— Mel, ¿Te queda mucho?— Dave golpea la puerta preocupado, he perdido la noción del tiempo llorando de la verguenza bajo el agua de la ducha, por mucho que froto, el agua cae por el desagüe mezclada con pintura— ¿Mel?— repite. Lo ignoro igual que he estado haciendo hasta ahora— ¿Mel o me dices algo o entro?— el pestillo está cerrado así que sigo bajo la ducha sin contestarle, no puedo enfrentarme a él ni a los que están fuera— ¡Voy a entrar!— ¿Qué? Me vuelvo al escuchar ruido en la cerradura, ¡Va a entrar de verdad!
— ¡No entres!— salgo de un salto de la ducha y me envuelvo en la toalla.
— ¿Vas a comportarte cómo una persona adulta y salir?— Sandy pasa dentro, miro por detrás de ella para ver si está Dave.
— ¡Lizzy, no!— escucho su voz desde el pasillo, por lo menos ha tenido la decencia de no pasar, el monstruito sí.
— ¿Qué te pasa? ¿Te has hecho daño?— pregunta mirándome apenada, anda, si parece preocupada por mí.
— Está bien, tan bien cómo puede estar siendo tan torpe, ¡Mira que caerse de culo en un cubo!— rueda los ojos, la niña intenta contener la risa.
— Claro, tú nunca te caerías porque ni te acercarte a ayudar.
— Me ofendes— se lleva teatralmente la mano al corazón— ¡Qué desagradecida eres!
— Lo es— dice Dave desde fuera.
— ¡Oye, tú!— le contesto.
— ¿Si estás bien, puedes salir ya? Tengo mucha hambre y los demás no quieren empezar sin ti— miro entre la pintura pegada en el reloj la hora, ¡Son las cuatro de la tarde!— cinco minutos, sólo cinco minutos— digo apurada.
— ¡Ufff! Cinco minutos de Mel, Lizzy, ve a decirle a Grace que empezamos sin ella— así que si le molestó que tardara el otro día, me sigue asombrando lo bien que miente.
Tardo seis minutos, no he corrido más en mi vida para estar lista, me temo que todavía tengo pintura en algunas zonas, pero por lo menos no son visibles, antes de llegar a la terraza donde vamos a comer, escucho las voces y las risas de mis autoinvitados.
— Ya sabéis, no se habla del incidente del cubo— ¿Cómo puede ser Dave tan delicado y a la vez tan falso?— Disfrutemos de la comida de Grace y luego a terminar el trabajo— sus palabras calman mis temores y atenúa mi verguenza, con una sonrisa me uno a ellos.
— Pintura terminada— Dave se seca el sudor de la frente, lleva toda la tarde sin parar, Bob se ha dedicado a la vivienda con Roberto, el primo de Cristina. Grace y Lizzy, sí, hoy la niña está desconocida, han recogido la cocina y han preparado para merendar una tarta de fresas que quita el hipo. Chus, la madre de Cristina ha tomado medidas de las cortinas y ropa de cama, entre las dos hemos escogido por internet la decoración de la inmobiliaria puesto que Dave y Bob no me han dejado acercarme a la pintura, se lo agradezco, la zona trasera de mi anatomía me duele bastante, no me extrañaría que tuviera unos cuantos moratones en ella.
— Es increíble, lo hemos terminado en un día— me agacho a recoger un cartón del suelo y una punzada de dolor me recorre una nalga.
— ¿Te pasa algo?— me llevo la mano a la zona para darme un masaje y aliviar el dolor.
— No es nada, el golpe de la caída— ¿Cómo me puedo ruborizar todavía al recordarlo?
— ¿Si quieres puedo darte un masaje?— me guiña un ojo sonriendo.
— No gracias— me ruborizo aún más— Estás tú muy gracioso hoy para no hablarme desde hace dos semanas.
— Grace me ha convencido de que deje de hacer el tonto contigo.
— No tienes que hacerle caso si no quieres— me pongo a la defensiva, ha venido por que se lo ha pedido doña perfecta, ya podría meterse en sus asuntos.
— Venga Mel, no quiero estar enfadado contigo.
— ¡Eres tú el que te enfadaste conmigo!
— No confiaste en mí, planeaste todo con Grace dejándome a un lado.
— Tenía que parecer real, si lo hubieras sabido podría haberse dado cuenta Jules.
— Sé fingir muy bien cuando es necesario— no lo pongo en duda— pero de tí, no me lo esperaba, me tragué que eras capaz de convivir con él con tal de quedarte con la casa.
— Debiste confiar en mí, pensaste lo peor antes de escucharme, ¿De verdad crees que me hubieras ido a vivir con Jules? ¿Un tío que vive de las mujeres y las utiliza cómo pañuelos desechables, usar y tirar?
— Quizás me precipité, debí dejar que te explicaras, lo siento— creo que de verdad lo siente pero sé que no confía en mí, al igual que yo en él.
— A los mejor tendría que habértelo dicho— quiero acabar con la discusión. Estoy pensando en que quizás debería decirle qué sé quién es y escuchar de sus labios la verdad, su verdad y terminar con esto— ¿Tengo algo en la cara?— me llevo la mano a la mejilla. ¿Por qué me mira de esa manera? Se inclina hacia mí con los labios entreabiertos, ¡No me irá a besar! Mi mente y mi cuerpo van en dirección contraria, una quiere ser razonable y el otro se excita. No puedo apartar la mirada de sus labios.
— En el pelo— se aparta con un mechón manchado de pintura crema entre sus dedos, no se porqué pero me excito más, debo estar intoxicada por los vapores de la pintura.
— Ah— me quedo sin saber qué decir, hubiera apostado que iba a besarme.
— Tengo que ir a por Lizzy, Grace y Bob deben de estar cansados de ella— lo dos se la han llevado a la fiesta de fin de verano mientras Dave terminaba— tengo que irme— acaricia el mechón de pelo sin marcharse, es cómo si le costara trabajo soltarlo, lo mira perdido en sus pensamientos— Adiós— lo suelta delicadamente y se va cabizbajo.
— ¿Cómo estoy?— me miro en el espejo de mi nuevo vestidor en el que ya están colocadas mis prendas y objetos personales— ¿No voy muy maquillada?— Sandy se ofreció a hacerlo y no me he atrevido a decirle que no.
— Estás perfecta, al igual que tus zapatos, tu traje...— contesta Grace por quinta vez— Todo va a salir bien.
— ¿Y si no viene nadie?— es uno de mis principales temores.