí. Caminé un poco más, hasta llegar a una especie de casa. Entré por la puerta principal, y pude ver que había varias habitaciones, todas con las puertas cerradas. Al abrir la primer puerta, encontré a una señora mayor postrada en una cama. Ella no parecía haberse dado cuenta que yo estaba ahí. 

— Disculpe, no sé dónde estoy. Mí nombre es Elizabeth Burns. Estoy... — no pude terminar la oración, ya que la puerta se abrió con fuerza, y ante mí sorpresa, entró mí madre. Me costó un poco reconocerla, estaba mucho más joven. 

— Mamá, ya está hecho. Le entregué el alma de esa perra sucia a ese demonio. Espero que esté bien hecho el pacto. Por fin pude cobrar mí venganza. Ahora podrás irte en paz. — Le dijo a la señora, que pude asociar, era la que me había defendido la noche anterior en el ático. Esa mujer, era mí abuela. De alguna forma me estaban mostrando cómo sucedió todo.

— Helga... ¿Qué fue lo que hiciste? — Le dijo con voz débil y entrecortada. — Los pactos de sangre son muy dificiles de romper. Si ese demonio no acepta el pacto, tendrás que darle un alma nueva. —

— Tranquila mamá. Si aparece de nuevo, le daré al de la niña que tuve. No soporto ver su rostro sin pensar en todo el daño que esa familia te hizo. Mí plan salió perfecto. — Respondió mí madre. Al oír estas palabras, sentí como el dolor me ahogaba. Quería llorar, me sentía devastada.

— Como puedes hablar asi Helga. Esa niña es inocente. Estás totalmente cegada por el odio. Yo no te enseñé todo lo que sé, para que hagas estas cosas. Te vas a arrepentir si esto sale mal. Yo moriré de todas formas, ¿de qué te sirve haber hecho ese pacto? Ni siquiera sabes si lo hiciste bien. — Parecía haber recobrado el ánimo, no sé si por el enojo o por el cariño que parecía tenerme. 

— Madre, nunca querré a esa niña. Criarla ya será suficiente. Cuando tenga edad, la mandaré a la calle y que haga su vida. Y si algo sale mal, ya sabemos quién se ocupará de ella. — Dijo con un tono burlón.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.