Se Vende

El señor Adams

— ¿Dónde te has metido Sandy?— cuelgo el teléfono mientras doy vueltas por el apartamento cómo una fiera enjaulada, llevo dos horas esperándola y no ha dado señales de vida, la he llamado al móvil, a su casa e incluso al trabajo, estoy preocupada, muy preocupada por ella, siempre es muy puntual. Tomo otra taza de café antes de irme, voy por la tercera ya, si me pinchan en estos momentos no sangro de lo nerviosa que estoy. Sin poder hacer nada más por ahora que esperar noticias suyas, me voy a trabajar, ya no soy la jefa, no puedo permitirme llegar tarde.

Salgo por la puerta del callejón para entrar por la puerta principal de la inmobiliaria ya que Dave me ha quitado la llave que comunica la casa con el negocio, cosa lógica, pero no evita que me moleste y me duela. Al girar me encuentro con un hombre desconocido hablando con Monique, por su forma de moverse parece estar molesto, intento recordar de si me olvidado de alguna cita de la agenda, pero no, hasta las nueve y media no tengo ninguna.

— Buenos días— los saludo con una sonrisa.

— Mel Roswod supongo— me mira por encima de sus gafas con sus ojos color miel.

— La misma— le tiendo la mano y la ignora.

— Llega tres minutos tarde, espero que no vuelva a suceder.

— ¿Y usted es?

— Kyle Adams, su jefe y ahora por favor, deme las llaves de la inmobiliaria, a partir de ahora yo me encargo— Debí haberme imaginado de que Dave no me iba a dejar al mando.

— Por supuesto— las saco del bolso— aquí tiene.

— ¿No hay más copias?

— No, ahí están todas— sonrío falsamente, no me interesa enemistarse con él.

— Esta misma mañana mandaré a cambiar las cerraduras— abre la puerta y la alarma empieza a sonar— ¿Contraseña?— dice impaciente.

— 123456YO— me mira incrédulo.

— Otra cosa a cambiar— murmura— ¿Cuál era tu oficina?— lo llevo a ella seguida de Monique— seguiréis con vuestra agenda hasta que yo analice la situación— escuadriña mi antigua oficina con mirada crítica, me parece que va haber más cambios— Esta tarde a las siete celebraré una reunión a la que todos los empleados deberan asistir, incluso los de la otra sucursal— vuelve a mi mente Sandy, en cuanto pueda deshacerme de él la llamaré otra vez.

— Siento interrumpirte Kyle, he quedado con una clienta a las nueve y media.

— Señor Adams— me mira con el ceño fruncido— Esta mañana la acompañaré para evaluarla— sonrío mientras lo maldigo por dentro.

 

 

— No es lo que esperaba— ésta es la tercera casa hoy que enseño a Frances Lovlin, una abogada recién divorciada bastante especial— los dormitorios son muy pequeños.

— Pero son cinco como querías.

— Y la cocina, es horrorosa— como me gustaría decirle que la horrorosa es ella, tendrá dinero pero clase y educación, cero.

— Podemos conseguir un descuento y podrás hacer la cocina a tu gusto— el señor Adams enarca una ceja, hasta el momento sólo ha estado observando sin decir nada.

— No quiero hacer ninguna obra, quiero entrar a vivir sin tener que hacer ningún arreglo— me temo que no voy a encontrar la casa que quiere, ¿Sin obras? Siempre hay que arreglar o sustituir algo.

— Señorita Lovlin— habla el señor Adams— la casa tiene lo que usted ha pedido, cinco dormitorios, cocina amueblada, gimnasio, está en la zona que deseaba y entra dentro de su presupuesto, si no es capaz de ver que es perfecta para usted me temo que no podemos ayudarla en este momento— ¿Qué?

— ¿Me está diciendo que no me va a enseñar más casas?— está igual de sorprendida que yo.

— Por supuesto que sí, pero usted es una mujer ocupada y yo también, arreglaremos una nueva cita y estaré encantado de ayudarla— se marcha— Señorita Roswod, tenemos trabajo que hacer— me llama desde la puerta, me quedo sin saber qué hacer, en la vida se me hubiera ocurrido tratar a un cliente así— ¿Señorita Roswod, viene?— lo obedezco, al fin y al cabo sólo soy una empleada— Señora Lovlin, Buenas tardes— la aludida sale dando un gran portazo que hace temblar las jambas— Siguiente cliente.

— Anulé la cita cuando vi que íbamos a tardar.

— Mal hecho— toma el camino de vuelta a "Tu sueño"— has perdido el tiempo enseñándole  casas a alguien que no sabía que es lo que quería y has dejado a un cliente desatendido, el cuál seguramente se habrá molestado y costará más tiempo de contentar, si no lo hemos perdido.

— Cuando nos contratan les explicamos que las citas pueden cambiar de día y de hora porque cuando estamos con un cliente tiene nuestra total dedicación.

— Eso, es una estupidez, a la gente le gusta la puntualidad en sus citas, es muy bonito de boca pero a la hora de la verdad a nadie le gusta tener que cambiar de planes y más si están pagando por ello, nosotros somos los que nos tenemos que adaptar a sus horarios. Fijamos un tiempo para cada cliente, si no les gusta o no están interesados en lo que les mostramos, los citamos para otro día, así atendemos a todos sin anular citas— asiento con la cabeza— La verdad es que no sé porqué tenéis tanta clientela.

Al llegar a la inmobiliaria veo a Monique atendiendo a una pareja y a varios futuros clientes esperando, me temo que no voy a poder llamar a Sandy.

— ¿A dónde vas?— me levanto después de terminar de atender a los clientes.

— Al baño, Señor Adams, ¿Tengo que pedirle permiso?— necesito saber de Sandy.

— ¿Y le hace falta el teléfono?— mira al aparato. Sin contestarle lo dejo en lo alto del escritorio que de momento compartimos— Tienes una hora para comer— se coloca su chaqueta para irse— a la vuelta seguiremos trabajando.

Al salir del aseo ya se ha marchado, tomo el teléfono y llamo a Sandy, no hay respuesta, cada vez estoy más preocupada, si no aparece en la reunión, en cuanto termine voy a su casa a buscarla. Sin ganas de comer, me voy a preparar el listado actualizado de clientes que me ha pedido mi pesadilla.

 

 

— ¡Estoy muerta!— Grace se tira en el pequeño sofá del despacho— ¿Por qué se me ocurriría cambiar los platos de la carta— la respuesta es fácil, está evitando a Bob desde el beso— ¿Vendrás a degustarlos, no? Todavía no conoces mi restaurante— no llegué a ir la otra vez aunque me compré el espectacular traje rojo.




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