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Habían pasado dos años desde que se había ido.
Y ahora después de tanto estaba regresando a su país de origen.
Japón era lindo, eso no lo podía negar, le gustaba, sin embargo, sentía que ya era hora de volver de todos modos daba igual donde estuviera él siempre estaría solo.
Miraba desde la ventana del auto, la ciudad no había cambiado mucho, pensaba solo había algunas alteraciones, pero nada muy significativo.
Había llegado al departamento donde se hospedaría a partir de este momento. Se bajó del taxi con su respectiva maleta y se dirigió al piso que le corresponde.
El apartamento estaba en el octavo piso, estando este amoblado, tenía la combinación perfecta entre sencillo y elegante, contaba con solo una habitación y un baño, una cocina sencilla y la sala era de un buen tamaño, aunque lo que más destacaba del apartamento era la vista impecable que reflejaba la capital.
Así era como siempre estaba solo.
Vivía solo, comía solo.
La soledad era algo que siempre había estado presente en una gran parte de su vida.
Y aunque estuviera acostumbrada a esta, eso no lo hacía menos doloroso.
De alguna manera él sentía que merecía esto.
Tal vez así era como estaba destinado a vivir.
Se fijo en la hora dándose cuenta qué todavía no era ni el medio día, se sentía cansado, sin embargo, tampoco quería pasar el resto del día encerrado, sobre todo porque acaba de volver y a su parecer sería un crimen quedarse ahí sin hacer nada. Aparte tenía hambre, así que aprovecharía y comería algo
...
Había salido de su departamento hacia un restaurante donde siempre comía antes de mudarse. Se pidió una de sus comidas favoritas, específicamente tteokbokki extrañaba esto claramente lo vendían en Japón, pero nunca sería igual al original.
Después de terminar de comer decidió que iba a ir a una librería.
Tanto los libros como los cómics lo ayudaban a que su soledad no se sintiera tan fuerte, eran como un salvavidas que lo hacían olvidar su realidad por un momento.
Por eso le encantaba leer y sumergirse a un mundo completamente nuevo y diferente.
Se preguntó por un momento si aquella tienda de comics todavía existirá.
Estaba dirigiéndose a una librería donde solía comprar la mayoría de los libros que tenía.
Al llegar percibió un aire denso, impregnado de un profundo silencio.
Estaba igual a como la recordaba.
No había muchas personas en esta, aparte de unos cuantos trabajadores y algunas personas dispersadas al rededor del lugar.
Caminaba sumergido en sus pensamientos de un momento a otro, sintió su celular vibrar.
Lo saco de sus bolsillos y mientras caminaba leyó el mensaje.
Era de su padre el cual decía:
"No olvides que mañana es tu primer día de clases en Saebom High School siento no haber podido recogerte en el aeropuerto, espero que mañana tengas un buen día de clases y llámame cuando puedas."
Sin saberlo, este simple mensaje desencadenó una serie de eventos desafortunados.
Al estar distraído no noto el aviso del piso mojado, tampoco noto que los cordones de sus zapatos estaban desamarrados y mucho menos noto que alguien que estaba igual de distraído que él caminaba en la misma dirección.
El choque fue inevitable, ambos cayeron al suelo, mezclando sus cuerpos en un lío tumultuoso, quedando uno encima del otro.
El ambiente de la librería cambió por completo, las pocas personas que estaban ahí se acercaron a ver qué pasaba y que era lo que había sonado tan fuerte.
Cuando ambos estaban a punto de disculparse y ponerse de pie, sus miradas se encontraron y durante unos segundos los jóvenes se observaron con sorpresa y confusión sin poder comprender lo que acababa de pasar.
Solo había un pensamiento en su cabeza.
MIERDA.
— ¡Quítate de encima! - le grito Seojun mientras lo empujaba.
Ambos rápidamente se pusieron de pie acomodándose su ropa y cabellos, Suho también aprovecho esto para amarrarse los cordones.
Las personas que antes los habían estado observando volvieron a seguir con lo que estaban haciendo.
— Así que volviste - comentó.
Suho le sorprendió que este le dirigiera la palabra, así que solo asintió.
Bueno, fue un agradable encuentro espero y jamás se repita - hablo con sarcasmo y se fue chocando intencionalmente con Suho.
— ¡Como si a mí me agradará volver a verte! - le grito.
Y Seojun solo le saco el dedo del medio.
...
No puede ser.
Que tan mala tenía que ser mi suerte para que de todas las personas que podía encontrarme justo fuera él.
El mismísimo Seojun.
Estaba guapo, eso no lo podía negar, bueno, en realidad Seojun siempre había sido guapo.
Su cabello ahora estaba más largo, y tenía una perforación en la oreja, también estaba más alto.
De repente no entendió por qué estaba pensando así de Seojun.
Igual estaba convencido de que ya no lo iba a volver a ver más.