Sangre Mestiza i: el inicio de la travesía || L1

19. MÁS LOCAS ACOSADORAS, PERO VÍBORAS SOLO UNA.

Se despertó con una placentera y extraña sensación en el cuerpo, un hormigueo la recorría cada centímetro provocando un muy evidente sonrojo en su rostro, acompañado de una amplia sonrisa bobalicona.

—No trates de evitarnos, no te hace bien estar sola —había susurrado Jeimmy a su oído, para luego plantar un suave y tierno beso en su mejilla.

Había quedado anonadada por un par de segundos, pero se obligó a reaccionar y controlar sus emociones.

—Bien… lo intentaré —contestó con un suspiro.

Recordar aquello la emocionaba sobremanera, llegando a imaginarse la escena una y otra vez en su cabeza, pero el insistente tono de Nothing on you de Bruno Mars en su alarma la obligó a levantarse. Eran las cinco de la mañana, por lo que tenía una hora para alistarse y media más para llegar a la escuela. Se bañó y vistió sin sacar esas imágenes de su mente, terminó de cambiarse y peinó su cabello recogiéndolo en una cola de caballo.

Se miró en el espejo, el uniforme no le quedaba mal. Era una falda de tiro alto de rayas blancas y azules que le llegaba hasta arriba de las rodillas, un poco corto a lo que estaba acostumbrada. Una camisilla de botones blanca con el escudo y nombre de la escuela, «Instituto mixto Betania School», encima de ella un buzo de color azul rey solo para cubrir sus brazos del frio de la mañana. Medias blancas y largas, zapatos negros y su collar, solo que este último siempre lo lleva por debajo de la ropa, no le gustaba mostrarlo.

—¡Naomi! —llamó Nilsa desde el otro lado de la puerta— ¿Ya estás lista? El desayuno se enfría.

—Ya salgo.

Bajó las escaleras con calma, tratando de no demostrar la emoción sin sentido con la cual se había despertado ese día. El desayuno era bastante variado, fruta picada como siempre, café con leche cremoso como tanto le gustaba, papitas fritas con huevos y tocino, acompañado de salsa de tomate.

—¿Voy a morir o algo así? —indagó Naomi maravillada con el banquete— Los médicos me desahuciaron, ¿Verdad?

—Ya vas con el drama —replicó Nilsa entre risas, sentándose junto a ella—, de vez en cuando me dan ganas de hacer tu desayuno favorito, pero si no lo quieres…

—No, así está bien —interrumpió con firmeza—, es todo lo que quiero en la vida.

—¿Tragar como si no hubiese un mañana?

—¡También!

—¡Buenos días! —saludó emocionado Félix— ¿Lista y preparada para tu primer día?

—Uff… súper emocionada —contestó Naomi son sarcasmo.

Rieron y charlaron como siempre, burlándose de las quejas absurdas de Naomi por tener que madrugar y bañarse tan temprano solo para ir al colegio. Después de mil y una advertencias, salió junto a sus padres quienes iniciaban su jornada laboral. En su bicicleta, sintiendo la fría brisa de la mañana acompañada de su canción favorita, Causa perdida de Morat sonando a todo volumen en sus oídos, empezó el pedaleo rumbo al inicio de una nueva rutina. Se deleitaba con los paisajes que dejaba atrás en su camino, Betania le estaba gustando más de lo debido, pero trataría de aprovechar todo lo que podía de su corta estadía allí. Cantaba a todo pulmón y medio desafinado, cuando detrás de ella sintió un leve rose en su espalda.

—No sabía que los acosadores madrugaban —comentó con gesto burlón.

—Para que sepas, no madrugo por ti —explicó Luke con semblante ofendido—, lo hago porque también voy a clases.

En su bicicleta negra y el uniforme escolar, Luke parecía el típico adolescente bad boy: atractivo y engreído, de esos que siempre tenía montones de chicas detrás de él. Pero ella tenía un concepto diferente al respecto, con lo poco que había visto de ellos y su forma de actuar, sabía que no era más que apariencia. Aunque no podía negar qué si se veía bien, el pantalón y zapatos clásicos, la camisa ajustada y su chamarra negra con capucha, le daban un toque rebelde que no concordaba con aquel brillo dulce en sus ojos.

—Que bien por ti, ahora si me permites seguiré mi camino… —afirmó Naomi con vehemencia— sola… ¿Entendiste?

A su lado, Luke la miraba con semblante serio, pedaleando lento siguiendo su velocidad.

—No, para nada —contestó cambiando su expresión por una dulce sonrisa ladeada—, seguiré molestando siempre, aún dentro de la escuela.

—¿Estás bromeando verdad? —indagó entre risas.

—No.

—Cansón —exclamó con fingida molestia.

—Ahora, imagínate si llegamos a quedar en el mismo salón —comentó Luke con actitud soñadora y burlona.

—¡Dios me libre!

Ambos estallaron en risas escandalosas, casi trastabillando en sus bicicletas. Continuaron su andar después de recuperar la compostura, las miradas de los transeúntes de todas las edades se fijaban en ellos dos, desde trabajadores y ancianos sacando a pasear a sus mascotas, hasta otros estudiantes menores y de su misma edad.

Llegaron a las instalaciones de la escuela, a simple vista parecía solo un edificio de cinco pisos de alto rodeado por una amplia reja verde, pero era mucho más grande que eso. Entraron tranquilamente, maravillándose con la apariencia del lugar. Era demasiado diferente a lo que estaba acostumbrada a ver, grises y monótonas.




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