16. El castigo

—¡No es justo! ¿Por qué me hace esto mi propio padre?— se lamentaba Áxel, estaba molesto porque su padre le había castigado— ¿Me estáis escuchando chicos…?

Áxel intentaba desahogarse con Víctor y Mary, pero estaban demasiado ocupados discutiendo sobre la existencia de algo más allá de la muerte, tenían la costumbre de discutir por todo ya que ambos querían llevar la razón siempre.

—   ¡Si, seguro! Y también habrá angelitos tocando el arpa y el violín… Eres demasiado infantil Víctor, ¡madura un poco!— se burlaba Mary.

—   ¡Yo seré infantil, pero tú eres la persona más antipática que he conocido nunca!— le decía Víctor enfadado.

Áxel se sentó al lado de Peter, ya que era la única persona “normal” que había allí en ese momento, él estaba muy callado, parecía estar inmerso en sus pensamientos.

—   Hola Peter, me ha parecido que mirabas a la Yuna cuando hablabas antes en clase… ¿Es que sois amigos o algo así?— le preguntó Áxel un tanto molestó con su amigo.

—   ¡No, claro que no! Sólo explicaba la historia de mi familia, pero a todos, no sólo a ella…— le dijo Peter, quién parecía haberse puesto un poco nervioso.

—   Pero me ha parecido que la estabas mirando a ella…

—   Quizás lo he hecho sin darme cuenta, ya sabes que me emociono hablando de mis raíces... No te preocupes por eso, Áxel, apenas la conozco y no he hablado con ella… Bueno, me tengo que ir, mi abuela me necesita. Luego nos vemos— dijo Peter y seguidamente se levantó y abandonó la cafetería de la hermandad Heam.

Eran casi las cinco de la tarde y Áxel se dirigía al despacho de su padre, no quería llegar tarde ya que a Gabriel le gustaba la puntualidad. Cuando llego a la sala de espera se encontró a Amanda Yuna, estaba sentada en una de las sillas esperando a que saliera el director. Ambos se miraron de una manera un tanto incómoda, Áxel no quería estar allí a solas con ella así que fue a llamar a la puerta del despacho de su padre. Cuando se disponía a llamar a la puerta, justamente la abrió Gabriel en ese momento y Áxel se tuvo que apartar para que saliera su padre del despacho.

—   Seguidme, chicos— les indicó el director Heam.

Gabriel salió de la sala de espera y ambos le siguieron por los pasillos de la hermandad Heam. Bajaron unas largas escaleras hasta que llegaron a una gran puerta doble que Gabriel abrió y la atravesaron los tres juntos. Esa puerta era la entrada de la biblioteca de la hermandad. Era un espacio muy amplio y con mucha altura con forma hexagonal. La biblioteca se componía de cinco pisos, los cinco tenían las paredes llenas de estanterías que contenían una gran cantidad de libros. Al pie de las estanterías del piso de abajo había varias plataformas metálicas de pequeño tamaño y escasa altura. También había varias mesas con sillas que se encontraban en el centro de la biblioteca.

—   Ya que este verano te has interesado tanto por la lectura y has pasado mucho tiempo aquí leyendo— dijo Gabriel refiriéndose a su hijo—, he pensado que vuestro castigo va a ser limpiar todo el polvo de las estanterías de la biblioteca y ordenar todos los libros de cada sección por autor y alfabéticamente.

—   ¿Qué? ¡Pero no terminaremos nunca!— se quejó Áxel a quien le parecía un trabajo demasiado agotador.

—   Si trabajáis en equipo no tardareis tanto, además tenéis muchos días para hacerlo— le dijo Gabriel con una sonrisa—. Ahora tengo que irme, si necesitáis cualquier cosa ya sabéis dónde encontrarme.

—   ¿De verdad piensas irte y dejarme solo con la Yuna?— Áxel recordó que Amanda estaba enamorada de él y le parecía incómoda la idea de tener que quedarse solo con ella—. Papá ¿y si me hace algo? ¡No me dejes solo con ella!

—   ¿Acaso crees que voy a aprovecharme de ti o algo así, Áxel?— le preguntó Amanda mirándole con asombro.

—   No lo sé… espero que no— dijo Áxel de manera dudosa y Amanda puso los ojos en blanco, ya que parecía exasperarle su comportamiento.

—   Áxel, por favor, no seas crío— le dijo su padre riéndose—. Si ocurre algo me avisáis y vendré enseguida. En la mesa tenéis la lista con todos los libros que hay en la biblioteca. Os aconsejo que empecéis ya, tenéis mucho trabajo por delante…

Dicho esto, Gabriel les giñó un ojo y, seguidamente, salió por la puerta de la biblioteca. Áxel se había quedado solo allí con Amanda Yuna, cosa que le resultaba demasiado incómoda.

—   Vamos a hacer una cosa, tú empieza por las estanterías de la derecha y yo por las del lado izquierdo y no te acerques a mí ¿de acuerdo, Yuna?— dijo Áxel mirando a Amanda con desdén.

—   Lo que tú digas…

Ambos cogieron un listado con todos los libros, había miles de nombres de libros diferentes. Áxel empezó a limpiar una de las estanterías de abajo y Amanda lo observó atentamente durante un momento.

—   ¿Qué estas mirando, Yuna?— preguntó Áxel, que se había percatado de que Amanda lo miraba.

—   Nada… estaba pensando que sería mejor empezar por las estanterías de arriba del todo, porque el polvo de arriba caerá abajo; no tiene sentido limpiar primero lo de abajo para luego volverlo a ensuciar— dijo Amanda sin mirar a Áxel—. Pero, ¿cómo vamos a subir hasta allí arriba? No hay escaleras para subir y esas plataformas son muy pequeñas para poder llegar allí arriba…

Áxel meditó las palabras de Amanda y decidió que tenía sentido empezar a limpiar por arriba e ir bajando, así que se acercó a las pequeñas plataformas que había al pie de las estanterías de libros. Tras subirse a una de ellas, él se concentró y dirigió a la plataforma mentalmente para así subir despacio al piso que había arriba del todo.

—   ¿Cómo has hecho eso?— le preguntó Amanda, pero Áxel hizo caso omiso a sus palabras y no le contestó.

Áxel comenzó a limpiar las estanterías que le correspondían y de vez en cuando miraba hacia abajo y se reía de Amanda porque no podía hacer que las plataformas la subieran al piso de arriba, le hacía gracia ver cómo lo intentaba sin obtener un buen resultado.