Sangre Mestiza i: el inicio de la travesía || L1

12. LUKE EL CHISMOSO

—¿Estás bien? —preguntó el pelirrojo— ¿Viste algo?

—¿Quién? ¿Qué cosa? —con nerviosismo, desvió su mirada a ese par de hipnóticos ojos— Estoy bien, es solo que… Nada.

—¿Nada? —la miró perplejo arqueando una ceja— ¿Y por «nada» casi te matas del trampolín?

—Ahmm… No iba a morir —contestó Naomi tratando de parecer normal.

—Sí que eres extraña —confesó entre risas— ¿Naomi?

—¿Por qué todos se saben mi nombre? —indagó— No me digas, Jeimmy o Peter, uno de los dos… O tal vez los dos.

—No diré nada, lealtad de hermanos —comentó el chico con gesto serio pero divertido.

—Par de soplones —murmuró Naomi desviando su mirada esperando poder ver algún tipo de rastro de aquella criatura.

—¡Naomi! —exclamó su madre corriendo hacia ella con Félix detrás— ¿Qué pasó?

Al ver la preocupación en su rostro, se bajó rápido de los brazos del chico. Con temor, volvió a dirigir la mirada a ese lugar, pero todo estaba en completa tranquilidad.

—No fue nada —trató de tranquilizar a su madre—, estoy bien.

—Se cayó del trampolín —dijo como si nada el pelirrojo, ganándose la más fría mirada de reproche por parte de Naomi—, alcancé a llegar a tiempo, ¿Cierto?

Le dio a Naomi una mirada llena de diversión y sarcasmo, pero esta seguía empeñada en querer asesinarlo con la mirada.

—Claro, justo a tiempo… —contestó en el mismo tono.

—Mucho gusto, soy Luke —saludó alegre a los padres—, vivo en frente.

—Gracias Luke —correspondió Nilsa al saludo, relajándose ante las palabras del chico—, menos mal estabas cerca.

—Venía a saludar, era el único que no había tenido el placer de conocer a la famosa Naomi —explicó con dulzura—, mis dos hermanos ya habían tenido el gusto.

—¿Cuándo conociste a Peter? —preguntó Félix.

—Saben, creo que me lastimé el tobillo —anunció Naomi con fingido dolor, tratando de cojear para reafirmar su punto—, pero no se preocupen, no es nada serio, solo una mínima molestia. Así que voy a ir a mi habitación, porque sigo castigada. ¿No?

—¿Castigada? —la sorpresa se dibujó en el rostro de Luke, pero la sonrisa burlona seguía allí.

—Sí, ¿Injusto verdad? —hablaba mientras caminaba paso a paso hacia atrás, tratando de regresar a la casa por donde había llegado su madre—. Gusto en conocerte Luke, gracias por la atrapadita, la próxima tendré más cuidado. Hasta luego.

Llegado al jardín y saliendo de la mirada escrutadora de sus padres, salió corriendo rumbo a su habitación. Necesitaba saber si aquella criatura seguía los alrededores, quería averiguar qué clase de monstruo era para tener un aura tan venenosa, sobre todo, quería entender cómo es que no se dio cuenta de su presencia antes de verla. Esto último le preocupaba sobre manera, debido a que podría ser un indicio más de su falta de concentración o el fallo en una de las habilidades que mejor tenía desarrolladas, o eso creía.

Respiró profundo y se concentró, expandió todo lo que pudo la percepción de su radar, pero no logró ver aquella espantosa aura en ninguna parte. Se había esfumado.

—¿Estaré imaginando cosas? —se preguntó confundida.

Trató de no pensar mucho en ello para no volverse loca, por el momento estaba segura o eso esperaba. Esperó a que sus padres aparecieran en la puerta de su habitación con un nuevo regaño, solo y exclusivo para ella. Era la tercera vez en menos de una semana que un chico la cargaba en sus brazos, y la cuarta en que le salvaban la vida, aunque prefería que ellos no supiesen esta parte.

—Nena, ¿estás bien? —preguntó Félix aún preocupado— ¿De verdad te lastimaste el tobillo?

—Solo una pequeña molestia, pero ya pasó todo —explicó con tranquilidad—, no te preocupes por nada.

—Bien, ahora dime —entró a su habitación, sentándose a su lado en la cama— ¿Qué fue lo que pasó?

—Estaba yo muy tranquila saltando, cuando me distraje viendo un colibrí en los árboles de atrás —comentó con seriedad, dándole credibilidad a sus palabras—, por eso pisé mal y me caí, pero Luke me atrapó.

—Debes tener más cuidado —advirtió Félix, acariciando con ternura sus mejillas— no puedes estar abusando de tu suerte, ni de los vecinos.

—Yo no lo llamé —exclamó Naomi indignada—, él solito vino de chismoso.

—Pero igual llegó —contestó con gesto indiferente, encogiéndose de hombros.

—Porque quiso.

—Sí, como digas nena —besó su frente—. Aún estás castigada, y por ese susto con el trampolín te quedaras en tu habitación hasta que sea la hora para cenar. Aunque sé que pensabas hacer eso mismo, ¿cierto?

—Tú lo has dicho.

Salió de la habitación con semblante tranquilo, y de paso calmando los nervios de Naomi.

—Ahora sí, a dibujar —dijo al perder de vista a su padre.

Sacó su material de dibujo, usaría un lienzo de los grandes para hacer este en particular, con colores fuertes para detallar bien cada característica peculiar en aquella criatura. Jamás había visto una como esa, por eso quería plasmarlo en papel antes que olvidara algo de ella. De esa manera, había averiguado los nombres de la mayoría de los seres fantásticos que conocía hasta ese momento. Aún con la adrenalina de aquel encuentro, se emocionó dibujando, logrando más que un excelente trabajo. Plasmó a la perfección el brillo diabólico que vio en sus ojos, y la viscosidad en su aura.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.