Sangre Mestiza i: el inicio de la travesía || L1

35. NADA BUENO SE PEGA, LUKE VERSIÓN 2.0

No tenía pensado cobrarle en realidad, lo haría por el mero gusto de dibujar sus finas facciones y resaltar esos detalles que tanto la tenían embobada. El color y brillo de sus ojos, la suavidad de su piel, su sedoso cabello y lo que vio justo ese día, un leve sonrojo en sus mejillas. Fue tan adorable su reacción que deseaba retratar ese momento, pero quería conservarlo para ella. Dejaría ese dibujo para después, mientras tanto solo se limitaría a realizar el que le daría a él.

Invocó en su memoria aquellos recuerdos qué por las noches, en los momentos en que su mente trataba de quedar en blanco para dormir, regresaban para hacerla emocionar una vez más. Sin embargo, no quería dar evidencias de nada al retratarlo de una manera demasiado romántica. Decidió dibujarlo según los primeros recuerdos que tenía de él, como aquella vez que lo vio a través de la ventana salir de su casa, por obvias razones prefirió suavizar un poco su expresión seria basándose en una que ya empezaba a conocer más a fondo, y que le fascinaba.

Dos horas de intenso trabajo bajo la influencia de sus canciones favoritas, trazando líneas, difuminando sombras y dejando el espacio para agregar algo de color, estaban dando frutos más que excelentes. No estaba segura de usar sus colores convencionales, podría quedar bien, pero sus expectativas estaban muy por encima de lo que lograría con ellos. Esperaba obtener un resultado magnifico, algo que lo dejara de verdad impresionado con respecto a su trabajo. Miró su reloj, eran un poco más de las cinco de la tarde y el sol había bajado suficiente su intensidad.

Se duchó de rapidez y salió con aparente tranquilidad de su casa en bicicleta, esperando fervientemente no ser observada por alguno de sus sobreprotectores vecinos. Quería un poco de privacidad y soledad, necesitaba buscar algo con urgencia, aunque todavía seguía sin saber qué cosa con exactitud. Se dirige primero al lugar donde se encontró con aquella criatura, aún estaba el reguero de plumas manchadas con sangre regadas por todas partes. Se detuvo viendo un detalle, una mancha roja oscura en el suelo. Era su propia sangre seca, la misma que había perdido con aquella herida.

Cerca de allí encontró un rastro de huellas, al parecer dejadas por el misterioso sujeto que la salvó mientras la llevaba cargada a la casa del árbol. Tomó algunas fotos del lugar y aquel rastro notando un detalle más, uno que de verdad le preocupó. Sobre el rastro de sangre seca que ella misma había dejado, se encontraba una leve y casi translucida capa escarchada de color azul. La primera vez había pensado que era por estar coagulada y seca, pero observándola de mejor, se percató que estaba muy equivocada. Era escarcha mágica, el único rastro que quedaba después de hacer un hechizo como los de protección o curación.

—Pero… ¿Qué…? —titubeó incrédula— ¿Quién demonios…?

Descartó de inmediato la idea de su padre socorriéndola y llevándola a su refugio, no solo por la ausencia de alguna reprimenda de su parte, sino por el hecho de no concordar la evidencia con lo que ella conocía. Su propia magia es de color azul al igual que el reflejo de su cabello, y sabía a la perfección que, la magia de su padre era morada, por lo tanto, no encajaba con su nuevo hallazgo. No pudo haber sido ella misma, ni por más sonámbula que hubiese estado. Recordaría algo, ¿No? Además, es una tonalidad diferente a la suya.

Con esto confirmaba uno de sus temores: alguien, un mago de gran poder la seguía a donde quiera que iba, y aunque le haya salvado la vida, no dejaba de ser preocupante.

Continuó su camino observando lo desolada que estaba aquel lugar, no sentía la energía de las hadas o ningún ser mágico cerca. Y lo esperaba, después de aquel encuentro era muy probable que buscaran otro lugar para vivir. Llegó a su refugio sin encontrar más rastros de escarcha o sangre, las huellas habían continuado a intervalos irregulares hasta un tramo muy cerca de su refugio. Se aseguró de tomar fotos de las huellas, sobre todo las que se notara más nítida. Creía que era una idea absurda e incluso fantasiosa, pero intentaría de alguna forma, identificar a quien haya causado esas pisadas, así tal vez obtenía una pista.

—Trato de entenderte —dijo en tono molesto detrás de ella—, pero en serio, no encuentro ninguna lógica a ese afán tuyo por regresar a este lugar.

Se giró lentamente no sin antes guardar su teléfono celular, lo que menos necesitaba en esos momentos era que vieran sus extrañas fotografías. Jeimmy la observaba de forma escrutadora, los brazos cruzados sobre el pecho y el ceño fruncido.

—¡Jeimmy! —exclamó Naomi sin muchas ganas.

—Creo que es buen momento para empezar a dar tus… —hizo una pausa buscando la palabra adecuada— «no fantasiosa y muy creíble» explicación, ¿No crees?

—Mmmm… no quiero —dijo para acto seguido rodear el árbol, buscando las lianas y hojas que ocultaban la escalera improvisada que creó.

—Estoy hablando en serio, Naomi —sentenció siguiéndola.

—Y yo también, es más… —se giró para encararlo— Aprovechando que tocas el tema, te quería pedir un enorme favor. ¿Podrías dejar de seguirme? Es algo irritante a veces. Pasa la voz a los demás, si no es mucha molestia.

—No te estoy siguiendo —refutó con indiferencia.

—¿En serio? —indagó sarcástica— Entonces, ¿debo pensar que viniste solo por mero gusto? Porque si es así, no deberías reclamarme por venir cuando tú haces lo mismo.




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