School Of Wolves [w #1.5]

I: Faces I Don't Know

Mickey

Transilvania, 10 de Noviembre de 1568.

Me aliso la chaqueta azul del uniforme con un gruñido de fastidio. Que lata con mis padres para mandarme a ese lugar del diablo.

Deberían ser considerados herejes, ya que la educación es del demonio.

Es antinatural.

Es indeseable.

Sobretodo para mí.

Me paso la mano por el cabello y siento una leve presión en el hombro. Levanto la cabeza, y mi madre me mira con una expresión rígida en su tierno rostro.

No me malentiendan, yo amo a mi madre, pero no amo su idea de mandarme a este...lugar.

—Bienvenido al Institutul de creștere academică Inhumans Stain Pierre, su nuevo hogar por los siguientes siglos. —Nos dice un señor regordete vestido con traje y sombrero de copa, que nos espera a las puertas del inmenso castillo de piedras.

O como yo lo llamaría...La inmensa prisión de nuestro padecer eterno.

Suspiro y mi madre alza su ceja polveada y me adentra al castillo con un gruñido. —Mick, no empieces.

—Pero mamá...

—¡Mamá nada, Mickey! —Corta mi papá y yo me cruzo de brazos sin siquiera verlo. —Es nuestra última oportunidad, aprovecha que después de tanto, al fin te admitieron en este colegio.

Mi madre se agacha frente a mí, y desde aquí puedo ver sus hermosas mejillas sonrojadas, su cabello castaño está cubierto por una peluca rubia y espolvoreada, la cual está lo suficientemente alta que podría competir con las torres más altas de esta prisión; su vestido, de escote clásico y sublime, se abomba a sus lados cuando ella queda a mi altura. Su mirada es determinada y mata en seco, todas mis protestas sobre este bendito lugar.

¿Qué esta es nuestra última oportunidad aquí?

¿Acaso saben la presión que me están poniendo, siendo tan joven?

Vale, estoy siendo dramático; pero ese no es el punto. ¡Yo no quiero estar aquí!

—Mick, si queremos que tus hermanos también estudien aquí, debes mostrar el ejemplo...y por favor, no actúes como tu hermano Noir, que ya bastante problemas nos ha traído con su comportamiento exacerbado y egocéntrico. —La voz de mamá, es como un bálsamo para mis miedos, así como tambien una sentencia definitiva sobre lo que sería el futuro.

Bajo la cabeza y asiento sumiso ante la petición de mi madre, la cual me da un beso en la mejilla y me susurra un “te quiero” antes de que entre en las instalaciones del castillo.

Alejándome por un muy largo tiempo de mis padres.

De todo lo que amo.

De todo...lo que conozco.

Y esto, es algo que nunca aceptaré para mí, a pesar de que no me queda de otra.

Pero... saldré de aquí...pronto, SALDRÉ de aquí.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-
Entro a la habitación que me adjudicaron apenas entré al colegio, y lanzo mi maleta ante la primera cama individual que veo, la cual está cerca de la puerta.

Miro a mi derecha, y ahí veo otra cama, vestida de manera impecable y con una maleta a su lado, afirmándome de esta manera, que no estaré solo en este jodido lugar de mierda.

¡Oh sí, que alegría!

Ruedo los ojos con sarcasmo y me acerco a la maleta de mi compañero, la cual la montó encima de su cama para que no me estorbe, y me acerco a la mesa de noche que está al lado de la mía. Allí encuentro mi horario de estudios, así como un mapa de este jodido laberinto.

Me paso la mano por el cabello y verifico la hora de clases. ¡Maldita sea! ¡Solo me quedan veinte minutos!

Me paro en seco, analizando los pro y los contra de mi decisión sobre saltarme la clase, sin embargo, mi deber está por encima de mi rebeldía; por lo que decido darme la vuelta y salir por la puerta, camino a mi clase.
-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

Tardo más del tiempo debido cuando llego al salón, ya que una profesora con vestido de campesina de color azul claro y moño alto, ha empezado la clase.

Me escabullo y camino de puntillas, hasta llegar una mesa vacía, pero la voz de la señorita me detiene de mi obra.—¡Muy bonito jovencito! Aparte de que llegas tarde a la clase de control de telequinecia y control mental básico, ni siquiera tienes la decencia de presentarte. —Me giro sobre mis talones y saludo renuente a la señorita. —Yo...me perdí señorita...buenas a todos.

Me meto un puñetazo en las bolas mentalmente con mi asco de saludo.

¿Qué fue eso de “Buenas a todos”? ¿Acaso tengo algún transtorno mental que aún no han detectado o realmente me dejaron caer del acantilado de pequeño?

Bueno, de mucho...más pequeño.

La señorita se cruza de brazos y hace un gesto con la mano de que me pare a su lado.

Mi cara se pone de todos colores mientras niego con la cabeza frenéticamente, dado a que el pánico empieza a apoderarse de mí. —N-No...gracias, yo...estoy bien aquí.

Escucho la risas de mis compañeros, y siento como mi sangre abandona mi cara de golpe.

La señorita hace un amago con su mano y me eleva por el aire, hasta ponerme a su lado. —Esa no es forma de responderme, señorito. —Ella sonríe dulce y no puedo evitar sentirme más nervioso, al estar bajo el escrutinio de todos.

Bueno, no de todos.

Hay un chico, sentado al fondo del gran salón, que está demasiado enfocado en su libro, que en lo que está aconteciendo frente a sus narices.

¡Maldito estirado!

—Puedes empezar por presentarte como se debe. —Ella ve al mismo niño que yo, y truena sus dedos cerrando su libro de repente y golpeándole la nariz en el proceso. —Señorito Wood, en mi clase, no permitimos la lectura de otros textos que no sean los permitidos por mí...y cuando yo lo diga. ¿Estamos?

—Si, señorita Stanley. —El susurro sumiso del muchacho me hace rodar los ojos y bufo sin disimularlo. Él levanta la cabeza y me mira y es ahí donde noto que especie es.

Una de las que más detesto.




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