Scanya. Academia de Artes Mágicas.

2. Amanda Yuna

Por fin había llegado el día en el que Aria iría a Scanya. Aquella noche apenas había podido dormir tan sólo unas pocas horas, ya que estaba demasiado nerviosa pensando en lo que ocurriría ese día . Ya se había vestido con unas mayas y camiseta negras y había preparado un bolso negro con todo lo necesario para su estancia en la academia, llevaba ropa, libros, cuadernos y material para coger apuntes. También había preparado una pequeña navaja mágica que le había regalado Haro, le había dicho que se la llevara por lo que pudiera pasar. En la academia entrenan a brujos y guerreros y podría ser que alguien quisiera hacerle daño por ser Amanda Yuna.

Miró su habitación antes de salir por la puerta, era una habitación bastante grande, tenía una cama doble para ella sola, un gran armario con un espejo que ocupaba una de las puertas y un escritorio con una silla. Sólo tenía una ventana en su habitación a la que le habían puesto unos barrotes de hierro por si intentaba escapar. Las paredes estaban decoradas con recortables de revistas y posters de personajes de sus series y películas favoritas, ya que al pasar tanto tiempo sola había visto mucho la televisión; también es verdad que desde siempre le había gustado mucho ver la televisión. Tras echar el último vistazo a su habitación, cerró la puerta y bajó las escaleras al piso de abajo.

— Amanda estás preciosa— le dijo Hesme con tono de burla—. ¿Sabes lo que tienes que hacer, verdad? ¿O debo repetirlo?

— Si, ¡ya me lo habéis repetido muchas veces, Hesme! ¡Y mi nombre es Aria!

— Niña insolente que ganas tengo de perderte de vista… Más te vale que hagas lo que te hemos dicho sino habrá consecuencias, ya sabes que no debes traicionarnos si no quieres que le pase nada malo a tu amado hermano— dijo Hesme y después de proferir una risa fingida sujetó a Aria por la barbilla para que la mirase directamente a la cara—. Tendrás que acostumbrarte a tu nueva identidad, a partir de ahora eres Amanda, todos te llamaran y conocerán por ese nombre.

Aria consiguió zafarse de Hesme y puso los ojos en blanco, Hesme la exasperaba demasiado, ambas se odiaban desde siempre. Hesme era una mujer muy seria, pocas veces la había visto Aria sonreír, solo la había visto reír cuando disfrutaba haciendo daño a los demás. Era un poco más alta que Aria y también más delgada. Su pelo era muy negro y rizado, lo llevaba siempre suelto, casi nunca se lo recogía. Sus ojos eran más bien pequeños y de un color muy oscuro; Aria no estaba segura si eran de color marrón muy oscuro o negros. Ella siempre había pensado que el color de sus ojos era tan oscuro como su corazón, si en verdad lo tenía, ya que también dudaba de eso porque a veces pensaba que era imposible que una persona tan cruel tuviera corazón. Aria miró el reloj, ya tenía que irse para coger el autobús que la llevaría a la academia. Cogió sus cosas y se puso una gorra negra para que nadie reconociera a un miembro de la familia Yuna. No quería tener problemas con nadie durante el viaje.

— Nos esconderemos en un lugar secreto para que no te puedan sonsacar donde estamos. Cuando descubras como conseguir los tres libros mágicos házmelo saber por medio de este brazalete— le dijo Haro dándole un brazalete a Aria—. Podrás contactarnos siempre que quieras. Buen viaje, pequeña— se despidió de ella colocando una mano sobre su hombro.

A pesar de pertenecer a la Orden de los Siniestros y de ser el marido de Hesme, la verdad es que Haro no se había portado tan mal con Aria. Cuando Hesme la castigaba sin comer, él le había llevado comida a escondidas. Y cuando ella no podía dormir por la noche, Haro iba a contarle alguna de sus historias de cuando era joven y se quedaba con ella hasta que se dormía profundamente. Él no era bueno, Aria sabía que tenía un lado oscuro, pero era la única persona que había mostrado algo de simpatía hacia ella durante esos once largos años. Haro siempre la miraba con cariño, rara vez le gritaba y tampoco recordaba que la hubiera tratado mal en ningún momento en todos los años en los que vivió con ellos. Él tampoco es que hubiera expresado muestras de afecto hacia Aria, pero ella estaba segura de que no lo había hecho porque Hesme jamás se lo hubiera permitido. Él era demasiado bueno y paciente con Hesme.

Aria miró a Haro por última vez antes de partir a Scanya, a pesar de que Hesme y Haro tenían la misma edad, él parecía más joven que ella. Tenía el pelo corto y negro, no dejaba asomar ninguna cana. Le miró a los ojos, los tenía marrones y rasgados, su familia paterna era de origen asiático, de ellos había heredado sus ojos rasgados. Ella se despidió de él con la mano y le dedicó una leve sonrisa. Él también le sonrío y le guiñó un ojo y, seguidamente, le lanzó un hechizo mágico, el cual transportó a Aria hasta la parada del autobús que tendría que coger para ir a Scanya.

Aria se puso el brazalete que le había dado Haro, él tenía uno similar, ambos eran de color plateado y estaban conectados entre sí, así podrían comunicarse entre ellos. También le había otorgado un poder bloqueador al brazalete, ella debía de llevarlo puesto para que bloqueara uno de sus poderes. Le habían explicado que para ingresar en Scanya, hacían una ceremonia de iniciación para saber cuál era el poder de los futuros alumnos y a que hermandad pertenecerían.

En Scanya había tres hermandades diferentes, dependiendo de la habilidad mágica o el poder que poseían los alumnos se les asignaría a una de las tres. Hay quienes poseían hasta dos poderes diferentes, heredados de su padre y su madre biológicos si ambos poseían magia, y debían elegir a que hermandad querían pertenecer. Sólo había un caso conocido por todos de una persona que poseía los tres poderes y ese era su hermano, Áxel. Aunque no era el único, Aria también poseía los tres poderes, pero nadie que no fuera perteneciente a la Orden lo sabía porque el resto del mundo pensaba que ella estaba muerta.

Scanya estaba formada por tres edificios, cada uno pertenecía a una de las tres hermandades. Por un lado, estaban los Heam, que eran los especialistas en artes mágicas, capaces de realizar todo tipo de hechizos o conjuros mágicos, cualquier tipo de magia, incluso la magia negra, pero estaba prohibida en Scanya y no la enseñaban a sus alumnos en la academia. Los Dagma eran domadores de animales mágicos y grandes guerreros, poseían una velocidad y una fuerza superiores al resto de las personas y eran expertos en la utilización de armas mágicas. Y, por último, los Senn, quedaban muy pocas personas con este poder, ya que eran descendientes de los elfos y tenían el poder de sanar y de manipular todos los elementos de la naturaleza, también podían comunicarse con todo tipo de animales.



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En el texto hay: hermanos, magia, academia

Editado: 29.01.2023

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