Sangre Mestiza i: el inicio de la travesía || L1

28. ¿QUÉ RAYOS ES ESO?

—¿Necesitas compañía? —preguntó Luke con gesto inocente.

Habían llegado a su casa, Peter y Jeimmy le hicieron el favor de guardar su maltrecha bicicleta en el garaje, prometiendo que en algún momento la arreglarían.

—De ustedes no, pero gracias por ofrecerte —contestó con fingida seriedad—, acabas de subir a un nuevo nivel de acoso.

Desvió su atención a los otros dos, Peter revisaba los daños de la bicicleta haciendo comentarios y negando con la cabeza, al parecer el estado de la misma era peor de lo que parecía. Empezaba a desesperarse un poco, necesitaba liberarse de ellos y salir de allí lo más rápido posible. No había tiempo que perder.

—Tierra llamando a Naomi —exclamó Jeimmy frente a ella llamando su atención— ¿Sigues en este planeta?

—El número marcado ha sido desactivado, por favor vaya a molestar a otro lado —contestó con sarcasmo—, el usuario quiere dormir.

—Sí, muy graciosa —colocó con delicadeza el bolso sobre sus hombros— ¿Dormirás de verdad o planeas almorzar algún día?

—Prefiero morir hasta mañana —contestó con rapidez.

—Está bien, cualquier cosa nos puedes llamar —pellizcó su mejilla con suavidad.

—No será necesario, sé cuidarme sola —dijo Naomi alejándose poco a poco—, pero igual gracias por la oferta.

—Pfff… Como no —murmuró Luke ocultándolo en vano con tos fingida.

—Escuché eso, baboso —replicó Naomi para luego cerrar la puerta sin dejar de mirar con reproche a su pelirrojo amigo.

Observó a través del mirador de la puerta, los tres seguían enfrente de su casa discutiendo entre ellos. Luke era quien más hablaba, Peter de vez en cuando interrumpía para preguntar algo y Jeimmy escuchaba atento, pero con expresión dura y mirando fijo hacia la casa de Naomi con los brazos cruzados. Por un momento pensó que podía verla, que de alguna forma sabía que estaba allí observándolos. Con un suspiro, Luke terminó su relato y ambos centraron su atención en el mayor de ellos como esperando alguna orden. Hizo un comentario y ambos asintieron al tiempo, luego retomaron su camino de vuelta a casa, siendo Jeimmy el último en marcharse.

—¿Qué demonios fue eso? —se preguntó Naomi desconcertada.

Había sido algo bastante extraño. ¿De qué estaban hablando? ¿Por qué habían actuado de esa manera? ¿Acaso la estaban vigilando? Miles de preguntas se formaron en simultáneo en su cabeza y ninguna le daba buena espina, por lo que se obligó a sí misma a tener el doble de precaución al salir. Esperó paciente alrededor de media hora, tiempo que usó para darse una ducha, vestirse con algo más cómodo y planear una nueva forma para salir de casa.

Creía con fervor que pasado ese tiempo podría hacerles creer que estaba de verdad dormida, pero de igual forma no debía confiarse, mucho menos después de lo que vio. Recorrió cada ventana, cada puerta que diera acceso al exterior de su casa, en particular las que le permitían observar la de sus vecinos esperando no verlos en ningún lado. La única muestra de vida dentro de ella era la ventana abierta de la habitación de Jeimmy, pero no vio a este en ninguna parte. Con cuidado, salió por la puerta trasera, saltó la valla que separaba su casa con la de los vecinos sin hacer mucho ruido. Tuvo mucha suerte al no encontrarse con ningún miembro de esa familia, saliendo muy tranquila caminando por los laterales de aquella vivienda.

A paso acelerado caminó todo el trayecto hasta el bosque, mirando cada tanto si no era seguida por alguno de sus vecinos, o por alguien más. Más tranquila y segura de estar sola, se apresuró a buscar la presencia de aquella hada. Logró llegar al costado de la calle donde la había visto, activó una vez más su radar para poder localizarlas y lo logró. Cerca de allí había por lo menos unas veinte hadas esperándola, pero no fue lo único que sintió. Una presencia diferente y cargada de odio las acompañaba, era esa misma aura verde y viscosa que había visto el día que conoció a Luke.

Corrió lo más rápido que pudo hasta aquel lugar, sabía que estaban en peligro y era eso por lo cual la buscaban. Necesitaban su ayuda y era de vida o muerte. A medida que se acercaba escuchaba los murmullos, voces que iban en aumento con cada paso que avanzaba hasta convertirse en desgarradores gritos de terror. Oculta detrás de un árbol, a tan solo unos pasos de su posición logró ver a la criatura. Seguía siendo la misma extraña ave de plumas rojas y cuerpo de orangután, de sus garras correaban sangre de hada y a su alrededor varias yacían sin vida.

Sin pensarlo ni meditarlo dos veces, recordó el conjuro para un portal del cual sacó una vieja espada. Aquel hechizo lo aprendió del libro de su padre, las armas y escudos eran de vital importancia a la hora de defenderse, por lo que dispuso completa atención en esos en específico. Analizó sus movimientos y se dio cuenta de un punto a su favor, no podía correr muy rápido. Era grande y pesada por lo que se volvía lenta y se cansaba con facilidad, pero aquello lo compensaba con una fuerza brutal y un olfato agudo. Vio como olfateaba el aire, desviando su atención a un punto cercano al de ella.

Se preparó para atacar, sostuvo con fuerza su espada, respiró profundo y saltó dando el primer tajo a la bestia alcanzándola solo en las puntas de sus alas. Había sido más rápida que ella por un momento, ya sabía que estaba allí y solo la estaba esperando. Se irguió en sus patas traseras aleteando con fuerza levantando polvo y hojarasca, obligando a Naomi a cerrar sus ojos y con un grito desgarrador, se abalanzó hacia ella dispuesto a matar.




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