Se busca Novi@

Capítulo 6: Insinuaciones peligrosas

Capítulo 6: Insinuaciones peligrosas

Cuando busco a la pequeña Anna, no la veo por ninguna parte. Dejó su Tablet en el mueble reproduciendo videos de muñequitos de colores. Tomo aire implorando paciencia y la llamo varias veces. Busco en su habitación, en los baños, en el patio y cuando estoy por darme por vencida, la encuentro pegada a la pared de la cocina. Cuando adopta esa actitud, es porque hizo algo, así que sin andarme por las ramas le pregunto qué sucede.

—Me hice pupú —admite con la cabeza gacha.

—¿Te hiciste encima? —pregunto sin creerlo. Sus ojos se humedecen y su labio tiembla.

—No me dio tiempo de llegar.

Disimulo mi desagrado y me acerco a ella comprobando que el olor es terrible. Quién diría que siendo tan pequeña podría botar algo tan putrefacto. ¿Qué comió? Cielos, huele terrible. Quien quiera hablarme de la magia de ser padres que se metan sus palabras por la boca. ¡Por lo dioses!

—Vamos al baño, te limpiaré y luego te bañaré.

—Quiero a mi mamá —gimotea dejando que sus lágrimas caigan —¿Cuándo viene mi mamá? —replica dejándose conducir por mí hasta el baño.

—Tu mamá tardará un tiempo —respondo con sinceridad, ¿Es mejor la verdad aunque duela no? —Pero tienes a tu papá aquí.

—Papá se la pasa trabajando. 

No sé qué responder a aquello, de hecho, dejo de pensar cuando comienzo a quitarle el uniforme. Huele peor de lo que esperaba. La ayudo a sentarse en el retrete y una vez ahí procedo a bajar su pantie. Toda la caca cae en el agua y mi cara se contrae con asco. Bajo la palanca y cuando se pone de pie le limpio el trasero con papel higiénico. Mi boca está torcida y ruedo los ojos cuando mi dedo se ensucia de popó.

Me muerdo la lengua para no soltar una maldición. Es insólito que una niña que se defiende tan bien hablando se haya hecho encima. Pero bueno, ¿No podía ser perfecta no? Cuando termino aquella tarea infernal la ayudo a bañarse con agua tibia. Aun así, Annalise se queja alegando que le cayó shampoo en el ojo. Al inicio creo que tan solo está exagerando, pero caigo en cuenta de que decía la verdad cuando detallo sus ojos rojos.

«Diablos, cualquiera que lo viese desde afuera me acusaría de maltrato infantil».

—Solo fue un poco —suelto intentando restarle importancia. Cuando terminamos, cierro la ducha y le indico que me espere mientras busco su toalla. En resumen, fue toda una odisea limpiar a una niña y bañarla. No me veo haciendo esto todos los días. En serio que no, así que espero que Ian se recupere pronto. Tan solo por esto, debería ponerme en un pedestal. Ya ni debería pasar por su mente la idea de echarme. Dicen que si uno se embarra de mierda la suerte comenzará a sonreírle, ¿Será cierto? Porque embarrada quedé.

Si pensé que la tarea de baño era complicada, me quedé corta al momento de vestir a la niña. Tan solo la puse en la cama comenzó a pegar brincos y pasé como media hora intentando vestirla y peinarla. Annalise cantaba, bailaba e intentaba dar vueltas. Por suerte, luego de un rato se quedó dormida. No fue simple, me hizo contarle un cuento y yo comencé a divagar sobre anécdotas del trabajo. No se me ocurría qué más contar, pero al menos aquello cumplió su objetivo.

Solté un bostezo y recosté mi cabeza de la almohada. Aquella pequeña tenía una cama matrimonial para ella sola, así que me prometí que solo echaría una cabeceada, pero terminé dormida.

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Siento un dedo hundiéndose en mi brazo y abro los ojos con lentitud. Ian está de pie frente a mí, aunque tiene el cabello desordenado, se ve mucho mejor. Me froto los ojos y bostezo.

—¿Qué hora es? —murmuro con voz ronca.

—Son las 3:40 de la tarde. Ahora sí necesito mi teléfono Cateherin —demanda serio y comprendo que no puedo alargar lo inevitable.

—¿Podemos hablar afuera? —pregunto levantándome. Lo menos que quiero es que se despierte su hija luego de todo lo que me costó que se durmiera. Necesito algo de paz para lo que se viene.

El asiente y lo sigo hasta la sala. Ian cruza sus brazos y espera a que yo hable. Intento sonreír, pero la sonrisa no me sale. Estoy en problemas. Asiento con lentitud intentando ganar tiempo mientras pienso que decir, luego, humedezco mis labios nerviosa.

—Ian — digo —Mi querido jefe Ian.

Él entrecierra los ojos.

—¿Si sabes que no soy tu jefe verdad? Más bien se podría decir que soy tu cliente.

Niego.

—Si eres mi jefe, ¿Después de todo lo que me explotas aún te quedan dudas?

—Olvidas que tú también tendrás mérito de lo que logre.

Me pongo las manos en las caderas.

—Claro, mi nombre aparecerá en letras pequeñas en una página —replico.

—¿Esperas que te dedique una página entera? Si pienso añadirte en los agradecimientos.

Suelto un gruñido.

—Es lo mínimo que merezco tras tener que revisar un mismo borrador más de cinco veces.

—Te quejas demasiado ¿Sí sabías? Quizá deberías ir con alguien a ver si te ayudan con eso.



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En el texto hay: familia, escritor, pareja

Editado: 05.11.2021

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