Muy a su pesar, el resto de la mañana transcurrió en extremo lento, solo quería regresar a casa y por lo menos darse una ducha antes de ir a la reunión de los clubes escolares. Se sentía fastidiosa y ansiosa por salir, la falta de duchas en la escuela le parecía absurda en especial después de la clase de deporte. ¿Para qué era tan grande si no tenía eso como mínimo?
No había transpirado demasiado, pero el bochorno de su cuerpo la sofocaba sobremanera. El timbre resonó estridente como siempre, dándoles vía libre para salir y regresar a sus casas.
—¿Cuánto tiempo tenemos antes de la reunión? —indagó Naomi curiosa y casi desesperada.
—Como una hora y media más o menos —contestó Bruno— ¿Por?
—Necesito ir a mi casa, debo bañarme —respondió presurosa recogiendo sus cosas—, no soporto estar así, me siento pegachenta.
Las miradas de desconcierto ante aquella palabra extraña se centraron en ella.
—¿Pega-qué? —inquirió Grace divertida— ¿En español eso es…?
—Sofocada, sudada, pegajosa —enumeró Naomi con gesto obvio— ¿Entendieron?
—Claramente no hablamos tu idioma —se mofó Luke.
—Tú cállate —exigió Naomi—, pero en serio, me fui, nospi.
Recogió sus cosas y sin decir más nada empezó a caminar directo a la salida de la escuela, esperando poder regresar y darse esa ducha que tanto deseaba en eso momentos.
—¡Naomi! —la llamaron a viva voz.
Los tres se acercaban corriendo a ella reteniendo las carcajadas, mientras que ella los esperaba con expresión ceñuda y los brazos cruzados sobre el pecho.
—¿A dónde vas tan rápido? —preguntó Grace entre risas.
—A mi casa, ¿sí me escucharon? —dijo con fastidio.
—Si te vas ahora no te dará tiempo de regresar y almorzar —explicó Luke—, y dudo que en tu casa tengas comida preparada, tus papás trabajan todo el día.
—Tus dotes de acosador han vuelto —expresó sarcástica.
—Tengo una mejor idea —sugirió Grace.
Los guio de vuelta al pabellón escolar donde impartían todas sus clases, subieron las escaleras hasta el quinto y último piso el cual era exclusivo para oficinas administrativas. En él estaba ubicada la oficina del director, una sala de juntas donde se daban las reuniones con los diferentes comités, la oficina de atención a los padres de familia, la sala de profesores y otras más que no alcanzó a reconocer.
Llegaron al fondo de aquel pasillo entrando por una puerta grande de madera, según un pequeño letrero que alcanzó a ver se trataba de un baño. Al entrar, un dulce olor a jabón con esencia de flores inundó sus fosas nasales, la humedad del lugar le reconfortaba un poco, pero aumentaba sus ansias por bañarse.
—Grace —llamó Naomi algo preocupada— ¿Qué hacemos en el baño de profesores? Puede regañarnos si nos ven aquí.
—Relájate, niña —dijo con tranquilidad—, tengo un permiso especial para poder usarlo, además, casi nadie lo usa. Solo el profesor de deporte y algunas veces los que hacen parte del equipo de futbol de la escuela, y eso es cada mil años.
Aquel lugar era bastante amplio, las paredes y suelo de baldosas azul celeste era bastante relajantes de ver. Había una hilera de lavamanos hacia la izquierda de la entrada con un espejo encima, y en frente de este los cubículos correspondientes.
Justo en frente de esa entrada había otra que daba acceso a las duchas, eran pequeño cubículos muy parecidos a los de la sala anterior salvo que estos tenían una regadera en su interior.
—¿Alguien más quiere bañarse? —indagó Grace atenta a sus expresiones de sorpresa— Aquí hay toallas y jabón líquido que pueden usar. Todo está limpio, los profesores son bastante rigurosos con el aseo de este lugar, aunque no lo usen seguido.
—¿Estás segura que podemos usarlo? —preguntó Bruno sorprendido.
—Totalmente, con confianza —confirmó.
—Pero no tengo con que cambiarme —recalcó Naomi.
—No hay problema —dijo Grace—, yo siempre traigo una muda de ropa extra, no creo usarla hoy así que puedo prestártela.
—¿Ya te he dicho cuanto te amo? —expresó Naomi haciéndole ojitos a su amiga.
—Algunas veces si —contestó entre risas.
—Lo que hace el interés —susurró Luke con inocencia.
—Tú cállate, baboso —replicó Naomi.
Naomi recibió de manos de su amiga una muda de ropa bastante cómoda y deportiva, perfecta para ir a su reunión con el club de danza. Era una sudadera negra algo holgada para ella debido a la diferencia de contextura, una blusa manga larga de color azul oscuro y estampado de lobo siberiano. Al regresar al baño, los chicos ya se encontraban en sus respectivos cubículos alejados de un extremo a otro. Lo único que alcanzaba a ver de ellos eran sus pies descalzos por debajo de puerta y la ropa colgada a los lados.
Entró en el más central, colgó de la misma forma la ropa sin mezclar la que tenía puesta con la que se iba a colocar. Al abrir la llave, sintió como el fastidio se iba de su cuerpo con cada gota de agua que recorría su piel. La sentía tan refrescante que se relajó más de lo que esperaba, masajeando sus hombros y brazos adoloridos.
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Editado: 29.10.2024