Schizophrenie

Capitulo 5

Cuando nuestras miradas se cruzaron, sentí un escalofrío recorrerme la espalda. Allí estaba él, con esa mirada tan fría pero a la vez con una sonrisa arrogante como si me estuviera diciendo yo tengo el control.

Lentamente él se comenzó a acercar, acompañado de mi hermana quien iba feliz de ver a su mejor amigo de regreso, por una parte me alegraba de verla sonriendo luego de todo lo que paso el día anterior, pero por otra parte estaba asustada de volver a ver a Oliver.

Estaba comenzando a sentir como si me faltara el aire, mi corazón comenzó a latir con fuerza y tan solo bastaron unos segundos para que saliera corriendo de allí. Oliver sabia como descontrolar mi mente solo con una mirada, solo que no creí que lo volvería a ver.

Mi pasado con Oliver no era uno de los mejores, tuvimos nuestros momentos pero no puedo decir que todo fue de color rosa y que él regreso para que seamos felices por siempre.

Mis pies me llevaron al baño y al entrar solo apoye mis manos en el lavamanos y me quede mirando a mi reflejo, repitiendome una y otra vez que no debía tener miedo de Oliver, que él ya no podía controlar mi mente.

—Adrianne...él ya no puede controlar tu mente, tú eres mejor que él—susurraba para mi misma, intentando tranquilizarme.

Después de estar un rato repitiendo una y otra vez esas palabras salí del baño, lo que me encontré no fue nada bueno, pero no debía mostrarle mi miedo o eso le daría más ventaja.

—Oliver,es bueno volver a verte—comenté en un tono seco y mirando fijamente a su rostro con una expresión seria.

—Lo mismo digo, dulce caramelo—respondió Oliver con una sonrisa arrogante.

Al escuchar ese apodo sentí como si mi corazón dejara de latir. Mi mente me llevo al recuerdo de la fiesta, al lugar donde coincidí con el desconocido por primera ves.

—Dulce caramelo—susurre con mi mirada algo perdida.

—¿Estas bien, Adri? es como si hubieras visto un fantasma por un momento—dijo Oliver algo preocupado al ver a Adri de esa forma.

—Yo…debo irme, nos vemos en otro momento—dije en un tono bajo, comenzando a caminar hacia la salida de la escuela, intentando encontrar a alguno de mis amigos.

Todo el camino de Adri en busca de Paris se transformo en un inmenso bosque, su imaginación estaba jugando nuevamente con ella. Aun asi si mente este jugando con ella siguió corriendo, asustada como si estuviera siendo perseguida por algo o alguien.

A su alrededor habia un bosque inmenso, las hojas caían de los árboles. A lo lejos pudo divisar algo, era una especie de sombra pero todo eso termino cuando la jalaron del brazo, devolviendo a la rubia a la realidad.

—¡Adri!—gritó Paris a su lado y la abrazo con fuerza,sintiendo gran preocupación al ver a su hermana correr así,parecía fuera de si.

—Es como un juego...puede que no salgamos con vida—balbuseo la rubia y levanto la mirada hacia su hermana menor, negando con la cabeza.

—Necesitas descansar —murmuró Paris y lentamente comenzó a caminar hacia su primo quien esperaba a las hermanas del otro lado de la escuela.

En cuanto ambos llegaron al auto de León se sorprendieron al ver que este estaba marcado con pintura roja, en las puertas y en los vidrios habia un mensaje escrito.

 

“Este es mi juego”

Atte: B.P

 

Un escalofrío recorrió la espalda de la chica, tal vez su teoría de que sea Bellamy no estaba tan errada, y si realmente era su amigo, ella iba a ser quien terminara con su juego.

El camino a casa con León y mi hermana se me hizo corto, aunque no sabia si era porque el camino era corto o porque estuve en mis pensamientos.

Somos marionetas del juego de alguien, no sabia que tan tétrico podria llegar a ser o como iba a terminar todo, pero debía encontrar a la persona de las cartas o más bien descubrir quien era el desconocido que me vigilaba.

Nisiquiera me despedí de Paris y León, tan solo camine a mi habitación y me encerre en esta. Necesitaba estar sola y pensar. Di unos cuantos pasos a mi mesa de noche y allí pude apreciar un sobre de color negro con un listón azul. Tenia una palabra escrita con una hermosa letra de color dorado que decía “Anónimo”.

Sin dudar ni un segundo abrí la carta y comencé a leer.
 

El el país de las maravillas las pistas puedes encontrar. 
Mi mente cuerda no esta, pero bien se dice que las mejores personas locas están.
Las cintas perdidas debes encontrar, para revelar por fin la verdad.

Atte: Anónimo.

 

Mi expresión cambio a una de confusión. ¿País de las maravillas? ¿Mente no cuerda?, aquella tarde esas palabras divagaron por mi mente, dándole mil vueltas al acertijo hasta que me cansé y baje para buscar algo de comer.

Paré en seco al escuchar una voz conocida a la salida de la casa y me asome para poder ver quien era. Al ver a aquella chica pelirroja de ojos azules me sorprendí y me hizo preguntarme que hacia Freya con mi padre.

— Si abres la boca sobre algo de esto sabes lo que puede pasarte.— Kang miraba fijamente a Freya, su mirada era fría como siempre solía mantenerla y le paso un sobre de color negro con un listón azul

Me sorprendí al ver aquel sobre, ahora todo en mi cabeza estaba en duda, tal vez me habia equivocado de persona.

— No pienso decir nada señor Leombardi.— Freya le regalo una sonrisa y lentamente salió caminando de la mansión.

Aprete mi mandibula al ver como Freya se retiraba de la mansión, pero decidí no decir nada.

La noche cayó en Lookewood, con ello otra noche de insomnio. Nuevamente me encontraba mirando a la ventana y allí estaba el enmascarado, mirando hacia mi ventana fijamente. En un abrir y cerrar los ojos él desapareció de entre las sombras.

Di media vuelta y me fui a acostar a mi cama para intentar conciliar el sueño.



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En el texto hay: misterio, muertes, suspenso

Editado: 03.08.2020

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