Sangre Mestiza I: el inicio de la travesía

24. Mi maldito desastre

Lentamente se levantó tambaleante no solo por las corrientes de aire, el mareo y aquella sensación de la visión aún no se iba del todo. Aún se sentía como si estuviese en ese lugar, su vista era difusa, dificultosa, y se le hacía doloroso respirar con normalidad.

— ¡Jeimmy! —sollozó— me voy a caer.

— Tranquila —dijo Jeimmy con calma— no vas a caer, nada malo va a pasar. Solo cálmate, ¿sí?

Asintió frenéticamente porque no podía hablar mucho, su cabeza le daba vueltas y no podía respirar bien, los pulmones le ardían y las piernas le temblaban demasiado. No se sentía del todo despierta, creía que una parte de su conciencia seguía percibiendo lo que sucedía en Fedrá. Murmullos vagos y molestos escuchaba a su alrededor y podía sentir su presencia, como si Kaled estuviese allí con ella.

— Camina lentamente hacia acá —se ubicó en el extremo de la baranda justo en el borde donde terminaba el puente— no te preocupes, yo te sostendré cuando llegues solo no mires hacia abajo, mírame a mí.

Trató de enfocar su atención en él, olvidar y dejar a un lado esa sensación de mareo. Debía convencerse a sí misma que estaba despierta, que todo eso solo fue parte de su sueño y que no volvería. Dio varios pasos lentos hacia enfrente sin despegar sus ojos de Jeimmy, este le devolvía la mirada con una sonrisa en su rostro para calmarla, pero pudo ver ese brillo de suma preocupación reflejada en sus pupilas.

— ¡No escaparas de mí! —un susurro amenazante resonó en su cabeza, era Kaled.

Asustada por aquello y la fuerza de una nueva corriente de aire gélida, trastabillo a punto de caer y con un grito ahogado se sostuvo como pudo de la baranda bajo sus pies. Nuevamente y en la misma posición arrodillada, divisó una silueta frente a ella. Esta se agachó para quedar a su altura, era una simple sombra oscura y difusa que al parecer solo podía ver ella.

— No trates de huir, será peor para ti —susurró para luego desaparecer.

— ¡Naomi! —gritaba Jeimmy, pero ella lo sentía muy lejano.

Solo faltaban un par de metros, unos seis pasos y llegaría a la seguridad con Jeimmy.

— ¡Estoy bien! —contestó apresuradamente.

Nuevamente trató de levantarse, se decía a si misma que todo era irreal y que estaba en su cabeza, Kaled no estaba realmente allí y no podía hacerle ningún daño. Dio tres pasos más, Jeimmy la esperaba estirando sus brazos para poder alcanzarla y ella trataba de no dejarse llevar por el pánico. Estiró su mano para tomar la de Jeimmy, pero la misma sombra se posicionó frente a ella de forma súbita asustándola, haciendo que retirara su mano y perdiera el equilibrio.

Sintió una presión sobre su espalda como si la estuviesen empujando, quedando inclinada sobre el vacío. No sabía si era efectos del mismo miedo que sentía, pero como en cámara lenta vio que su cuerpo se asomaba peligrosamente fuera de la baranda despegando sus pies de aquella superficie. En el fondo oscuro de aquel lugar logró divisar algo extraño, era como un pequeño vórtice morado que brillaba de forma tenue. Si caía, entraría directo en él.

— ¡Naomi!

Con un grito desesperado, Jeimmy se abalanzó para atraparla antes de que cayera al precipicio. Alcanzó a tomarla de la mano y uso el mismo peso de su cuerpo para jalarla y lanzarse hacia atrás, con sonoro golpe ambos cayeron sobre el frio asfalto del puente a pocos centímetros del borde. 

Naomi había quedado sobre el pecho de Jeimmy, quien la abrazaba fuertemente asegurándose de no dejarla ir. La había protegido del golpe con su propio cuerpo, sintiéndola temblorosa y fría ante su tacto.

— Tranquila —susurraba Jeimmy con alivio— ya todo está bien.

Con los ojos fuertemente cerrados, Naomi logró ver nuevamente a Kaled en medio de esa oscuridad. Movía los labios frenéticamente gritando lleno de furia, pero no escuchaba sus palabras. Abrió los ojos esperando alejarse de aquella imagen, sin embargo, fallo en el intento e incluso empeoró. A su alrededor se encontraba de forma borrosa y perturbadora ambas imágenes sobrepuestas, veía los dos lugares al tiempo confundiéndola y provocando un fuerte dolor de cabeza. Se levantó abruptamente arrastrándose hacia atrás, su respiración era acelerada y lloraba a mares. 

Ahí tirado en el suelo con una mirada desconcertante estaba Jeimmy, pero a su lado y con ese brillo de fría maldad en sus ojos estaba Kaled. Ambos le hablaban al tiempo, decían cosas que no podía entender y no escuchaba. Desesperada, ocultó su rostro entre sus piernas y tapo sus oídos con ambas manos, un zumbido como de mil abejas acercándose la atenazaban con mayor fuerza. 

— No es real, esto no es real —susurraba entre sollozos— él no está aquí, esto no está pasando.

Un estremecimiento le recorrió el cuerpo, convirtiéndose en un suave zarandeo sobre sus brazos. Y con un repentino silencio, aquellas sensaciones se esfumaron.

— ¡Naomi, mírame! —decía Jeimmy tratando de tranquilizarla— todo fue una pesadilla, ya pasó.

Tomó suavemente su rostro por la barbilla para que sus miradas se encontraran, poco a poco su vista se fue aclarando y su conciencia volvió por completo. Miró cuidadosamente a su alrededor, estaba en medio de aquel puente viejo y en reparación al que nunca se había acercado. Entonces, ¿Cómo hizo para llegar hasta allí?

— Solo una pesadilla —murmuró temblorosa.

— Tranquila, preciosa —susurraba a su oído envolviéndola en sus brazos— no dejaré que nada te lastime.

Naomi apoyó su rostro en el pecho de Jeimmy, sus fuertes brazos y sus palabras ayudaron a consolar la calma que necesitaba. Aun así, había cosas que no la dejaban tranquila, el hecho de que estuviese allí evitando otro accidente más era prueba infalible de las consecuencias de estar con ella, solo causaba molestias y problemas a quienes le importaban de verdad. Con cuidado se desprendió de sus brazos, incapaz de mirarlo a los ojos posó su mirada fija en sus manos temblorosas.



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En el texto hay: monstruos, magia, sobrenatural

Editado: 01.09.2021

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