Scanya. Academia de Artes Mágicas.

1. El plan de la Orden

Hace once años y cuatro meses exactamente Aria fue secuestrada por la malvada bruja y asesina, Hesme. Ella, junto a su marido, Haro, llamados los “Yuna” por su apellido eran los jefes de una organización de brujos asesinos llamada “La Orden de los Siniestros”. El objetivo de la Orden era conquistar y gobernar el mundo, así que matarían a todo aquel que se interpusiera entre ellos y su objetivo. Aunque sus planes siempre se veían frustrados por los integrantes de la academia de Artes Mágicas, Scanya.

En esa academia habían estudiado y en ella habían logrado desarrollar sus habilidades mágicas los padres de Aria. Ahora, trabajaban como maestros en la academia y su hermano también vivía allí y estudiaba magia desde hacía un año. Ella pronto volvería a verlos.

Hesme y Haro estaban en busca y captura por las fuerzas del orden del mundo mágico, acusados de cometer innumerables crímenes. Era muy difícil para ellos poder ir por la calle desapercibidos, mucho más difícil les sería poder entrar en Scanya sin ser capturados, así que habían tramado un plan: Aria iría a la academia como estudiante, pero haciéndose pasar por su hija y bajo el nombre de Amanda Yuna. De esa manera, Aria iría como infiltrada para poder robar unos libros mágicos muy poderosos que custodiaban en la academia.

Así hubiera sido muy fácil que Aria les traicionara, tan sólo tendría que buscar a sus padres y contarles todos los planes de la Orden, pero ya lo tenían todo pensado; habían maldecido a Aria, si algún miembro de su familia con quien Aria compartía sangre descubría quién era ella realmente, su hermano moriría. Además, obligaban a Aria a llevar un colgante con una piedra teñida del color de la sangre que contenía en su interior y que tenía el poder de modificar el aspecto físico de las personas; mientras llevase puesto dicho collar, su aspecto se parecería más al de los Yuna y sería más creíble su parentesco, así todos pensarían que ciertamente era hija suya.

Aria estaba muy nerviosa, por un lado estaba emocionada por volver a ver a su hermano y a sus padres pero, por otro lado, le daba miedo que la descubrieran y que por su culpa le ocurriera algo terrible a Áxel.

Se miró al espejo con el collar puesto y apenas podía reconocerse. Normalmente tenía el pelo castaño y liso, con los ojos grandes y azules, pero su aspecto había cambiado: Su pelo se había vuelto negro y rizado y sus ojos habían empequeñecido y tenían un aspecto más rasgado, también le habían cambiado a color marrón muy oscuro, casi negro. Además, era más alta y delgada de lo que ella era realmente. Le daba asco mirarse en el espejo, ya que en él veía a una versión más joven de Hesme, la culpable de que su vida hubiera sido un auténtico infierno esos once años. Una vida solitaria y sin sentir el cariño y amor de una familia, habiendo presenciado muchas torturas y muertes de personas inocentes que habían sido ejecutadas por la Orden.

Aria miró por la ventana de su habitación, podía ver el jardín y el muro que rodeaba la casa, el que siempre la había mantenido apartada del resto del mundo. Se había criado en una bonita casa, era muy grande con cuatro habitaciones. El salón y la cocina eran enormes y también tenía dos baños. El jardín no era demasiado grande pero era muy bonito y tenía muchas plantas y flores, se parecía bastante a la casa en la que había vivido con sus padres antes de ser secuestrada. Lo que no le gustaba a Aria de esa casa era que estaba apartada de la ciudad, en medio del campo y no tenía vecinos ni gente cerca con la que poder interactuar. Aria se había criado lejos de todo y de todos durante esos once años, sólo había tenido contacto con los Yuna y algunos de los miembros de la Orden de los Siniestros. Estaba ansiosa por poder salir por fin de aquella casa y alejarse de aquella horrible vida, llevaba mucho tiempo esperando ese momento.

Siempre soñaba con volver a ver a sus padres y a su hermano; se imaginaba llegando a Scanya y de alguna loca o absurda manera poder romper la maldición de los Yuna. Entonces, ella podría mostrarse como era realmente frente a su familia y ellos la reconocerían de inmediato. Ellos le dirían que la habían estado buscando sin cesar y que la habían echado mucho de menos y se fundirían los cuatro en un gran abrazo en familia. Todos serían muy felices y llorarían de alegría por el reencuentro. Algunas veces dejaba escapar algunas lágrimas imaginando cómo sería cuando volviera a verlos, Aria tenía mucha imaginación y a veces se perdía en sus pensamientos; le gustaba mucho soñar despierta.

Lo que más había imaginado era como escaparía de los Yuna, lo había intentado muchas veces pero siempre la habían acabado descubriendo y Hesme le hacia vivir un infierno por ello. Al principio, Hesme y Haro Yuna la habían criado como si fuera hija suya, le habían intentado enseñar a ser una de ellos y querían que al crecer formara parte de la Orden, pero al ver que no lo lograban la despreciaban, la humillaban y castigaban continuamente, en especial Hesme. Toda su vida había sido una auténtica pesadilla. Dos años atrás, Aria fingió que quería formar parte de la Orden y así hacerles creer que su “educación” había surtido efecto, pero a los pocos meses la descubrieron intentando escapar. Sólo consiguió con eso crearles más desconfianza y que retrasaran su entrada en la academia un año, tenía que haber entrado en la academia con dieciséis años, pero Aria entraría con diecisiete.

En esos meses en los que fingió ser parte de la Orden, le enseñaron muchos secretos sobre la magia que, quizás, podrían servirle para sobrevivir en Scanya, ya que allí todos la odiarían por, supuestamente, ser la hija de los Yuna.

 



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En el texto hay: hermanos, magia, academia

Editado: 29.01.2023

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