Sangre Mestiza i: el inicio de la travesía || L1

52. SOLO UN POCO «NORMAL»

—¿Qué más podría ser? —le había preguntado Naomi.

—No lo sé —contestó encogiéndose de hombros—, la abuela siempre dice que los sueños son reflejos del subconsciente, algún miedo oculto tal vez.

—Puede ser —respiró aliviada—, pero dudo que sea mi caso. El sonambulismo es solo un trastorno del sueño, no creo que tenga relación con pesadillas fantasiosas.

—¿Por qué lo dices con tanta seguridad?

—Bueno, porque… —titubeó pensado bien lo que diría— no siempre que tengo pesadillas cada vez que salgo caminando, son muy pocas las veces en que ocurren en simultáneo.

—Sigo sin entender el por qué, si saben que es un trastorno del sueño como lo dices —replicaba Jeimmy con vehemencia—, no han visto a un doctor.

—Porque no quiero, esos trastornos los tratan con drogas que resultan ser peores con el tiempo —explicó Naomi recordando uno de los artículos que había leído al respecto, debía demostrar seguridad em sus palabras si no quería levantar sospechas—, prefiero seguir controlándolo yo misma.

Terminó de limpiar las heridas, colocando un poco de ungüento de su padre para la cicatrización. Recogió todas las cosas tirando a la basura las bolitas de algodón usadas, se lavó las manos mientras seguía pensando en una manera de desviar el tema. Al regresar, Jeimmy ya se había vuelto a colocar su camisa, apoyaba ambas manos a sus costados inclinando el torso hacia atrás, y con la cabeza ladeada miraba fijamente a Naomi de pie frente a él analizando sus gestos.

—Solo haré una pregunta más —anunció Jeimmy— ¿Te ha funcionado?

Muchas veces se lo preguntaba y por ello lo pensó a profundidad, ¿estaba segura de qué responder a eso?

—La mayoría de veces sí —expresó Naomi molesta—, por años he logrado controlar muchas de ellas sin problema, cosas como esta no pasaban y nunca había llegado a este nivel, pero…

Se interrumpió a sí misma sin más nada por decir, desvió su mirada a cualquier otro lado que no sean sus ojos. Él tampoco tenía la culpa, pero su pregunta le había molestado más de lo que esperaba. Además, le recordaba qué por su propia culpa y sus malas ideas, sus visiones se estaban saliendo de control, cosa que la frustraba aún más. Con suavidad, Jeimmy la tomó por la cintura atrayéndola hacia él.

Al estar sentado en su cama su rostro quedaba un poco más bajo que el suyo, encontrándose con una mirada de disculpa y una sonrisa ladeada. Sin embargo, no podía dejarse llevar por sus lindos gestos si no quería tener más problemas.

—Lo siento, no quería hacerte enojar —susurró muy cerca de su rostro—, pero de verdad me preocupa, no puedes dejar el tema así de simple después de esto.

—Lo sé, pero no creo que se pueda hacer más nada —refutó con frustración.

Naomi había mantenido sus brazos cruzados sobre su pecho, pero decidió reposarlos sobre sus hombros buscando el camino de sus manos hacia su rostro.

—¿Por qué?

—Es más complicado de lo que crees —explicó rendida—, pero no insistas, no puedo decirte más, tampoco llego a entenderlo por completo.

—Eres una cajita llena de sorpresas —replicó Jeimmy acariciando sus mejillas— ¿Algún día me dirás tus secretos?

—Mmmm… Puede… —susurró acercándose aún más a él.

—¿Puede que sí o puede que no? —con una sonrisa coqueta continuaba con las caricias en su mejilla, apartando algunos mechones de su rostro mientras que su otra mano exploraba la piel de su cintura bajo su blusa.

—Depende.

—Eres un caso perdido, ¿Lo sabías? —se quejó entre risas.

—Lo sé, ya lo habías dicho una vez —contestó con inocencia.

Por un momento se quedaron así, perdidos en los ojos del otro con sonrisas bobaliconas en sus rostros. Pero, en un impulso de Jeimmy salido de quien sabe dónde, atrajo a Naomi recostándola en la cama quedando debajo de él.

—¿Qué haces? —preguntó alarmada y a la vez excitada al sentirlo tan cerca y tan fuerte.

—No lo sé —susurró.

Seguía apartando mechones de cabello de su rostro, para luego acercar su rostro al espacio entre su cuello y hombros. Con suaves caricias, recorría la sensible piel con sus labios sin atreverse a besarla realmente. Corrientes de placer invadían todo su cuerpo, reuniéndose en su estómago como aquel cosquilleo que siempre sentía al tenerlo tan cerca. Llegó a sus mejillas donde con dulzura la besaba, sus cálidos labios ejercían la presión que tanto anhelaba.

—No sé qué has hecho conmigo —susurraba con voz ronca—, pero no puedo resistirme a tu aroma, a la suavidad de tu piel y no quiero alejarme de ti.

—Entonces no lo hagas…

Con cada palabra susurrada, dejaba un camino de suaves besos hasta llegar a la comisura de su boca. Lentamente fue guiando sus labios hasta rozar los de ella. Tan cerca y tan lejos a la vez, manteniéndola en una expectativa tan asfixiante que deseaba ella misma romper la poca distancia que los separaba.

—Lo siento —susurró para luego separarse de ella.

Con un movimiento rápido se dirigió a la ventana, la abrió de par en par y desapareció a través de las cortinas sin darle oportunidad de despedirse siquiera. Atónita y totalmente perpleja, no salía por completo de su estupor. Se asomó por la ventana sin encontrar rastro alguno de Jeimmy, sin entender en absoluto como hacía para bajar tan rápido dos pisos sin lastimarse.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.