Se Vende

Olvidar durante un rato

— No me gusta— dice Sandy en voz alta para que él la oiga— no me gusta ni un pelo, oculta algo.

— Buenos días— entra Dave con una enorme sonrisa.

— Hoy tienes que ir a Sunbeach, hay una casa en la playa que van a poner en venta, a ver si esta vez eres más lista y no te la quitan— ignora a Dave— es ideal para los Thomson.

— Va a ir Dave— Sandy se atraganta con el café.

— ¿Estás loca? No lo conoces de nada, cómo puedes fiarte de él, es muy importante que consigas la exclusividad de la venta.

— Confío en él, he comprobado sus credenciales y todos sus clientes quedaron contentos con sus servicios.

— Ya te he dicho que no me gusta— se limpia la camisa.

— Creo que le ha quedado claro— interviene Dave.

— Tu no tienes que decir nada— Sandy se enfrenta a él furiosa— no eres trigo limpio.

— Pues yo sí tengo que decir, soy la que manda aquí, así que toma— le doy a Dave el dossier que Sandy ha preparado— ¿No querías contratar a alguien? Pues ya lo tenemos— le planto cara, ¡Que bien sienta!

— Nunca me equivoco, ya lo verás— se sienta en su escritorio y comienza a teclear el ordenador con tanta fuerza que parece que las teclas van a saltar.

— Conseguiré esa casa— dice Dave seguro— y le demostraré a tu preciosa secretaria lo bueno que soy en el trabajo— mira en dirección a Sandy que en cuanto escucha "preciosa secretaria" levanta la cabeza en un santiamén— y... en otras cosas— le guiña un ojo a Sandy.

— ¡Ja, niñato! Hay pocas cosas que tú me puedes enseñar, te estaré vigilando— señala sus ojos con dos dedos en forma de uve y luego a los de él.

Dave se ríe y le manda un beso con la mano a lo que ella contesta haciéndole un gesto con el dedo corazón muy poco elegante.

— Luego de conseguir la exclusividad— mira de reojo a Sandy que se carcajea— buscaré a ver si puedo conseguir otra casa, cuando termina la época de vacaciones algunos propietarios se replantean de vender o alquilar, la mayoría de las casas de Sunbeach son de segunda propiedad.

— Es una zona exclusiva, no te hagas muchas ilusiones— le palmeo la espalda.

— Mujer de poca fe, te he dicho que soy muy bueno en mi trabajo— toma su maletín y se marcha.

 

 

 

— Toma Chang— le doy el dinero del alquiler que habíamos acordado la semana antes.

— Hummmm— algo se está tramando en su mente— Mejor dos meses fianza— pone dos dedos delante de mi cara.

— Ya acordamos el otro día que sólo un mes— le encanta regatear.

— Cambiar de opinión— me dice tan pancho.

— Ya está firmado el contrato así que no hay nada más que hablar— se lo pongo delante de su cara y le señalo donde indica la fianza de un mes, estoy cogiéndole el tranquillo a esto de plantar cara.

— Tu y él engañar, siempre dos meses fianza, tú ya no gustar— se va mosqueado cuando ve que no puede convencerme.

Una cosa menos, pienso mientras me dirijo al despacho del señor Berden, el abogado de Nico y ahora también mío. Ahora viene la parte más difícil, firmar los papeles de la venta de mi piso, pensé que tendría más tiempo para hacerme a la idea, pero Leo y Sarah estan tan ilusionados que han arreglado todo rápidamente.

 

 

— Toma— Sarah me ofrece una gran cesta de frutas con una enorme botella de champagne en el centro cuando se despiden después de comprar el piso— para que la abras cuando encuentres tu hogar cómo hemos hecho nosotros.

Leo abraza a su mujer por los hombros y le da un beso en la coronilla.

— Gracias— digo con un nudo en la garganta emocionada por el detalle.

— Ya te llamaré para el baby shower— Sarah acaricia con cariño su incipiente barriga— me encantaría que vinieras.

Asiento aguantando las lágrimas, hoy estoy especialmente sensible, hoy es el día en que Nico cumplía años.

— Nos vemos pronto— se despiden.

Conduzco hasta la inmobiliaria aguantando el llanto, los recuerdos de Nico me inundan, siento que lo he decepcionado, él me dió algo que para él era lo más valioso que podía tener una persona, un sitio dónde vivir. Él nunca lo tuvo y ahora yo...

Aparco el coche rezando para que Sandy ya se haya marchado, por una vez tengo suerte y las luces del negocio están apagadas.
Entro y dejo el centro de frutas en el cuarto, la botella reluce bajo el fluorescente, no bebo alcohol, me sienta fatal, un sólo sorbo y me pongo roja cómo un tomate, dos y me pongo bastante contenta, con tres ya me cuesta hablar y con cuatro, no lo sé, nunca he tomado más, Nico nunca me dejó, siempre me estaba cuidando.

— Te hecho de menos hermano— las lágrimas ruedan por mis mejillas— Todo es mucho más difícil sin tí— quito la envoltura transparente y saco la botella— ¡Esta va por tí Nico!— el tapón de la botella sale disparado al techo y el líquido la desborda, para evitar que se siga derramando me la llevo a la boca, las burbujas me cosquillean en el paladar y en la garganta— ¡Qué feo está— dejo de beber y miro la botella— ¡Que más da!— vuelvo a beber de ella de un tirón, cuando paro llevo tres cuartos de la botella— ¡Bien por mí!— levanto la botella— ¿Quién anda ahí?— las luces de la inmobiliaria se encienden pegándome un susto de muerte.




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