Scanya. Academia de Artes Mágicas.

4. Bienvenida a la Academia

Cuando llegaron a lo más alto de las escaleras, pudo ver bien a su padre. Se le veía un poco más envejecido y le asomaban algunas canas en su pelo castaño, pero era él, con esos grandes ojos verdes, tal y como ella lo recordaba.

— Bienvenidos, soy el director de la hermandad Heam, Gabriel Arlet. Decidme vuestros nombres.

— Hola profesor, soy Sebastián Cravan, no sé si se acordará de mí del año pasado…

— Si, me acuerdo de ti. ¿Y tú como te llamas?— preguntó mirando a Amanda.

Amanda no podía hablar, tenía un nudo en la garganta por la emoción de volver a ver a su padre y estaba haciendo un gran esfuerzo para aguantar las ganas de llorar. Gabriel la miró extrañado por no obtener respuesta, entonces, mientras la miraba, su expresión cambió. Su rostro se volvió muy serio, era posible que ya sospechara a que familia pertenecía Amanda.

— Soy… —dijo cuando por fin le volvió la voz— … Amanda Yuna, señor.

Gabriel se quedó mirándola un buen rato, estaba muy serio, quizás es que no se esperaba que Amanda fuera a Scanya, al no presentarse el curso pasado.

— De acuerdo. Dentro de un rato será la ceremonia de iniciación para entrar en Scanya, donde conseguiréis el brazalete de vuestra hermandad— les explicó Gabriel—. Como ya sabréis, los brazaletes son esenciales para fortalecer vuestra magia, os ayudaran a concentrar todo vuestro poder. La ceremonia es sencilla, cuando diga vuestro nombre tendréis que pasar por los tres libros del poder, cada libro posee uno de los tres grandes poderes (Heam, Dagma y Senn), deberéis colocar la mano encima de cada uno de ellos y dependiendo del libro que activéis se os asignará un brazalete. El color del brazalete dependerá del poder que tengáis, en el caso de que poseáis más de un poder deberéis elegir a que hermandad queréis pertenecer.

También les dijo que no habían completado el primer curso de Scanya, pero que tenían la opción de demostrar sus habilidades mágicas y entonces, así podrían ir al segundo curso, que sería el que les correspondía, en realidad. Ambos accedieron para intentar pasar la prueba para ir a segundo curso. Amanda tenía dudas de aprobarla, quizás era difícil para ella, pero lo quería intentar para poder ir a clase con su hermano, Axel, ya que él iría a segundo curso. Gabriel les hizo varias preguntas sobre el buen uso de la magia, eran muy fáciles y, tanto Amanda cómo Sebas contestaron a todo fácilmente. También tuvieron que demostrarle que sabían realizar hechizos sencillos como el hechizo para hacer levitar cosas o el hechizo para hacer algo más grande o más pequeño. Amanda agradeció que Haro se hubiera tomado la molestia de enseñarle varios hechizos y conjuros de los Heam, así pudo superar la prueba muy fácilmente.

— Muy bien chicos, los dos habéis aprobado, así que empezareis en el segundo curso— les dijo Gabriel finalmente—. ¿Tenéis alguna pregunta? Si tenéis dudas preguntad antes de la ceremonia, que será dentro de una hora.

— No, señor.

— De acuerdo, dentro de media hora acudid al centro de ceremonias, al lado del edificio Senn. Ahora, si me disculpáis, tengo que irme. Hasta luego.

Gabriel entró al edificio Heam y Amanda y Sebas bajaron por las escaleras para dirigirse al centro de ceremonias. Sebas estaba muy callado, no miraba a Amanda, ni le dirigía la palabra.

— ¿Te pasa algo, Sebas?

— ¿Por qué no me lo dijiste?— le preguntó un tanto alterado—. Eres la hija de los Yuna, ahora todos me odiarán por verme contigo.

— ¿Lo dices en serio, Sebas? ¿Tengo yo la culpa de lo que han hecho mis padres o de ser su hija?— le recriminó Amanda enfadada—. Los hijos no deberían de cargar con la culpa de los actos de sus padres…

— Lo siento Amanda, yo…

— No te preocupes, no te verán más conmigo. Adiós Sebas, te deseo buena suerte.

Amanda se fue enfadada con paso ligero, no quería volver a hablar con él. Ella ya sabía que su vida sería así en Scanya, en cuanto todos supieran que era hija de los Yuna, nadie querría acercarse a ella. Todos la iban a odiar allí y estaría siempre sola.

Amanda se fue sola a buscar el centro de ceremonias. Vio un lago al otro lado del edificio Heam, en el centro del lago había un pequeño edificio, era blanco aunque a penas se apreciaba porque estaba rodeado de plantas y enredaderas por toda la fachada. Debía de ser la casa de los Senn. No había ningún camino, ni puente, ni barca para ir al edificio Senn. Amanda se preguntaba cómo cruzarían los alumnos para llegar allí.

— Los Senn pueden manipular la naturaleza, pueden apartar el agua o andar sobre ella sin siquiera mojarse— era la voz de Sebas, quién le había seguido.

— ¿Que haces aquí? Vete antes de que te vean conmigo.

— Perdóname por favor, he sido un tonto— se disculpó Sebas.

— Todos me van a odiar aquí por ser hija de mis padres, no es justo, yo no soy como ellos…— dijo ella con pesar.

— Lo sé Amanda y tienes razón. Vas a tener que ser fuerte aquí y defenderte o, de lo contrario, te aplastarán. Te lo digo por experiencia…

— He tomado la decisión de comportarme como ellos, fingir que soy dura y despreciable, así nadie se acercará a mí ni me harán daño.

— No estoy seguro de que eso sea lo mejor, si te comportas así todo el mundo pensará que eres igual que tus padres…— le dijo él mirándola con tristeza.

— No sé si haré lo correcto, pero es la única manera que tengo de sobrevivir aquí, en Scanya. Prométeme que no se lo dirás a nadie, que no les dirás que soy débil.

— Te lo prometo Amanda, pero no pienso que seas débil, sino no estarías aquí.

Amanda se quedó callada. Había vivido muchas cosas horribles a lo largo de toda su vida. Había presenciado actos atroces y ella, no había hecho nada para evitarlos, había sido una cobarde toda su vida por no haber ayudado a todas esas personas inocentes. Eso le había marcado para siempre.

 



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En el texto hay: hermanos, magia, academia

Editado: 29.01.2023

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