A pesar del poco tiempo que tenía disponible para estudiar, logró aprender su exposición completa y de forma clara. Era un tema que de igual manera le interesaba y que entendía bien, solo faltaba darle los últimos toques a la cartelera, la cual era obligatoria y equivalía al 25% de la nota. Se le habían hecho las tres de la mañana en ese proceso, mantenía la ventana abierta y las cortinas cerradas, lo que le interesaba era que entrara el aire fresco de la noche, no mirar quien esté del otro lado. No quería ni necesitaba distracciones, porque era solo eso, meras e innecesarias distracciones del objetivo real.
Decidió ducharse a esa hora y vestirse con el uniforme de deportes, el asignado para ese día. Bajó a la cocina por un poco de agua, aseguró su cartelera en la mochila y se sentó relajada para darle la última revisada a la exposición. La recitó dos veces añadiendo comentarios y posibles preguntas a responder, pero poco a poco el cansancio le fue ganando. Vencida, se dijo a sí misma que dormir una hora le haría bien y que, además, se despertaría con la alarma.
Error número dos.
Se despertó sobresaltada a las seis de la mañana sin haber escuchado la alarma de su teléfono, este al parecer se había apagado por falta de batería durante la madrugada sin que se diera cuenta. Con rapidez, se lavó la cara, agarró sus cosas y salió a la sala, esperaba poder encontrar a sus padres para que le dieran un aventón a la escuela, recordando que su bicicleta estaría inútil hasta nueva orden. Muy a su pesar, estos ya se habían marchado dejando una nota en la mesa.
«Naomi, cariño. Cuando leas esto ya habremos salido al trabajo, preferimos no despertarte y dejarte dormir, sabemos que has estado un poco mal con los dolores de cabeza. La próxima semana yo misma te acompaño a clases para excusar tu inasistencia, no te preocupes por eso y descansa.
Te quiere, mamá»
—Hoy no es mi día, en serio —se lamentó.
Salió disparada de su casa sin percatarse de haber cerrado bien la puerta, lo único que estaba en su cabeza en ese momento era poder llegar a tiempo a clases, de lo contrario no podría hacer la exposición y habría trasnochado en vano. Tenía solo veinticinco minutos para llegar corriendo y estaba más de treinta en bicicleta, una larga trayectoria casi imposible de realizar en su condición de retraso.
—Estoy muerta —exclamó entre jadeos, caminando con rapidez y la mirada fija en el frente.
Tres cuadras más adelante, una silueta le impidió seguir su carrera interponiéndose en su camino. De no ser porque sintió su presencia antes de aparecer, la hubiese tumbado con la velocidad que llevaba. Y se lamentó por no haberlo hecho, habría sido la excusa perfecta para algo que deseaba hacer desde que llegó a Betania.
Mara estaba de pies frente a ella portando su pulcro uniforme de diario, con una falda demasiado corta para ser de una institución educativa. Parecía más parte de jun disfraz de lencería erótica que del colegio, pero así era ella, seductora y altanera.
—¿A dónde tan rápido? ¿Se te perdieron tus esclavos protectores o por fin se aburrieron de ti? —indagó Mara con sarcasmo.
—No estoy para tus estupideces, Mara —replicó entre jadeos.
Dio dos pasos hacia un lado para poder rodearla y seguir su camino, pero intuyendo sus movimientos, Mara la siguió impidiendo su avance.
—¿Por qué tan apresurada, Naomi? —su tono era irónico y burlesco, y sus gestos de superioridad y presunción hicieron gala brillando en todo su esplendor—. Yo solo quiero charlar un rato contigo, de mujer a… lo que seas.
—Déjame pasar —expresó Naomi enojada—, a diferencia de ti, mis prioridades dependen de mi rendimiento académico, no de cuantos hombres caigan ante tu contoneo exagerado.
—No te hagas la mosquita muerta conmigo…
—Me vale un pepino lo que digas, ¡quítate! —exigió.
Con un empujón Naomi hizo a un lado a Mara, dispuesta a seguir con su camino aún más contra reloj, preciados minutos desperdiciados en algo sin sentido. Sin embargo, esta no se lo dejaba así de fácil. Con fuerza, la agarró del brazo jalándola para tenerla una vez más de frente. Agarrando el cuello de su camisa, trató de inmovilizarla y continuó con su retahíla.
—Escúchame bien, estúpida —vociferaba roja de la ira—, no permitiré que me quites el puesto que con tanto esfuerzo he logrado, el respeto y temor de los puebleruchos estos no es algo que dejaré en tus manos tan fácil. Por ahora tienes a Jeimmy y la atención del profesor, pero eso se acabará pronto, yo misma me…
Fue interrumpida de forma abrupta, toda la ira se desvaneció siendo remplazada por miedo y sorpresa. Ella había demostrado tener cierta fuerza, pero no podía ganarle así de fácil a la de Naomi. Con un movimiento rápido, desprendió las manos de Mara de su cuello para taclearla tirándola al suelo, manteniendo su brazo doblado sobre su espalda. Con gritos y quejidos de dolor, se retorcía debajo del cuerpo de Naomi lanzando insultos y exigiendo ser liberada.
—Ahora escúchame tú, idiota —exclamó Naomi con fría calma tomándola por el cabello mientras con la otra mano doblaba su brazo de forma dolorosa—, lamento decirte que ese enorme esfuerzo que dices haber hecho no es ni mierda, mover el trasero y seducir a los hombres con tus tetas no es muy difícil. La gente te teme no por tus acciones, sino por evitar problemas mayores con tus padres, así que no seas ridícula y mejor trata de ganar el verdadero respeto de la gente, si es que sabes siquiera lo que eso significa.
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Editado: 29.10.2024