Se busca Novi@

Capítulo 5: El inicio del caos

Capítulo 5: El inicio del caos

Comenzamos a comer en silencio, por suerte Ian le da la comida a su hija y yo degusto mi sopa con calma. Aunque, ¿La calma dura poco no? Tengo mi teléfono sobre la mesa y un mensaje de WhatsApp ilumina la pantalla. Alcanzo a leerlo y eso hace que trague con algo de fuerza.

“El anuncio que me enviaste anoche fue puesto hoy. ¿Cómo le ha ido a tu amigo? No me dio tiempo a hablarte de esto en el trabajo”.

¿No han tomado una decisión que al inicio les parece buena, pero una vez que dan el paso les parece una completa locura? Pues así me siento yo en este momento. ¿QUÉ HE HECHO? Ian está enfermo si se entera ahora de que puse un anuncio con su número buscando pareja bien podría matarme. Si a eso le sumamos que llegué tarde a buscar a su hija de seguro me echará de la casa.

Analizo la situación, si está tan tranquilo es porque aún no se ha percatado de nada, así que como a la velocidad de la luz y me levanto de un salto. El hombre en cuestión sigue ocupado con Anna así que…

—¿Y tu teléfono Ian? —pregunto como quien no quiere la cosa.

—Está en mi mesita de noche, lo apagué esta mañana.

Ya veo, eso significa que me llamó desde el teléfono de su casa. Es el momento de jugar mis cartas.

—Ah ya, es que necesito tomar una información de ahí.

Él frunce el ceño.

—El último borrador que me enviaste, este… Borré el correo por error, así que solo necesito reenviarme el mensaje —continuo.

—Bueno, está bien, la clave es 190421.

—Entendido —respondo y voy hasta su habitación repitiendo la clave en mi cabeza. Abro la puerta con sigilo y mis ojos viajan hasta el móvil que está en la mesa de noche. Corro hacia este y lo tomo con manos temblorosas. Una vez que lo enciendo ingreso la clave y espero que se conecte a la red WiFi.

Ni siquiera tengo que esperar demasiado, los mensajes comienzan a inundar aquel aparato. SMS, WhatsApp’s y hasta textos por Telegram. La situación es más grave de lo que esperaba. Comienzo a borrar todo sin revisarlo, pero me tomo unos segundos de más en un tipo que envió un nude. Asiento varias veces al detallar su órgano reproductor como señal de aprobación, pero igual lo borro.

«Muy lanzado», pienso abrumada y a la vez arrepentida. «Hubiese guardado ese número para mí». Sigo con mi tarea de borrarlo todo hasta que escucho el sonido de la puerta abriéndose más de lo que estaba. Me senté en la cama de Ian, así que levanto la vista sorprendida ante su llegada. No sé ni porqué me sorprendo, después de todo es su casa.

—¿Listo? —inquiere apoyándose del marco de la puerta.

—No he terminado —respondo y suelto una sonrisa acompañada de una risita nerviosa. —Mmh… ¿Quieres un té o algo? Me tomaré la tarde para ayudarte en lo que pueda.

Ian me estudia con desconfianza.

—¿Hablas en serio?

—Sí, creo que no te conté que Mary me habló sobre la vez que me emborraché. Tú estuviste ahí para mí —digo y me levanto para acercarme a él. Meto su teléfono en mi bolsillo trasero y pongo mis manos en sus hombros, ante lo cual lo siento tensarse. Quizá no es tan ciego ante mis encantos después de todo —Este será mi modo de agradecerte.

—Estás extraña — suelta sin moverse, él mantiene sus ojos en mí por lo cual comienzo a sentirme nerviosa. ¿Ya dije que sus ojos son verdes? ¿De ese verde similar a un bello mar con arena clara?

—Solo quiero pagar favor con favor Ian.

Él traga saliva y yo me alejo para tomar aire.

—Está bien, prepara té.

Aguanto las ganas de reír al escuchar lo que dice. ¿Prepara té? Lo dijo tan rápido que bien podría ser un mensaje subliminal. Aunque no me detengo a pensarlo demasiado porque salgo de su alcoba a paso veloz. En la sala, le respondo el mensaje a Ana con lo siguiente:

C:“¿Cuánto durará el anuncio? Creo que a mi amigo no le agradó mucho la idea”.

A:“Se pagó para que esté por una semana”.

C: “¿No puede quitarse?”

A: “Creo que no, pero de todos modos preguntaré. Igual dile a tu amigo que no se cierre ante las posibilidades, sé que da algo de miedo, pero quizá conozca a alguien especial”.

¿Cómo le diré eso a Ian? Más bien ya me preparo para que me eche, ¿Debería ir empacando mis cosas? Técnicamente lo que hice fue buscarme más problemas, debía bastarme con no tener casa, estar en una relación complicada, endeudada, etc, etc, etc. Pero no, a Cateherin Josefina (no me gusta mi nombre por cierto), le encanta el caos.

Activo el modo silencio en el móvil de mi jefe e ingreso a la cocina dispuesta a preparar el té. Antes debo lavar los platos y arreglar un poco el desorden. Annalise está concentrada viendo videos en su Tablet y yo suelto un suspiro desganado al detallarla. Con su padre convaleciente seguro tendré que bañarla, peinarla y ayudarla con sus tareas. El solo pensar en eso me genera pánico porque creo que ya he dejado bastante claro que odio a los niños.



#19192 en Novela romántica
#12006 en Otros
#1894 en Humor

En el texto hay: familia, escritor, pareja

Editado: 05.11.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.