Se Vende

Lágrimas y más lágrimas

— ¿Por qué te hiciste pasar por otra persona?— me dirijo a Dave sin hacer caso a su madre, es lo único que me queda por descubrir.

— Lisa, puedes marcharte, ya has terminado tu cometido.

— Prefiero quedarme y saber porqué hiciste esa locura— cruza las piernas para ponerse cómoda.

— Quiero que te marches— dice con voz cortante— Esto es algo entre Mel y yo.

— ¡Dios mío! ¡Te gusta de verdad!— sonríe incrédula— Ella sólo quiere tu dinero, ¿No lo ves? No lo consiguió con su amigo y ahora te quiere echar el lazo a tí.

— Vete o te echo de aquí— se levanta Dave.

— Te arrepentirás— se levanta  ella también y se marcha dando un gran portazo. Permanecemos en silencio unos minutos, yo intentando no derrumbarme y abrir los grifos del torrente de lágrimas que aguanto y él sopesando lo que me va a decir.

— Por lo que fui allí no tiene ya importancia— rompe a hablar— quédate con lo que te dije, quería conocerte.

— Tengo que saberlo— cierro los ojos y suspiro para luego volver a abrirlos y mirarlo a los ojos.

— He cambiado de opinión después de conocerte, ahora sé que no eres lo que pensaba.

— La amante de Nico— el asiente con la cabeza azorado— Cómplice con él para robarte tu dinero— vuelve a asentir— ¿Qué más? Por qué sé que hay algo más— algo que sabe que me va a doler mucho y se refleja en la cara de culpabilidad con la que me mira.

— Podemos olvidarnos del por qué y empezar a conocernos esta vez de verdad— niego con la cabeza— Intenta comprender la situación en la que estaba— lo hago, pienso en su situación, su padre deja la herencia a un hermano desconocido, luego descubre que no es su hermano pero éste insiste en conocerlo y poco tiempo después muere dejando su herencia, la herencia de Dave a una desconocida— Fui a pedirte, más bien a obligarte a que me devolvieras el dinero que ahora sé que sólo tu amigo estafó a mi padre— ya está todo dicho, así apareció en mi vida, buscando venganza. ¿Puedo culparlo? No, yo y la mayoría de las personas habríamos hecho lo mismo—  pero me encontré a una frágil mujer rota por la muerte de su amigo que hizo darme cuenta de que estaba equivocado.

Me levanto con esfuerzo sintiendo que llevo todo el peso del mundo sobre los hombros. Tengo que salir de aquí, tengo que aguantar hasta quedarme a solas para dejar salir mi dolor.

—Mel— me sujeta con delicadeza y me vuelve hacia él— siento que hayas tenido que descubrir lo de tu amigo de esta manera— me estrecha entre sus brazos, estoy tan entumecida que me dejo, la calidez de su cuerpo me envuelve aumentando mis ganas de llorar, de compartir mi pena y mi dolor con él.

— Tengo que irme— me suelto de él bruscamente antes de caer en la tentación de sus brazos.

— Quédate, hablemos...— salgo a paso ligero del despacho— déjame por lo menos que te lleve a tu casa.

— No, gracias, ya he pedido un taxi— lo hago por una aplicación del celular.

— Mel...

— Necesito estar a solas— las lágrimas empiezan a brotar— necesito pensar— una tras otra caen calientes rodando por mí piel. Dave preocupado se acerca a mí con la intención de abrazarme otra vez y lo rehuyo— No puedo, no tú— lo dejo en el umbral de su maravillosa mansión.

 

 

 

— ¿Se encuentra bien, señora?— el taxista mira preocupado por el espejo retrovisor cómo no puedo parar de llorar.

— Estoy bien— me limpio las lágrimas aunque ellas han tomado el control y siguen brotando de mis ojos.

— ¿Mel? ¿Pero qué demonios te ha pasado?— Jules aparece nada más bajar del automóvil.

Lo esquivo y camino rápido hacia mi casa, quiero llegar a ella y desahogarme.

— ¿Es Dave, no?— me sigue— Aún no entiendo que tienes con él— otra vez se cuela en la casa detrás de mí— Ese tipo no merece tus lágrimas— sigo llorando sin ni siquiera darme cuenta— ¿Me vas a decir que te ha hecho?.

Me voy directamente a la cama, la destapo y me meto entre las frescas sábanas cubriéndome con ellas, enseguida mi pena contenida sale con un sollozo desgarrador que estremece mi cuerpo y mi alma, ¿Por qué me mentiste Nico? Éramos un equipo, no podíamos estar uno sin el otro, nos contábamos todo. Entre sollozo y sollozo escucho la puerta cerrarse, parece que Jules se ha cansado, poco a poco comienzo a calmarme y saco la cabeza de mi burbuja protectora.

— ¡Ahhhhh! ¡Joder, que susto Jules!— pego un grito al verlo en la puerta de la habitación observándome.

— Menos mal que ya has dejado de llorar ya pensaba que iba a tenerme que meterme dentro para consolarte— sale de la habitación— cómo no ha sido así tendré que seguir con el plan original— se escucha su voz desde lejos. Voy a levantarme cuando vuelve con una taza de café en la mano— Toma.

Lo agarro entre mis manos absorbiendo su calor y su exquisito olor, estoy temblando de frío así que en seguida tomo un gran sorbo, su sabor es amargo y dulce a la vez, está muy bueno.

— Mientras lo terminas, voy preparando el baño, ¿Templado o caliente?— estoy tan desganada que no le contesto— Yo prefiero el agua templada, por si me invitas a acompañarte.

— Caliente, muy caliente— contesto rápidamente para dejar claro que voy a bañarme sola.

— ¿Te estás insinuando?— me guiña el ojo.

— Si, te estoy insinuando que te vayas— no puedo evitar sonrojarme.

— Soy muy malo captando las indirectas— se va al baño.

— ¡No es una indirecta!— le grito alto para que me escuche por encima del ruido del agua.

— Hasta que no compruebe con estos ojitos— mueve los ojos a un lado y a otro— que estés bien, no me voy.

No le contesto, lo que estoy sintiendo en estos momentos no se quita de un día para otro, el dolor, la decepción, la desesperación pasaran, todo pasa, pero necesito tiempo y este elemento es capaz de estar molestándome en el proceso.

— ¿Por qué me estás ayudando? Nunca tendré nada contigo, eres lo que más odio en un hombre, mujeriego, vago, insoportable...




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