Sangre Mestiza i: el inicio de la travesía || L1

50. ¿SABER LA VERDAD?

—No te hagas el idiota conmigo, hermanito —replicó Luke en tono gélido—, ambos sabemos perfectamente de que hablo. La regla número uno, la principal y que tú mismo creaste la rompiste. No me vengas con tu falsa autoridad a decirme que fallé cuando tú lo hiciste incluso antes que yo, ¿O me equivoco?

Las cosas se estaban saliendo de control.

El silencio reinó en el lugar, nadie decía nada ni emitía ninguna clase de sonido. Naomi permanecía en la puerta con la mano en el pestillo, lista para abrirla e intervenir, pero sin atreverse a entrar. Aquella discusión no solo se estaba saliendo de control, también era demasiado confusa.

¿Cuáles reglas?

—¿Crees que fue intencional? —indagó Jeimmy con dolor en su voz— Tú lo has dicho, yo mismo hice esa regla. ¿Para que la haría si la iba a romper en cuestión de nada? Ni siquiera tiene sentido.

—No lo sé, explícame tú —comentó Luke sarcástico— ¿Por qué me reclamas por algo que ambos hemos hecho? No seas tan hipócrita y acéptalo, el error no es solo mío, don perfecto.

—No es solo un simple error, ¿qué pretendes que haga? —exclamó Jeimmy furioso— ¿Dejarte seguir tu juego sabiendo que puedes lastimarla?

—Solo sigo tu ejemplo, hermanito —enfatizó con ironía—, no creas que no te he visto, ¿La ves que entraste a su cuarto por la venta, por ejemplo? Agradece que solo fui yo quien lo vio y no dije nada. No sabes las ganas que tenía de romperte la cara, ¿qué hiciste estando ahí?

—¡Ya basta! —suplicó Jeimmy— Esto no debe seguir.

Se escuchó un suspiro largo y lleno de frustración.

—No fue planeado, nunca quise que esto pasara —continuó Jeimmy—, yo mismo hice esa regla para protegerla, ya ha sufrido demasiado para que alguno de nosotros le causara más dolor… Traté de evitarlo, en serio lo intenté, pero…

—Te entiendo —suspiró Luke con un gruñido de rabia—, pero debemos evitarlo a toda costa, o esto terminará muy mal.

—Solo… centrémonos en el verdadero objetivo —exigió Jeimmy recuperando su tono autoritario—, no desperdiciemos todo el trabajo y el esfuerzo de los demás por un capricho nuestro, no si queremos protegerla de verdad.

—Entendido —contestó Luke.

—Y procura, ¿Quieres? —recalcó Jeimmy amenazante.

—Querrás decir «procuremos», ¿no? —añadió Luke— Eso debe ir para ambos.

Pasos apresurados se escucharon dentro de la casa, alguien bajaba las escaleras corriendo. Asustada, regresó a su casa esperando nadie descubriera que estuvo allí escuchando toda aquella discusión. Nada de lo que dijeron tenía sentido alguno, no sabía de qué rayos estaban hablando.

Entró con rapidez, cerrando con cuidado para no hacer ruido que pudiera advertirles de su reciente llegada, apoyó la espalda sobre la puerta para descansar y calmar su acelerada respiración.

—¿Qué… demonios… fue eso? —susurró entre jadeos.

Se dirigió a su habitación, necesitaba pensar con calma y serenidad sobre aquello. Era demasiada información que procesar; aquella reunión de sus padres con la señora Nieves, la discusión de ellos, el hecho de tener dos personas vigilándola constantemente, esos mestizos cada vez más cerca. Puede que no entendiera mucho del asunto, pero de algo si estaba segura, este era solo el inicio de la verdadera pesadilla.

El ruido de llaves en la entrada de su casa le indicaron la llegada de sus padres, tenía que aparentar la mayor tranquilidad del mundo si no quería recibir miles de preguntas que prefería ahorrarse. Por el momento solo se limitaría a cenar con ellos, conversar como es costumbre y regresar a su habitación a dormir, si el revuelo en su cabeza se lo permitía esa noche, claro está.

—Buenas —saludó Naomi sonriente— ¿Cómo les fue en el trabajo?

—Hola nena —saludó Félix con un abrazo—, nos fue bien, aburrido como siempre.

—Hola cariño —respondió Nilsa con un beso en la mejilla— ¿Qué haces aquí tan temprano?

—Nos dejaron salir temprano hoy —se encogió de hombros— ¿Qué trajeron para cenar?

—¡Adivina! —exclamó Nilsa sonriente.

—Ensalada —contestó Naomi desanimada—, si elegiste tú es pura verdura.

—Pues fíjate que sí, traje ensalada… —dijo Nilsa con semblante ofendido— de papa y pollo del KFC.

—¡Aleluya, diosito escuchó mis llamados! —exclamó Naomi como una plegaria al cielo.

Repartieron la comida y se sentaron a comer con tranquilidad, las charlas de los acontecimientos del día no se hicieron esperar. Para sus padres, Naomi había llegado a casa después de salir de clases. Omitió por completo aquella visita a la casa de enfrente, no quería martirizarse la cabeza en presencia de ellos. Sin embargo, un mensaje de texto llegó de improviso distrayendo su atención.

(P) Hola Naomi, no te preocupes por nada, este par de pendejos ya arreglaron sea cual sea el problema que tenían. Gracias por avisarme.

Lo leyó atenta una y otra vez, no sabía si contestar preguntando qué había pasado o como lo habían solucionado. No era solo cuestión de curiosidad, quería entender lo que estaba sucediendo y deseaba estar malinterpretando la situación. Prefería mil veces eso a estar en lo cierto.




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