Saturno

Titán, un nuevo hogar.

No tengo conocimiento de lo que paso después, siento que estoy flotando, hasta que me mueven de manera brusca, despierto en el suelo de la nave y todo los que estábamos ahí igual estamos confundidos.
—Despierten, dejen de ser holgasanez, el jefe Elithar los quiere despiertos.
—Tranquilo Icarus, ellos no saben nada de la vida fuera de su Tierra, hay muchas más cosas que explorar, conmigo van a aprender.
—Nos alejaste de nuestra familia. —Grita un hombre, que solo con apuntarlo desaparece, como la vez anterior.
—Tiene que entender que no los obligó a nada, si no venía nadie de su familia solamente desaparecían todos y ya. —Dice Elithar de una manera burlona, no me gusta esa actitud de superioridad, tengo ganas de enfrentarlo pero se que tengo las de perder, mi hijo está con él.
—¿Dónde llegaremos?. —Pregunto en voz alta para que todos me escuchen.
—Como todos saben, al planeta Saturno no podremos llegar, el amo Saturno es gaseoso, así que llegaremos a Titán, una de las lunas más grande de nuestro planeta y la segunda del sistema solar, nuestras tropas se establecen ahí, es muy similar a la tierra, no tendrán problemas. —Espero que eso responda tu pregunta querida Illianis.
—Si, pero contá quien lucharemos.
—Contra otros planetas que quieren destruirnos, siempre hemos estado en guerra contra otros planetas, la tierra siempre ha estado lejos de todo esto, Júpiter y Neptuno, siempre de enemigos.
—Crei que no existía más vida, solo en la tierra.
—Haces demasiadas preguntas. —Grita Icarus, queriéndome atacar.
—No te exaltes Icarus, ella siempre es curiosa.
—Se mucho sobre planetas, se me hace extraño todo esto.
—Se todo lo que sabes, es un don que tengo, se de ti pero tú no sabes nada de nosotros, esa es la ventaja que tengo sobre tí, serás la jefa de este pelotón, te entrenaré yo mismo para que seas la mejor.
Todos me miraban extrañados, menos una chica, que al dejarnos solos se acercó a mí.
—Astrid, ¿Y tú?. —No me gusta hacer amistad con desconocidos pero a estás alturas creo que todos estamos en las mismas condiciones.
—Illianis.
—Eres muy valiente, ese Elithar es prepotente.
—Si, solo espero salir viva de esto, volver a casa.
—Pues veo que tú luchas por tu familia, pero ¿Ellos luchan por ti?.—No se a que viene esa pregunta.
—¿A qué te refieres?.
—Tu deseo fue la inmortalidad, para ti y tu familia, pero ¿Ellos te lo agradecerán?, la familia a veces puede llegar a ser un estorbo, no te corresponden como quisieras y eso esta mal, capaz ellos no querían eso, lo pediste desde tu punto de vista.
—Mira, solo quiero estar con ellos, volverlos a ver.
—Pero ¿Ellos quieren lo mismo?. —Su palabra tenía sentido, pero no quiero matar mi mente con eso, me aleje y pude ver por una ventana lejana a mi hijo, estaba comiendo lo que tanto le gustaba, pollito, camino hacia el pero Icarus me detiene.
—No te atrevas, ni siquiera lo pienses.
—Es mi hijo.
—Y eso que, ahora ni tú ni nadie tiene derechos aquí, todos son esclavos del amo Saturno, así que no vales nada, no entiendo porque Elithar trajo ese mocoso.
—A mi hijo no le hablas así.
—¿Si no qué? Eres una simple humana.
—Te arrepentirás Icarus, no te vayas a atrever a hacerle daño a mi hijo.
—Tu no me mandas.
Se fue, quedé sola ahí, gracias a Dios pude notar que el no estaba con mi hijo.
El viaje se hizo eterno, en un momento todos se alertaron, una alarma sono.
—Listos para el aterrizaje. —Una voz salió por una bocina, que más de alertarnos nos asustó, todos se levantaron y se sintió un estruendo.
—Bienvenidos a su nuevo hogar.
Se abrió la compuerta, entró un viento helado, salimos en orden, la vista era impresionante un suelo gris se veía bajo nuestros pies, el ambiente pesado por el frió, una fortaleza creada como construcciones antiguas se veía a nuestro alrededor, una vista hermosa y tenebrosa a la vez.
Una mujer muy hermosa estaba sentada en el trono, como si fuera una reina, Elithar se puso a su lado, junto a sus guardias, miraba a mi hijo pero no estaba por ningún lado, Icarus me tomo fuerte del brazo y me llevo al frente de la mujer, ella me miraba detenidamente.
—Bienvenida Illianis, bienvenidos todos, a su nuevo hogar.
—Arrodillarse inútiles. —Dice Icarus con esa voz carrasposa y amargada.
—No, no es necesario, Icarus, ellos no saben las costumbres que usamos aquí, me presento, mi nombre es Titán, soy la gobernante de este lugar, esta es la única luna que puede albergar vida, aquí entrenarán para que sean fuertes guerreros y guerreras, Illianis, me han contado que tienes valor, espero que cuando entrenes estés a mi altura. —Todos miraban que respondiera , la verdad no me gusta ser líder.
—Espero algún día estar a su altura, pero no me siento y necesito ser líder, si alguien desea tomar mi lugar sería lo mejor. —Todos me miraban y susurraban, no me gusta dirigir a nadie.
—Querida, eso no lo decides tú, Elithar ya vio que tienes valor, así que tienes que obedecer, con el tiempo entenderás, ahora sigan a los guardias que los llevaran a sus habitaciones, las mujeres de un lado y los hombres del otro lado, tú Illianis, tengo que hablar contigo. —Obedecieron al pie de la letra las órdenes de Titán, me quedé como ordenó, pero ella no me daba confianza para, nada me gustaba de este lugar, saber que Icarus le podía hacer daño a mi hijo me preocupaba. —Querida, siento tú desconfianza, tengo siglos aquí y siempre llegan personas como tú, con el tiempo se relajan y disfrutan estar aquí.
—No es mi caso.
—Illianis, se que tú hijo está aquí, debes relajarte, nada malo ocurre aquí.
—Lo que hicieron se llama secuestro.
—No, se llama reclutamiento, un secuestro es cuando te raptan y no te dan nada a cambio, todos obtuvieron su deseo.
—Lo que le hicieron a mi hijo si es secuestro.
—Podria ser, pero debes de entender que es la única manera de sacar tu potencial, el y tú entrenarán a la par, serán los mejores de este reclutamiento, de eso no hay duda, lo veo en tus ojos, lo siento en tu cuerpo, solo obedece, ve a tu habitación ella te guiará. —Se levantó y se dirigió hacia la entrada principal, supongo que esa es su casa, una chica me esperaba me acerqué ella sin decir nada camino delante de mi por un pasillo largo, al llegar quise hablarle pero solo me dio un sobre con la llave y se fue, entre y vi que estaba una cama un poco de ropa, un baño, una cómoda para guarda la ropa, también estaba una gran espada con su escudo y junto a ella un arco con flechas, las botas parecía sacadas del ejercito.
Estaba muy cansada abri el sobre y había unas instrucciones que eran.
*Están prohibidas las relaciones sentimentales.
*Salir después de cenar.
*Juntarse con los del otro pelotón.
*Tratar de entrar a la casa grande, donde descansa Titán.
*No responder con groserías.
Todo esto parecía común, la dejé sobre una mesa pequeña que estaba ahí, revise el baño, había una llave, la abrí y salió agua, la probé y estaba con la de la tierra pero helada, sin importar me di un baño, no había ducha solo una cubeta con una taza con eso me bañé a como pude, no me iba a poner de exigente con esta situación. Al rato tocaron la puerta, era la misma chica, me entregó una nota que decía que era la hora de cenar, la seguí y estaba un salón lleno de personas que no iban junto a nosotros, seguro eran de otro pelotón, me dirigí donde estaba Astrid y me senté junto a ella.
—Pense que no saldrías.
—Pues no me acostumbro.
—Eres la jefa de aquí, debes de enseñarte ya.
—No soy jefa de nadie.
—Quiero que seamos amigas, mañana empieza nuestro entrenamiento, solo espero que salga bien, no quiero morir pronto. —Sus ocurrencia me agradan después de todo no me caía mal, la cena siguió y la comida no era tan mala después de todo, parece que nos estudian y por eso nos ponen cosas acorde a nuestra vida.
Minutos después un hombre de cabello rubio, ojos azules se levanta de su mesa y da un discurso.
—Compañeros, fue la mejor batalla que hemos tenido, le ganamos al batallón de Júpiter, eso Saturno nos lo agradece, mañana los esperaremos como siempre en la parte donde brilla el sol para una nueva batalla. —Todos aplaudían. —Asi deben ser ustedes. —Dijo mirándonos a nosotros, que aparte de recién llegados teníamos miedo.
—Basta. —Dijo Icarus en su tono molesto.
—Cállate gárgola. —Todos reían.
—Me respetas o si no......
—¿O si no, que? Nunca, como voy a respetar a un infeliz que solo sigue las órdenes del inútil de Elithar. —No entendía porque este hombre hablaba así de Elithar, se supone que es quien manda aquí.
—Basta, todos quietos, Nereus, tienes el mejor pelotón a cargo, eso no te da derecho a faltarme al respeto. —Dice Elithar acercándose al lugar.
—Por lo mismo debes de saber que no soy cualquier cosa, sabes de lo que soy capaz con tal de luchar por Saturno, pero no te debo lealtad a ti. —La voz de este hombre era grave, varonil, además de ser muy guapo, sabía bastante de este lugar y para tener el mejor pelotón debe ser todo un guerrero.
—Porque lo sé aún sigue con vida, Nereus, no hagas un espectáculo, hay nuevos chicos, o hagas que se asusten.
—De mi es lo menos que tienen que preocuparse, hay muchas cosas allá fuera y tú lo sabes perfectamente, mañana ellos deberían ver cómo nos enfrentamos a los enemigos para que se hagan a la idea de lo que les espera. —Sinceramente tenía razón, no tenemos ni idea de lo que realmente sic de aquí, sería una buena forma de saberlo.
—Esta bien, mañana asistirán, para que la líder vea lo que tiene que enfrentar.
—La, debe ser una broma, él querías decir.
—No, es mujer la líder del nuevo pelotón, Illianis. —Que momento tan incómodo, todos me miraban pero ese hombre en lugar de burlarse como pensé que lo haría, me miró con preocupación.
—Elithar, eres un enfermo.
—No estoy aquí para que un simple guerrero cuestione mis decisiones, ella tiene valor.
—Si vamos a ver si lo tiene después de mañana, que traigas mujeres aquí, está bien pero no para que sean líderes y no es por ser un machista, pero lo que sucede ahí fuera.... No tienen idea y lo sabes.
—La decisión está tomada.
—¿Crees que no soy capaz? —Tome valor no se de dónde, ese hombre me miro de pies a cabeza, creí que me mataría, sus ojos son azules que hacen juego con su hermoso cabello, su cara perfecta, simplemente me perdí en su rostro.
—Pueda que lo seas, pero para tan solo enfrentarte al más débil de esos seres, deben pasar siglos, entrenar como nunca, no tienes idea de nada.
—Entonces entrename tú, eres el mejor no. —Su cara cambio, se enojó.
—No soy niñera de nadie, que te entrene Elithar que fue quien te trajo aquí.
—Basta Nereus, vamos no debes estresar te. —Dijo Titán, tomando del brazo y llevándolo del comedor, el me hizo caso , Elithar solo observó como se iban todos volvían a comer sin decir nada, me quede parada ahi, hay muchas cosas que se me hacen extrañas, no entiendo nada.
—Tienes muchas dudas. —Elithar me saca de mis pensamientos.
—Si, quiero saber porque me pusiste de líder, ¿Que pretendes con eso?.
—Eres muy fuerte, ya lo verás.
Se fue todo volvió a la normalidad después de todo, volvimos a nuestras habitaciones, cerraron por fuera prácticamente nos encerraron, la habitación estaba oscuro, prendí una vela que estaba ahí, siento que no podré dormir, el encuentro con ese hombre me dejó muy sorprendida, pero por mi hijo, debo luchar, debo ser una gran guerrera.




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