Salieron a paso lento rumbo a las afueras de la escuela donde, impacientes y hambrientos, Grace y Bruno los esperaban para poder comer. El tiempo se les estaba agotando y pronto empezaría la reunión con el club. Comieron con tranquilidad a pesar de eso, sintiendo que la energía volvía a sus cuerpos relajándose de más. La alarma los trajo de vuelta a su triste y nueva realidad, obligándolos a devolverse a las instalaciones escolares.
Llegaron al salón de música, era una especie de teatrino bastante amplio, instrumentos musicales decoraban el entorno. Naomi se maravilló con una batería completa de color rojo situada justo a un lado de la tarima, deseaba poder volver a sentir la adrenalina que le causaba tocar aquel instrumento. Durante cuatro años tomó clases en diferentes escuelas, siendo la última vez hace casi dos años. Sus baquetas estaban deterioradas y algo quebradizas, por lo que precisaba comprar otras si de verdad se quedaría en aquel club.
—Buenas tarde chicos, para los nuevos soy el profesor Michael Sánchez y estoy encargado de dirigir la banda musical de la escuela —explicaba un joven y atractivo maestro—, sean bienvenidos los que vienen por primera vez, y a los antiguos me alegra volverlos a ver.
Muy en contra de lo que se imaginó, el profesor era un hombre bastante joven de unos treinta y cinco años. Su cabello rizado y castaño era envidiable, tenía una sonrisa pícara y soñadora, su piel bronceada se veía tersa y suave. No se le hacía extraño el por qué la mayoría de los estudiantes presentes sean chicas, de cierto modo las entendía y le daban ganas de permanecer allí.
—Les explicó algo, a final de año se hará como todos los anteriores un acto de despedida —comentaba—, en donde todos los clubes deben dar una muestra de su arduo trabajo, por lo tanto, nosotros debemos preparar uno o varios actos para ese día. Ustedes pueden dar ideas y sugerencias, lo que quiero es que todos y cada uno de ustedes participen. No es necesario que sean expertos cantantes, también se precisa quienes toquen instrumentos o sean capaces de componer. Todo es válido, lo importante es que aprendan y se diviertan.
—Primera mala noticia —susurró Grace aterrada.
—Cálmate y piensa cosas bonitas —susurró Naomi de vuelta.
—¿Cómo qué? —indagó sarcástica.
—Como en tu crush, al que tienes al lado.
Confundida, Grace desvió su mirada por un segundo a su lado izquierdo observando el fino perfil de su compañero, Bruno. Nerviosa y sonrojada, volvió a centrar su atención en el profesor.
—Así que empecemos con las presentaciones —sugirió—, ya a muchos los conozco y se de lo que son capaces, pero los nuevos no. Solicito que uno a uno venga al frente, diga su nombre y su talento. Pueden cantar o tocar un instrumento de su agrado sea cual sea y que tengamos disponible, claro.
—¿De qué hablas? —indagó Grace en susurros nerviosos— ¿Luke terminó por afectar tu cerebro?
—Por supuesto que no, es solo que soy muy perceptiva —giró para mirarla con ternura— ¿o me equivoco?
—¿Soy tan obvia? —con gesto devastado, Grace lamentaba su desliz.
—Claro que no, todo lo contrario, eres…
—Elijamos dedográficamente, ya que ninguno quiere ofrecerse como voluntario —la voz del profesor resonó por sobre las demás—. Empecemos por acá, adelante.
A su lado, un muy nervioso Bruno caminaba al escenario donde treinta pares de ojos lo observaban a la expectativa.
—Buenas tardes… mi nombre es Bruno y… —titubeó— No sé, podría cantar supongo.
Miraba desesperado entre el público buscando el apoyo de sus amigos, se relajó un poco al ver la sonrisa y las señales de ánimo en ambas chicas, llegando a contagiarse de su alegría.
—Excelente —exclamó el profesor— ¿alguna canción en específico?
—Mucho más allá.
—David Bisbal, bien.
Naomi se sorprendió al escuchar el nombre de la canción, Frozen era una de sus películas animadas favoritas y desde que vio la segunda parte, quedó encantada con la canción principal. La suave melodía empezó a sonar, notando que su compañero estaba más nervioso de lo que aparentaba. Con una sonrisa y los pulgares arriba le dio las fuerzas que necesitaba para relajarse, y con satisfacción, los primeros versos de la canción fueron cantados.
—¡No inventes! —exclamó maravillada.
Su voz era suave y melodiosa, afinada y muy hermosa. Quedó fascinada con la forma de cantar, la expresión y el vibrato le erizó la piel. El oír una de sus canciones favoritas siendo interpretada de esa manera llena de emoción la conmovió, una llama de admiración creció dentro de sí hacia su nuevo y muy talentoso amigo. Al terminar las ultimas estrofas, el estudio estalló en aplausos siendo Naomi una de las más entusiasmadas.
—Magnifico —felicitó el profesor con una palmada en el hombro—, bienvenido al grupo. ¿Quién sigue? Señorita.
Una chica de piel blanca y cabello rubio paso delante, su nombre era Sofía y sabía tocar el piano. Mientras ella movía sus manos con delicadeza sobre las teclas de aquel instrumento, Naomi y Grace felicitaban a su amigo.
—¡Eso estuvo padrísimo! —exclamó Naomi en voz baja— ¿Por qué no nos dijiste nada?
—No suelo cantar fuera de la ducha —contestó aún nervioso.
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Editado: 29.10.2024