Sangre Real

[03] El origen de Aniamara

Antes de la concubina Atelea, existió una joven princesa de cabellos rojizos, ojos azules y piel clara como la nieve, descendiente de una hermana del difunto rey. Su belleza fue heredada de sus antepasados, aunque su sangre de dragón se encontraba mezclada, sin perder su linaje del todo. La princesa Amera de Stevanor, hija de un rey y de una reina consorte, sin duda fue bendecida con su belleza y con el don de ser la única en poder vincularse con un dragón a pesar de su sangre mezclada.

El rey Jacobo, en una visita a su reino vecino, vio a su sobrina, esa joven de tan solo 17 años que lo hizo suspirar, que le hizo despertar una sensación extraña. Él no quería seguir las costumbres de sus antepasados, que se casaban entre hermanos, primos o hasta con sobrinos para que la sangre del dragón prevaleciera. Al ver su bellez, fue tanta su impresión que, sin dudar, se la pidió a su hermana para hacerla su esposa. Su hermana se negó, y en una noche donde todos dormían, el rey la secuestró y se la llevó volando en su dragón.

Su hermana, la reina consorte de Stevanor, al saber de la desaparición de su hija, lo único que pudo hacer es pedir una guerra contra el reino de su hermano mayor, pero su esposo se lo negó. El rey Jacobo tenía uno de los cinco dragones más poderosos; todo aquel que osara desafiarlo podía terminar quemado o siendo comido por el dragón. El rey de Stevanor, con el dolor en su corazón, no pudo hacer nada. Su esposa, la reina consorte murió de tristeza y unos meses después murió el rey de Stevanor por la soledad y la debilidad de no haber rescatado a su única hija, a su heredera.

Con tan solo 17 años, la princesa Amera se vio obligada a contraer matrimonio con el rey Jacobo, que prácticamente le duplicaba la edad o hasta un poco más. Atelea, antes una simple dama de la princesa Amera, le enseñó todo lo que sabía sobre el matrimonio y el acto de consumación. Llegó un momento en que la misma Atelea la vio como una hija, pero no podía salvarla de su destino.

—No quiero, no quiero—dice exaltada, negándose a ponerse el vestido para la noche de bodas.

—Princesa, por favor—le suplica Atelea, su corazón dolía de verla en esa situación.

—¿Por qué a mí?—le pregunta Amera a su única dama de honor —.¿Qué tengo yo que no tenga otra?—sigue cuestionando, esta vez con lágrimas en sus ojos.

—Princesa, no se haga esto. Si acepta su destino, para usted todo será más fácil—le recomienda Atelea. Después de unos minutos pensando, Amera se puso su camisón para su noche de bodas, aun con lágrimas en sus ojos.

Esa noche para ella fue un infierno; su primera experiencia fue todo menos placentera.

Dos meses después, al ver que su destino no cambiaría, Amera decidió aceptarlo, convencida de que si lograba amar al rey, todo en su vida podría cambiar y hasta podría llegar a ver a sus padres. Pero una noticia inesperada le llegó; ella se encontraba embarazada de tan solo un mes. Al enterarse de que en su vientre crecía un bebé, su felicidad volvió; ella siempre deseó ser madre sin importarle quién fuera el padre.

Cabe destacar que cuando el rey Jacobo se casó con Amera, no la nombró reina consorte, sino que le dio otro título que le otorgaba poder consorte real, aunque los nobles no la conocían ni mucho menos se enteraron de su existencia. El rey quería que cuando naciera su primer hijo, porque aseguraba que iba ser varón, la presentaría como la reina consorte y a su hijo como el heredero. Pero todo cambió cuando el momento de dar a luz se tornó doloroso y un proceso largo.

—No puedo, no puedo—se queja Amera al sentir las contracciones siendo cada vez más fuertes. Atelea le ayudó a acostarse en la cama y ordenó que llamaran a la partera y al médico real, como también al rey.

—Ya casi, princesa, ya casi viene su hijo en camino—le menciona con alegría Atelea.

—No quiero morir sin antes verla—le pide Amera, como si estuviera segura de que se va a morir después del parto—. Si no estoy, no la dejes sola.

Dos horas pasaron y Amera se encontraba aún en trabajo de parto. Los gritos se escuchaban en casi todos los pasillos, pero el bebé no quería salir o tan solo no se encontraba acomodado. La partera decidió darle vuelta al bebé, logrando que Amera gritara aún más de dolor. El rey Jacobo no pudo mas y decidió entrar. Su mirada estaba llena de preocupación al ver cómo la sangre salía seguida de la cabeza de un bebé y después su cuerpo completo, pero el bebé se encontraba sin vida.

—¡Salvenlo o serán ejecutados!—ordenó y amenazó el rey Jacobo. La partera y el médico hicieron todo lo posible hasta que se dieron por vencidos. Amera extendió sus brazos pidiendo al menor ver a su bebé. Cuando lo puso contra su pecho desnudo, el bebé empezó a llorar, siendo un milagro.

—Es una niña—dice Amera mirando a Jacobo, pero este tan solo se encuentra desilusionado.

—Tanto dolor para que me des de heredero una niña—el desprecio en la voz de Jacobo fue escuchado por su hija, quien empezó a llorar aún más fuerte.

Amera no sabía que decir, lo único que pudo hacer es darle pecho a su hija para que durmiera.

—Es tu heredera—le dice Atelea, encarando al rey muy molesta por el trato hacia la princesa —.La única, por cierto—sus palabras llenas de razón lo hicieron darse la vuelta y salir de ahí enojado consigo mismo.

A la mañana siguiente, cuando la pequeña princesa fue llevada con su madre, el cuerpo de Amera se encontraba inerte, sin respiración y una apariencia más clara que la que tenía. Atelea avisó a los guardias y también al rey, quien llegó de inmediato sintiendo el frío cuerpo de su consorte real.

En una de sus manos, Amera había escrito un papel, que apretó con su puño antes de morir. El rey lo descubrió y procedió a leerlo:

"No te pude dar un hijo varón, pero ella es lo único bueno que tienes de mí. No la lastimes, no la trates mal, es por el momento tu única heredera. Aunque ninguna mujer se ha sentado en el trono, estoy segura que ella será la primera.



#756 en Fantasía
#106 en Magia

En el texto hay: amor, traición, dragones

Editado: 16.11.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.