Scanya. Academia de Artes Mágicas.

3. Scanya

Ya subida en el autobús, Amanda buscó un sitio para sentarse. Había muchos chicos y chicas sentados en grupos de cuatro, hablando animadamente entre ellos. Se sentó al principio del autobús, en los únicos asientos en los que no había nadie, quería pasar desapercibida y tener un viaje tranquilo. Los asientos eran muy cómodos, había cuatro asientos, colocados dos enfrente de otros dos, separados por una pequeña mesa colocada en el centro. No era un autobús normal y corriente, ya que por dentro era mucho más grande que un autobús normal, había mucho espacio entre cada grupo de asientos, cosa que Amanda agradeció, así no tenía a nadie cerca para molestarla o descubrir su identidad.

Por el camino, el autobús paró varias veces para recoger a más gente que se dirigía a Scanya. En la última parada, antes de seguir su camino hacia la academia, se subió un chico alto y muy moreno con el pelo rizado, que se quedó mirando hacia los asientos, parecía dudar sobre donde sentarse. Unos chicos que había sentados en unos asientos cercanos a Amanda, cuando lo vieron, comenzaron a hablar entre ellos y reírse de él.

Amanda sintió pena por él, querría haberlo ayudado pero no quería tener problemas con nadie, no quería llamar la atención. En ese momento, uno de los chicos que se sentaban cerca de Amanda, muy alto y fuerte con una gran cresta en su pelirrojo pelo, se levantó y se acercó al indeciso chico que acababa de subir al autobús.

— Hola, cobardica ¿Para que has vuelto?¿Vas a volver a salir huyendo?— le dijo entre risas a la vez que le empujaba—. Eres una vergüenza, no deberías estar aquí…

El chico le miró pero no dijo nada, no quería tener problemas con el chico de la cresta, simplemente agachó la cabeza. El chico de la cresta volvió a su sitio con sus amigos a seguir burlándose desde su asiento de aquel pobre chico.

— Puedes sentarte aquí, si quieres…— le dijo Amanda, no quería que siguiera de pie sin tener un sitio donde sentarse.

— Gracias— le dijo aquel chico a la vez que se sentaba en el asiento que había justo en frente de Amanda—. Soy Sebastián Cravan, por cierto.

— Encantada— le dijo Amanda, esperando que él no le preguntara su nombre.

— ¿Y tú eres…?

— ¿Es tu primer año?— le preguntó Amanda.

— Se puede decir que sí… ¿Y el tuyo?

— El mío también.

— Oye, no me has dicho tu nombre…

— ¿Por qué se metían contigo esos chicos?— le preguntó Amanda para cambiar de tema.

— Porque… porque son unos abusones— le dijo al cabo de un rato, se le veía incómodo con el tema, así que Amanda no quiso preguntar más.

Siguieron el resto del viaje sin apenas intercambiar palabras hasta que por fin, llegaron a Scanya. La academia se encontraba en medio de un denso gran bosque lleno de árboles grandes y frondosos. Estaba apartada de la ciudad, escondida para que no pudiera ir cualquiera allí, sólo las personas que podían hacer uso de la magia sabían de su existencia y sólo se podía llegar allí por medio de la magia o si te llevaba el autobús mágico.

Amanda bajó del autobús y se quedó asombrada con lo que vió. Había tres edificios de aspecto antiguo. El primero era negro y poseía gárgolas y figuras con imágenes de animales y criaturas diferentes que sobresalían de sus muros. En la entrada había dos grandes figuras de dos dragones imponentes.

— Es el edificio de los Dagma— le dijo Sebas, que había bajado del autobús justo detrás de ella—. En esta parte de aquí están las habitaciones de la hermandad, la sala de reuniones y el comedor. En la parte de atrás están las aulas donde se imparten las clases, también hay un gran terreno detrás dónde entrenan y están las parcelas donde viven los animales.

— Lo conoces muy bien para ser tu primera vez aquí…

— En realidad, empecé el año pasado pero… me tuve que ir antes de terminar el curso, así que supongo que tendré que repetir el primer curso.

Siguieron andando por el terreno de la academia hasta llegar al segundo edificio. Parecía más pequeño que el de los Dagma, pero era mucho más alto y tenía un gran tramo de escaleras que había que subir para llegar a la puerta de la entrada. El edificio era de color gris claro, tenía muchas ventanas y poca decoración. En ambos lados de las escaleras había grandes bolas de fuego que levitaban solas con algún tipo de hechizo.

— Es el edificio Heam— le dijo Sebas— y es a donde tenemos que ir, el director estará esperando a los alumnos nuevos para explicarles todo sobre la ceremonia de inicio.

A Amanda le dio un vuelco el corazón, al final de aquellas escaleras estaba su padre y por fin volvería a verlo. Llevaba mucho tiempo esperando ese momento pero a la vez, sentía mucho miedo ya que él la vería como a una de los Yuna.

Sebas empezó a subir el gran tramo de escaleras del edificio y Amanda comenzó a seguirle. Cuando les quedaba menos de la mitad de los escalones para llegar, vieron a un hombre que los miraba desde allí arriba y que Amanda no tardó en reconocer; no le quedaba duda alguna, aquel hombre era su padre.

 



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En el texto hay: hermanos, magia, academia

Editado: 29.01.2023

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