Scanya. Academia de Artes Mágicas.

10. Los Dagma

Era jueves y Amanda tenía su primera clase con los Dagma. Al ponerse el brazalete, pulsó el símbolo Dagma y su ropa se sustituyó por el uniforme de aquella hermandad. Era de color negro y la tela del traje era más gruesa que la de los Heam, pero también era muy cómodo y ligero. Llevaba unas botas negras de estilo militar muy cómodas.


Amanda salió de su habitación y se encontró con Sebas, quien estaba fuera esperándola. Ambos acudieron a la hermandad Dagma. Sebas apenas hablaba, estaba muy serio y nervioso, algo le había ocurrido el año anterior en aquella hermandad y por eso se había ido a mitad de curso, pero él no quería hablar del tema con Amanda. Ella esperaba que algún día estuviera preparado para hablar de ello, mientras tanto tampoco le quería presionar con preguntas.


El edificio de la hermandad Dagma era oscuro y muy grande, aunque mucho menos alto que el edificio Heam y no tenía escaleras, cosa que ambos agradecieron. En la fachada del edificio había innumerables gárgolas que representaban animales mágicos diferentes, si que había oído hablar de algunos de ellos, pero había otros que Amanda jamás había visto. Al comienzo del sendero que llevaba a la entrada de la hermandad había dos figuras de piedra que representaban dos dragones que imponían mucho respeto, eran muy grandes y algunas veces daba la sensación de que estuvieran vivas.


Amanda y Sebas se disponían a cruzar el sendero para llegar a la entrada, pero entonces los dragones se movieron. Sebas indicó a Amanda que no siguiera caminando e intentó calmar a los dragones acercándose a ellos lentamente pero los dragones no parecían contentos y uno de ellos abrió la boca dispuesto a lanzarles una llamarada de fuego a ambos.


—   ¡Corre! —le gritó Sebas a Amanda a la vez que la cogía de la mano y ambos corrieron por el sendero esquivando justamente una gran bocanada de fuego que estuvo a punto de quemarlos, se libraron por muy poco.


—   ¡Sebas podías haberme avisado de que están vivos!— le dijo Amanda todavía un poco asustada.

 

—   Si te hubiera avisado no habría tenido gracia, ¡tenías que haber visto tu cara!— se rió Sebas—. Pero los dragones no son lo peor, espera a que lleguemos a la entrada…


En la entrada de la hermandad había dos leones de piedra gigantescos de aspecto feroz que custodiaban la puerta, no había otro modo de entrar en la hermandad así que no les quedaba otra opción que cruzar esa puerta. Sebas y Amanda se quedaron quietos ante la mirada recelosa de aquellas dos grandes bestias.


—   Leoncitos bonitos ¿Os acordáis de mi? Soy Sebas, estuve el año pasado en esta hermandad ¡dejadnos pasar, por favor!— les suplicó Sebas, cosa que a Amanda le hizo gracia ya que parecía que les hablaba a dos niños pequeños.


Los leones se abalanzaron sobre Sebas y él profirió un gritó se terror; Amanda también gritó asustada. En ese momento, se escuchó un silbido y ambos leones se apartaron de Sebas y se dirigieron hacia un hombre que había justo en la puerta de la hermandad. Era un hombre bastante alto y grande. Tenía los ojos marrones y el pelo castaño y una barba corta que cubría parte de su rostro. A Amanda le pareció que era un hombre serio e imponente. Él les indicó a Amanda y Sebas que lo siguieran y los tres entraron en la hermandad.


—   Buenos días alumnos, soy Arturo Josmar, director de los Dagma y este curso voy a ser vuestro maestro. Os enseñaré a usar todo tipo de armas mágicas y también a que aprendáis a cuidar y a convivir con los animales que viven en nuestra hermandad.


Amanda y Sebas lo siguieron a la clase donde estaban el resto de alumnos de segundo curso de la hermandad Dagma. El edificio era muy diferente al Heam. Las paredes estaban decoradas con piedras oscuras, había pinturas colgadas por las paredes de animales feroces, algunas imágenes eran de batallas de guerreros Dagma. A Amanda le llamo la atención un gran cuadro de un hombre joven montado sobre un dragón, con una gran espada de luz en sus manos, se preguntaba si esa imagen era real o inventada por el pintor. Por la decoración, parecía un castillo antiguo. Cuando llegaron a la clase vieron al chico de la cresta, el que se había burlado de Sebas en el autobús de Scanya. También estaba Áxel, quien les miro con cara de desagrado al verlos llegar.


Los Dagma no tenían apenas clases teóricas, casi todo era práctica. A parte de la teoría que estudiaban en común las tres hermandades, que era Historia de la Magia, la única teoría que les enseñaban era sobre los tipos de armas y las diferentes especies y cuidados de los animales. Después de la clase teórica fueron a la cafetería a comer algo. Era todo muy diferente a la de la hermandad Heam. Eran 4 grandes mesas muy largas y la comida estaba repartida por las mesas para que cada uno se sirviera lo que quisiera. Vieron a una mujer que se encargaba de la cafetería Dagma, que a Amanda le resultaba muy familiar.


—   No sabía que Lidia se ocupaba de las dos cafeterías— le dijo Amanda a Sebas-. ¿Cómo lo hace para estar en ambos lugares a la vez?


—   Ella no es Lidia, es su hermana Laura, fíjate en la verruga, la lleva en el lado izquierdo.


Sebas tenía razón, a diferencia de Lidia, quien tenia una verruga debajo de la nariz en el lado derecho, Laura la tenía en el lado izquierdo. Al menos así podrían diferenciarlas, ya que por lo demás eran idénticas.


Estaban terminando de comer, cuando el chico de la cresta se acercó a molestar a Sebas. Era muy alto y fuerte, con una piel muy pálida y tenía muchas pecas en la cara. Sus ojos eran verdes y llevaba su pelirrojo pelo peinado en una gran cresta, llamaba bastante la atención. Junto a él estaba una chica alta, muy morena de pelo negro todo recogido en finas y largas trenzas, con unos grandes ojos marrones.


—   Hola Cravan, no pensaba que te atreverías a volver por aquí— le dijo el chico de la cresta—. ¿Volverás a salir corriendo como el año pasado?



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En el texto hay: hermanos, magia, academia

Editado: 29.01.2023

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