Exterior del Palacio Real - Explanada Trasera
2:30 de la tarde
El sol cenital martillaba sin piedad sobre la explanada, su luz inclemente reverberando en las armaduras de los soldados que, sudorosos y maltrechos, se esforzaban por enderezar los carruajes volcados. El aire olía a polvo caliente y metal recalentado, testimonio mudo del choque titánico entre los dos Rouge.
Selene mantenía los brazos cruzados con tal fuerza que los pliegues de su blusa blanca se marcaban profundamente en la tela. Su pie golpeaba el suelo en pequeños espasmos, cada tic un latido más de su impaciencia creciente.
—¿Y cuál es tu plan? —escupió las palabras, clavando en Hadrian una mirada que podría haber perforado acero.
Hadrian la estudió con esos ojos negros que siempre parecían ver más allá de lo evidente.
—Sé que lo único que quieres ahora es desgarrarlos a todos... —murmuró, percibiendo el fuego índigo que hervía bajo su piel—. Pero la venganza es un plato que se sirve frío.
Comenzó a caminar sin rumbo, sus botas resonando sobre el pavimento mientras trazaba círculos invisibles alrededor de la verdad.
—Yo iré tras los que huyeron al oeste —anunció, deteniéndose justo cuando le presentaba la espalda a Selene, su capa de plumas ondeando levemente—. Tú te adelantarás hacia su posible base operativa.
El chasquido de lengua de Selene cortó el aire como un látigo.
—¡¿Me mandas a investigar basándote en conjeturas?! —rugió, girando sobre sus talones con furia contenida—. ¡Están jugando con la vida de mi hermano!
Hadrian no se inmutó. Solo giró el cuello lo suficiente para clavarle una mirada de reojo, fría como el acero de su espada.
—Te lo encargo precisamente porque eres la única con el poder necesario —su voz era un hilo tenso a punto de romperse—. Esa capacidad destructiva que llevas dentro... —hizo una pausa calculada— eres la única que puede reducir esos laboratorios a cenizas y evitar más víctimas.
Entre ellos, el silencio se extendió como un campo de batalla recién barrido, cargado de todo lo que no se decía. El sol seguía brillando, indiferente, sobre las armaduras ahora quietas de los soldados que contenían la respiración ante el duelo de titanes.
Selene emitió un gruñido gutural, como el de una bestia encadenada obligada a aceptar órdenes. Sus dientes rechinaron brevemente antes de que su puño se cerrara con tal fuerza que las articulaciones palidecieron bajo la presión.
—Dame la ubicación —exigió, clavando en Hadrian una mirada que prometía tormentas de fuego. Las llamas índigo parecían bailar en sus pupilas grises—. Haré añicos ese maldito lugar... hasta no dejar piedra sobre piedra.
—Stoneveil —respondió Hadrian lacónicamente. En su voz neutra solo alguien que lo conociera profundamente podría detectar ese tenue matiz de confianza que nunca expresaba abiertamente—. Cuanto antes llegues, más pronto cortaremos este mal de raíz.
Un movimiento brusco de cabeza fue toda la confirmación que Selene concedió antes de girar sobre sus botas negras, que resonaron contra el pavimento como martillos sobre yunque.
—¡Tú! —su dedo índice se disparó hacia Maviel como una flecha—. Invoca a Rauthen. Vamos los dos y será suficiente. —Sus manos se anclaron en la cintura, haciendo que el cinturón de hebilla dorada centelleara agresivamente bajo el sol.
Maviel se enderezó tan rápido que casi perdió el equilibrio.
—¡I-Inmediatamente, mi señora! —balbuceó mientras trazaba con dedos temblorosos el círculo de invocación, sus líneas torpes revelando su nerviosismo. El sudor perlaba su frente cuando osó añadir—: P-pero... ¿y los soldados?
El efecto fue instantáneo. La frente de Selene se arrugó como pergamino al fuego, una vena palpitante emergiendo en su sien como serpiente bajo la piel. Cuando habló, su voz retumbó con la furia de un trueno:
—¡QUE SE VUELVAN A SUS CASAS, IMBÉCIL! —El estruendo hizo que varios soldados retrocedieran instintivamente, sus armaduras chocando entre sí en su prisa por obedecer. Ni siquiera esperaron la confirmación formal; la orden estaba clara en el temblor del suelo bajo sus botas.
El viento acarició la explanada, llevándose consigo partículas de polvo que danzaban entre los últimos rayos del sol vespertino. Hadrian ajustó los guantes negros en sus muñecas con un movimiento preciso antes de hablar:
—Bien. Avanzaré por mi cuenta —declaró, su voz tallada en acero frío—. Con o sin avances, te alcanzaré después.
Selene giró lentamente para enfrentarlo, y por primera vez desde el inicio de la crisis, sus facciones mostraron un atisbo de calma. Las llamas de su furia parecían haberse convertido en brasas momentáneas.
—Hadrian... —su voz perdió por un instante su filo característico— ¿Por qué te esfuerzas tanto por mi hermano?
El Patriarca Rouge bajó la mirada hacia el suelo agrietado, donde su sombra se alargaba como un espectro vespertino. Cuando respondió, cada palabra pesaba como una confesión en el confesionario:
—Tengo una deuda que saldar con alguien... —el peso de años no dichos colgaba entre ellos—. Y además —alzó la vista, haciendo que sus ojos negros como tinta fresca se encontraran con los grises tormentosos de Selene—, es nuestro deber honrar el apellido Rouge. No permitiremos que nuestro prestigio se mancille.
El silencio que siguió fue más elocuente que cualquier respuesta. Selene sostuvo su mirada por un instante eterno antes de volverse, su capa ondeando levemente al dirigirse hacia Maviel.
Hadrian, por su parte, comenzó a retirarse con la discreción de una sombra al caer la noche. Cada paso era calculado, perfectamente silencioso, como si el mismo suelo se inclinara para recibir sus pisadas. En segundos, su figura se fundió con las primeras sombras del atardecer, dejando tras de sí solo el eco de sus palabras y el peso de secretos no dichos.
Maviel se enderezó con un jadeo, el dorso de su mano limpiando torpemente el sudor que perlaba su frente. A sus pies, el círculo rúnico de tiza blanca brillaba pálido bajo la luz del sol. Con un movimiento que combinaba reverencia y urgencia, sacó una navaja de su cinturón y, sin vacilar, trazó un corte limpio en su palma.
#1736 en Fantasía
#2385 en Otros
#166 en Aventura
poderes magia habilidades especiales, aventura accion, aventura magia
Editado: 27.04.2025