Sangre Mestiza i: el inicio de la travesía || L1

32. SI VA A DOLER QUE VALGA LA PENA

Lograron llegar a su sitio preferido y pasar el resto del receso en paz, lejos de presencias viperinas y sedientas de sangre Nosborn. Regresaron a clases con ganas de terminar rápido su suplicio, las clases más aburridas del día. Tres trabajos grupales y un quiz sorpresa fue suficiente para dañarles el día, sintiéndose cansados a tan solo una semana de clases. El timbre de salida los alegró sobremanera, sintiéndose libres al enterarse que la próxima reunión del club sería hasta el lunes después del fin de semana.

Decidieron pasar la tarde en un parque cercano donde jugaron como niños pequeños, rieron hasta doler los pulmones y comieron comida chatarra como si no hubiese un mañana. Siendo solo las cuatro de la tarde, deciden volver cada quien a sus casas. Dos de ellos no habían pedido permiso por lo que les esperaba un buen regaño, otro más se había fugado de sus hermanos mayores y ella en especial, debía hacer los quehaceres de la casa, a no ser que quiera ganarse un castigo. Regresaron manejando sus bicicletas y riendo de sus propios comentarios, el sudor cubría sus frentes, pero la brisa fresca mitigaba la sensación de calor.

—¿Nos vemos luego? —preguntó Luke al llegar a su destino.

—¿Para qué? —interrogó extrañada.

—No sé, hacer cualquier cosa —se encogió de hombros—, pensar en el proyecto tal vez.

—¿Es en serio? —exclamó divertida— Cuanta responsabilidad, pero el proyecto puede esperar a mañana.

—¿Y si jugamos algo? —insistió sonriente.

—¿No te cansas con verme todos los días en la escuela?

—Para nada —contestó con mirada dulce—, todo lo contrario, me parece poco tiempo.

—¡¿Qué?! —exclamó conmovida.

Las risas volvieron de una forma diferente, terminando en un tierno abrazo y un beso en la mejilla, siendo Naomi quien lo diera en esta ocasión. Iba en contra de todo lo que había pensado y prometido, pero fue inevitable sentirse de esa manera. Prometió salir después de la cena, momento en que sus padres ya estarían en casa y habría terminado sus quehaceres.

Se despidieron, entrando a su casa con una extraña sensación de alegría que la llenaba de energía. Se dispuso a cocinar para que sus padres encontraran la cena lista, limpió un poco la sala y ordenó su habitación. Para su llegada, ya se habría duchado y cambiado por algo más cómodo. Se sentaron al comedor agradeciendo un día más de tranquilidad, charlando sobre los acontecimientos del día. Naomi prefería ocultar los detalles que incluyan a Mara, era algo con lo que debía lidiar sola sin preocupar a sus padres.

Creía que había sido suficiente con enterarse de aquel episodio cuando era solo una niña, pero sí comentó su pequeña salida con sus nuevos amigos. Las preguntas y comentarios llovieron torrencialmente, viéndose obligada a abandonar el barco antes de tiempo. Salió encontrando a Luke esperándola en el andén de su casa, quien al verla acercarse le sonrió con alivio y emoción.

—Y… ¿Qué quieres hacer? —preguntó un poco nervioso.

—Esperaba que tuvieras algo en mente —contestó Naomi divertida.

—¿Vamos por un helado? —sugirió.

—¿Extra grande de Brownie con chispas de chocolate y galletitas? —indagó con un puchero.

—Si encuentras quien lo prepare sí, extra grande —respondió entre risas.

—Entonces sí, ¡amonos!

Caminaron a paso lento conversando de temas triviales, entre bromas y bullying conocían un poco más del otro, lo cual era una de las intenciones implícitas de Luke con aquella salida. Regresaron de la misma manera, con la luz de la luna guiando sus pasos. Quedaron en reunirse al día siguiente temprano para iniciar los planes de su proyecto, con la ilusión de poder disfrutar todo el tiempo que sea posible.

Esa noche, Naomi se durmió con las ganas de dejarse llevar por sus sentimientos y deseos. Quería poder ser ella misma delante de ellos, conocerlos y sentirse que pertenece a algún lado. «El dolor es necesario, te hará fuerte» recordó, pensando que, si así sería, por lo menos haría que valga la pena. Estaría dispuesta a cargar con el dolor de la despedida a final de año, pero el miedo seguía dominando y nublando sus decisiones.

Se despertó más temprano de lo que imaginó, siendo solo las ocho de la mañana de un sábado. Desayunó entre charlas y risas con sus padres, pero al terminar fueron asignadas sus tareas del día. Se encargó de la sala y la cocina, para después tomar por obligación su propia habitación. No le tomó mucho tiempo, su cuarto estaba ordenado al haberlo arreglado la tarde anterior.

—Terminé, dejé todo limpio y ordenado —anunció a viva voz.

—¿Qué pretendes, Naomi Patricia? —indagó su padre apareciendo a su lado.

—Nada malo —contestó con esa expresión inocente que convencía a su padre de lo que sea—, es solo que quedé con Luke para planear un proyecto de ciencias, y por obvias primero les quería pedir permiso.

—¿Y dónde harán ese proyecto? —interrogó con mirada seria y muy poco convencido.

—En su casa.

—No —sentenció.

—Pero… —replicó entre risas.

A pesar de haberle seguido el juego a Nilsa con respecto a los vecinos, Félix era como todo padre con sus hijas, bastante celoso. No era de extrañar que sus alertas se dispararan al enterarse que su única y adolescente hija, estaba pidiendo permiso para ir a la casa de un compañero, igual de adolescente que ella.




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