Sangre Mestiza I: el inicio de la travesía

17. Nuevos descubrimientos más confusión

Naomi estaba absorta en su trabajo, concentrada al máximo mientras con una sonrisa bobalicona repasaba a lápiz algunos detalles del rostro de Jeimmy, esa sonrisa dulce que le dedicaba al mirarla y el brillo de sus ojos. Le estaba quedando mejor de lo que pensaba y tal como quería que sucediera, solo faltaba agregar el color y algunos accesorios alrededor para complementar la escena. Lo había dibujado apoyado de costado en el alfeizar de su ventana con la mirada fija hacia el frente, los brazos cruzados sobre el pecho y expresión risueña. Se centró en la textura de sus labios, quería darle tanto realismo como pudiera al igual que al resto del dibujo, pero sintió la necesidad de empeñarse mucho más en esa zona.

— Cariño, es hora de…. —Nilsa había entrado a la habitación inesperadamente, quedándose anonadada ante lo que hacía su hija— Con que Jeimmy, ¿eh?

— ¡Mamá! —exclamó Naomi sobresaltada por la sorpresa— ¿Por qué no tocas antes de entrar?

— Solo venía a decirte que es hora de cenar —anunciaba sonriente— pero veo que estas ocupada.

— No pienses cosas raras, mamá —advirtió seriamente— es solo un trabajo, no es nada especial así que no te hagas ilusiones. 

— ¿Solo un trabajo? —indagó incrédula.

— Sí, solo eso.

— De acuerdo —dijo con sarcasmo divertido— te esperamos abajo, y por cierto… te está quedando estupendo. ¿Tienes buena inspiración?

— ¡Mamá! —exclamó frustrada.

Nilsa salió del cuarto riendo a carcajadas sonoras, por lo que guardó el boceto cuidadosamente para bajar al comedor antes que contara su versión a Félix. Los encontró charlando sentados en el comedor con la comida ya servida, no se fijó en ella siquiera. Los miraba seriamente a ambos, especialmente a su madre quien seguía con expresión risueña, mientras su padre mantenía un semblante igual al de ella, serio.

— ¿Solo un trabajo? —indagó Félix enarcando una ceja.

— Solo eso, un trabajo —explicó Naomi firmemente— me lo pidió amablemente como todos los demás, así que no pude negarme como con cualquier otra persona.

— Está bien.

Cenaron tranquilamente aún con miradas sospechosas por parte de Nilsa, quien observaba continuamente a su hija con expresión burlona. No pudo enojarse con ella, era su madre y sabía que quería solo lo mejor para su futuro, aunque a veces eso implicaba dejarse llevar por sus manipulaciones. Al terminar lavó la loza que ensuciaron, se duchó para sentirse más fresca y continuó con su arduo trabajo.

A pesar de todo, Nilsa había dicho algo que era totalmente cierto: el retrato estaba quedando estupendo, y todo gracias a la maravillosa inspiración que el mismo protagonista de aquel dibujo le daba a Naomi. Alistó sus colores eligiendo los mejores de todos, los que guardaba para dar mayor realce y vida a sus creaciones. Un suave tintineo la distrajo, provenía de la ventana. Se acercó pensando que encontraría a Luke debajo de ella, pero no fue así. Su sorpresa fue mayúscula al darse cuenta que Jeimmy, sin saber cómo, estaba justamente apoyado sobre el barandal de su balcón. Apresuradamente abrió la ventana para dejarlo entrar, el miedo a que cayera y se hiciera daño la empujó a moverse.

— ¿Qué crees que estás haciendo? —indagó Naomi en susurros— ¿Estás loco?

— Solo un poquito —contestó en voz baja sentado en el alfeizar de la ventana con expresión inocente.

— ¿Cómo subiste? —preguntó asombrada.

— Subiendo —dijo divertido.

Naomi lo miró fijamente con cara de pocos amigos, sus bromas en esos momentos no le parecían graciosas debido a la extraña y delicada situación. Un chico mayor que ella estaba dentro de su habitación, sin conocimiento o autorización de sus padres y que, además, ese mismo chico la volvía completamente loca. De entrar su madre o padre en ese momento, podría darse por muerta y de paso él también.

— No es gracioso —sentenció seriamente— en serio.

— Relájate —dijo entre risas— solo vine a darte lo que te debía.

De su espalda se quitó un maletín negro que parecía conocido, sacó de uno de sus bolsillos una foto reciente donde podía apreciar su hermosa sonrisa, su liso y sedoso cabello ondeando con las corrientes de aire.

— Servirá —dijo con falsa indiferencia tratando de ocultar sus nervios.

Se acercó a su dibujo, sentándose en su cama para apreciar y comparar las posibles modificaciones que podría hacerle.

— ¡No está nada mal! —susurró Jeimmy a su lado.

— ¿Nada mal? —indagó indignada mirándolo fijamente.

— Lo veo muy normal —comentó con fingida seriedad— ¿Estás segura que puedes resaltar toda mi belleza en un dibujo?

— ¿Cuál belleza? —preguntó a punto de reírse a carcajadas— además, apenas lo estoy iniciando así que no presiones.

— Está bien, confiaré en tus habilidades.

— No tienes de otra —se quejó entre risas— grandísimo baboso.

Se dispuso a realizar los cambios que creía pertinentes, especialmente en el cabello. Le gusto ese efecto que el viento causó en sus mechones descontrolados, dándole vida y movimiento a la foto. Estaba tratando de concentrase arduamente, pero le era imposible el solo ignorar su presencia más estando a su lado mirándola fijamente. 

— ¿Eso es todo lo que viniste hacer? —preguntó nerviosa.

— ¿Me estas echando? —inquirió coqueto.

— Algo así, es que mi mamá podría entrar en cualquier momento y si te ve aquí —hizo una pausa con gesto obvio— me mata.

— ¿Por qué siempre exageras todo? —acercó un poco más su rostro al de ella, viendo con satisfacción como sus mejillas se tornaban rosa lentamente.

— No exagero —replicó.

— Está bien, pero antes —colocó el maletín sobre sus piernas— tu pago.

Incrédula, miraba detenidamente aquel bolso negro entre sus manos para después centrar su atención en su rostro sonriente y satisfecho. Recordó donde lo había visto, era el mismo que había comprado para Luke, o eso le había dicho a ella aquella vez que la acompañó a comprar sus útiles escolares.



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En el texto hay: monstruos, magia, sobrenatural

Editado: 01.09.2021

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