Se ama pero no se compra

Capítulo XI. Una noche agitada.

—¿Por qué tienes esa cara de velorio? —preguntó furioso mientras acomodaba por enésima vez su corbata azul—. Será mejor que sonrías un poco, de lo contrario espantarás a los potenciales clientes.

—Descuida papá —suspiró Hernán—, dejaré mi vida a un lado cuando se acerquen a saludar.

—Hoy es el gran día; por fin daremos ese salto que tanto tiempo hemos planeado.

—Creía que teníamos contratos de sobra.

—¿Estás bromeando? —preguntó fulminándolo con la mirada—. Solo firmas mediocres que nos mantienen alejados de las grandes ligas. ¡Necesitamos entrar en los negocios grandes!

—Solo pensé que teníamos suficiente dinero para asegurar el futuro de cuatro generaciones —sonrió.

—¿Hijo, que pasó con tu ambición? Además de tu pesimismo insoportable, ahora hablas como un conformista de poca monta —se exasperó mientras ajustaba más y más el nudo de su corbata—. Me temo que fue un error que entraras en esa Universidad….

—¿Qué quieres decir?

—Es obvio que tu cabeza está volando por motivos banales, en lugar de centrarse en lo que realmente importa.

—¿Acaso nunca te enamoraste?

—Ah, ya veo —sonrió mordaz—. Mujeres, es un problema de mujeres.

—Tuve una discusión con mi novia, sí.

—Pues déjame decirte algo y será mejor que lo grabes en lo profundo de tu corta mente: el único amor que debes profesar en esta vida es hacia los dólares; y el sentimiento que debe regir cada una de tus decisiones debe ser la avaricia, solo así serás un hombre digno de respetarse.

—Como digas —respondió con desdén

—Las mujeres solo te traerán dolores de cabeza y te sumirán en una depresión que no es buena para ningún negocio —sentenció—. No puedes confiar en ellas, son un arma de doble filo que exigen que seas exitoso pero luego no toleran las consecuencias.

—¿Por eso se fue mamá, cierto?

—Tu madre no tiene nada que ver aquí.

—Se aburrió de estar en un segundo plano, a la sombra de una empresa que no contempla la felicidad, ni siquiera como aditamento a una vida vacía.

—¿Cómo te atreves a hablarme de ese modo? —preguntó con el rostro desfigurado—. En casa hablaremos largo y tendido de tu falta total de respeto.

—Solo digo la verdad.

—Pues será mejor que no me hagas perder clientes esta noche o te aseguro que lo lamentarás en resto de tu vida —amenazó mientras bebía de un trago su copa de champagne.

—¿Vas a castigarme quitándome el teléfono celular? —se burló.

—Voy a desheredarte y aprenderás de la peor manera lo que es tenerlo todo y, de pronto, no tener ni para comer. ¡Desagradecido!

No era lo que habían imaginado. Mientras se vestían para hacer presencia en la gala anual de Harvin & Company, un evento que reunía a las grandes empresas comerciales con los principales publicistas del país, jamás cruzó por sus mentes tener una afrenta que pusiera en jaque no solo su negocio y aspiraciones futuras, sino, y sobre todo, una relación anclada en la superficialidad y en los silencios dolorosos que no hacían más que perpetuarse.

Era el peor momento para tener una discusión. Con los ejecutivos deambulando ansiosos por descubrir nuevos horizontes y oír propuestas que maximizaran sus beneficios, los Fuentes Marcol no podían darse el lujo de dejar pasar la oportunidad de sus vidas. Sin embargo, haciendo caso omiso de las palabras de su padre, con la mente puesta en cualquier otro sitio, Hernán redobló la apuesta de la rebeldía y se internó en la barra del gran salón, dejándose cautivar por los cocteles que lo ayudaban a pasar el mal trago.

—Me sirves un Martini, por favor —dijo una hermosa joven, enfundada en un largo vestido rojo, mientras sacaba de su cartera un pequeño espejo para constatar el maquillaje.

—¡Estás esplendida! —dijo Hernán elevando su vaso, en forma de brindis.

—Gracias —respondió seca.

—Y, dime una cosa ¿Estás aquí de motu propio o te arrastraron contra tu voluntad? —sonrió.

—Intuyo por lo desafortunado de tu comentario, que estás aquí acompañando a mami y papi.

—Lo dices como si fueras una mujer de negocios.

—De hecho soy la gerente comercial de Modiflyare y Asociados —dijo antes de beber su Martini de una vez.

—¿En serio?

Hernán no sabía dónde meterse. No solo había quedado como un tonto delante de una hermosa mujer sino que, para colmo, ostentaba un cargo preponderante en una de las firmas más grandes de moda femenina.

—No todos vivimos nuestra vida rascándonos el higo —respondió mordaz, guiñándole un ojo.

—Para tu información —carraspeó—, soy una de las mentes creativas detrás de Marcol Entertainment.

—Jamás oí de ella.

—¡Vamos! Somos líderes en la rama publicitaria —dijo acercándose despacio, manteniendo la mirada firme—; y estoy convencido de que ustedes incrementarían mucho las ventas si nos permitieran dirigir su próxima campaña.



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En el texto hay: jovenes, pasion, desamor

Editado: 02.08.2020

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