Sarah
Caminaba con seguridad hacia la siguiente clase. Siempre intentado no toparme con las millonarias engreídas, así decidí llamarlas. Hoy no amanecí de humor, nunca amanezco de humor cuando mi padre intenta contactar conmigo; al parecer se entero de que mi madre y yo nos mudamos. Y como ya estoy lejos de el, ahora si me quiere hablar. Pues que como muchísimos espárragos, yo no quiero nada de el.
Entro a clases de idioma y me siento justo al frente. En esta asignatura tienes la posibilidad de elegir que idioma quieres estudiar, elegí el que más me serviría; el Español. Me gusta mucho ese idioma, así que me quede con ese. La profesora aun no a llegado, así que decido sacar mi celular y entrar en Instagram. El único lugar donde esta algo que es muy mío y nadie sabe. Este me lo reserve para mi, es mi cuenta, mis seguidores, mis fotos y mis historias. Donde nadie sabe quien soy, nadie puede juzgarme, nadie puede opinar sobre mi y mi cuerpo. Tengo cinco años con esta cuenta, donde publico mis opiniones, fotos de paisajes, y frases. Lo único de mi que publique, fue una foto donde mostraba mi cuello descubierto enseñando una marca de nacimiento en forma de nube. Muchos me lo pidieron, y yo solo llegue a mostrar eso.
Siento que alguien se sienta a mi lado y salgo de instagram rápidamente.
— Hola, Sarah. —Habla Axel, y me saluda con su mano derecha. Normalmente los asientos de los salones son de pareja.
— Hola Axel. —Sonrió de manera forzada y sin ganas. No soy seca con las personas, no esta en mi.
— ¿Y que hacías? Parecía que escondías algo en tu celular, cuando llegue.
— Que observador. —Comentó—, nada importante, pensé que era la profesora. —Me excusó.
— Tranquila, solo era una broma. —Ríe, por lo rápido que hable.
— Ujum. —Murmuro.
— ¿De donde eres?
— ¿También eres Presidente de el Instituto para hacerme preguntas? —respondo al instante.
— Lo siento si soné muy entrometido, no te pregunte con esa intensión —menciona—, no lo soy, solo era curiosidad.
— Lo siento, es que no me gustan muchos las preguntas sobre mí .—Informo—. Solo te voy a complacer con esta. —Me siento derecha en la silla, ya que me encontraba recostada en la ventana—. Soy de New York, y mi madre por trabajo se mudo aquí, yo vine con ella, y ya.
— Pues ya son más cosas que se de ti. —Sonríe.
— Y son las únicas que te diré. —Dicto.
— Solo quiero ser tu amigo. —Murmura.
— Te seré sincera, yo no tengo muchos amigos, porque amo y adoro mi soledad. No creó que quieras ser mi amigo, también te aburrirás de mí. — Destacó.
— No es cierto, tu actitud y personalidad me parecen muy divertidas.
— Por favor, no insistas. —Pido. No quiero problemas, ya estoy cansada de formular esa palabra en mi cerebro.
— No me voy a rendir.
— No soy importante.
— Yo no pienso lo mismo.
Se levanta y procede a tomar otro asiento.
Clare, la hermana de Jade, entra junto a la profesora, y Clare se sienta junto a Axel. Por eso no quiero que seamos amigos, si lo somos; tendré que toparme con Clare y Jade, no quiero descubrir si esas chicas son malas o no, prefiero quedarme con la duda.
— Buenos días alumnos, mi nombre es Mary, y seré su profesora de idioma. En sus mesas están los libros que usaremos este semestre. Si quieren cambiar de idioma, recuerden que tienen una semana para hacerlo, y como opciones tienen: Francés, Italiano, Portugués y Ruso. —Camina a su escritorio y se sienta—. Empecemos con la clase de hoy.
***
Camino a la cafetería de el instituto, luego de que la segunda clase del día terminara. No he visto a Nora ni Abbie así que creo que me tocara ir sola. Empujo la puerta de cristal que esta frente a mi, y camino a tomar mi comida. Mis estomago gruñe de el hambre que empieza a surgir en mi.
El comedor del instituto es impresionante, puedes elegir la comida que desees, ya que cuando pagas el semestre, todo viene incluido, por ejemplo; los libros.
Tomo unos trozos de pizza, dos botellas; una de jugo y otra de agua, y por ultimo una manzana y una pera. Esas son mis frutas favoritas.
Me acomodo en la mesa, antes de examinar mi comida, y llevar el primer trozo a mi boca. No estoy acostumbrada a comer sola, no me gusta. Siempre comía con mi madre, eso fue antes de pasar a la secundaria.
Me acostumbre a comer con las pocas amigas que tenia en New York, solo llegue a despedirme de una, fue algo triste, pero el vuelo se había adelantado; todo fue demasiado rápido.
— ¡Aqui estas! Pensé que eras un espejismo —Habla un chico alto, de cabello castaño-rubio, frente a mi.
— Si mi memoria no me falla, ¿eres Larry? ¿cierto? —pregunto.
— El mismo que tus preciosos ojos están viendo mi lindura. —Me guiña el ojo izquierdo.
— Agradecería que me llamaras por mi nombre. —Pido amablemente.
— Tarde lindura, te bautice así, así te quedas.
—Sigo insistiendo, llámame Sarah, para algo se crearon los nombres. —Argumento.
—insistente, linda, reservada, penosa ¿que más tienes?
— Te gusta poner apodos, los juegos extremos, no te gusta llamar a las personas por su nombre .—Deduzco—. Ah, y también agrega que soy observadora. —Sonríe ante lo mencionado y se inclina hacia mi, luego de sentarse en la mesa.
— Me caes bien, lindura. —Hace énfasis en lo ultimo.
— Estas en veremos, Larry
— ¡¿Por qué?! Soy genial.
— Agreguemos presumido .—Frunzo el ceño—. ¿Porque pensaste que era un espejismo? —pregunto ante la duda.
— Te ví cuando entraste a la cafetería, te me pareciste conocida a la chica que le tiene miedo a las alturas. Descarte la idea, pero cuando me acerque, me di cuenta que eras tu. —Culmina.
— No le tengo miedo a las alturas. —Ataco, hablando bajo.
— Eso mismo decían tus gritos ayer. —Ríe bajo—. Tu cara de horror, fue épica.
Continuo degustando mi almuerzo, al no tener argumentos ante sus palabras. No le tengo miedo a las alturas, pero si al peligro. Creo que es muy diferente.