Se Busca un Papá de Ensueños

Capitulo 6

En una soleada mañana de lunes, las oficinas de la empresa Drakos vibraban con el habitual bullicio de inicio de semana. Allí en otro departamento estaban, dos amigas y compañeras de trabajo, se encontraban en sus respectivos cubículos, lidiando con la montaña de tareas que les aguardaba. Sin embargo, esa mañana había un elemento adicional de tensión en el aire: el jefe, estaba de muy mal humor.

Lara, siempre observadora, notó el ceño fruncido del Daniela y las rápidas pisadas que resonaban en el pasillo. Se inclinó hacia Daniela, quien estaba a su lado, y susurró nerviosa:

—¿Te has dado cuenta del humor de nuestro jefe hoy?

Daniela levantó la vista de su ordenador y asintió con una ligera voz de complicidad.

—Sí, parece que alguien le quitó el café esta mañana —respondió Daniela con un tono de humor que apenas disfrazaba su propia inquietud.

Lara dejó escapar una risa suave y miró hacia la oficina del jefe, donde el señor Drakos estaba revisando unos documentos con expresión severa.

—O tal vez se lo derramó encima. ¿Viste cómo casi grita a Sabrina por llegar cinco minutos tarde? —continuó Lara, intentando ligero pese a la tensión.

Daniela suspiró, compartiendo la preocupación de su amiga.

—La verdad, espero que se calme pronto. Tengo que presentarle el reporte trimestral esta tarde.

Lara asintió con empatía, sabiendo bien lo difícil que podía ser enfrentarse al jefe cuando estaba de mal humor.

—¡Ay, suerte con eso! Yo tengo que pedirle autorización para un proyecto nuevo. Con ese humor, me da miedo acercarme.

Lara sonrió, tratando de aligerar la situación con su habitual optimismo.

—Bueno, al menos no estamos solas en esto. Podemos apoyarnos mutuamente. Si necesitas un aliado, aquí estoy. O mandamos a Valeria que esa si, no se queda callada con nadie.

Daniela sonrió, agradecida por el apoyo de su amiga. Y aquella idea.

—Gracias, Lara. Vamos a superar esto juntas. Solo espero que no explote antes de que termine el día. O como dices tu mandamos a tu amiga.

Justo en ese momento, el sonido de una voz seria y autoritaria interrumpió su conversación.

—¡Lara, Daniela! ¿Qué hacen ahí murmurando? ¡Vuelvan al trabajo! —exclamó el señor Drakos, su mirada severa y su tono de voz reflejando su impaciencia.

Las dos chicas se enderezaron inmediatamente, sintiéndose como estudiantes sorprendidas por su maestro en medio de una travesura.

—Sí, señor —respondieron al unísono, volviendo a sus tareas con una mezcla de nerviosismo y alivio de haber evitado una reprimenda más severa.

A medida que la jornada continuaba, ambas amigas siguieron trabajando con diligencia, conscientes de la presencia vigilante de su jefe. Pero también sabían que, pase lo que pase, podían contar con Valeria si salía algo mala, para afrontar el reto de ese día en la oficina.

Al rato decidieron mejor buscar a Valeria para que las ayudarás, porque no podían con el humor de su jefe hoy.

—Hola valeria, podemos hablar contigo, un momento necesitamos un gran favor, o si puede ayudarnos. —las dos compañeras unieron sus manos en ruego.

—Ahora que les pasa, porque quieren hablar conmigo.

—¿Te has dado cuenta del humor de nuestro jefe hoy?

—¡Pues no! Porque no trabajo en las oficinas principales, solo en el departamento de ventas o sea lejos de ustedes.

—Sí, lo sabemos. Pero tú tienes más carácter, bueno sabes llevar a un jefe ogro.

—Por Dios, Lara no tiene dominio propio, y tu Lara es tu jefe de inmediato. No yo menos Lara.

— Si, lo sabemos pero hoy no tengo animos que me vuelvan nada porque el jefe amaneció de mal humor hoy, y de eso perros. —dice Lara.

—Bueno está bien las voy a ayudar, pero solo hoy no puedo dejar mi puesto solo, por ustedes, pero por ayudar a la causa lo haré.

En el lujoso despacho de esquina, con vistas panorámicas de la ciudad, el señor Drakos, jefe de una importante empresa, se encontraba inmerso en sus pensamientos. La puerta se abrió suavemente y apareció su viejo amigo de Kiryl, Baró, con quien había compartido muchos momentos importantes a lo largo de su carrera.

—¡Drakos! ¡Cuánto tiempo sin verte! ¿Cómo te va, amigo? —Kiryl levantándose para darle un apretón de manos.

—¡Baró! Qué bueno verte. La verdad es que ha sido una semana agotadora. Pero no hay nada como un buen amigo para levantar el ánimo.

Ambos se sentaron en los cómodos sillones del despacho, y Drakos llamó a su secretaria por el intercomunicador.

—Lara, ¿puedes traer dos cafés, por favor?

—Claro, señor Drakos. Enseguida los llevo. —Lara miro a Daniela y le dice.

—Que bicho le pico, está de buenas.

—Bueno debe ser que la persona que está en la oficina sea alguien conocido. Y es mejor que lleves esos día café, antes que cambie de mal humor de nuevo.

—Si, es mejor.

Mientras esperaban los cafés, los dos amigos comenzaron a conversar sobre viejos tiempos y las complicaciones del negocio.




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