— ¿Dónde está Sandy?— Dave entra en el apartamento con su llave.
— ¡No puedes entrar sin avisar!— le grita Grace desde la cocina levantando la espátula con la que ha estado dando la vuelta a las tortitas.
Podría acostumbrarme perfectamente a que me las preparara todos los días. ¿Quién me iba a decir que doña perfecta iba a ser mi amiga? Ha insistido en pasar la noche conmigo, incluso ha dormido en la misma cama para no dejarme sola, he dormido diez horas del tirón, lo necesitaba.
— Pues aquí estoy— le contesta malhumorado— ¿Dónde está Sandy?— vuelve a repetir dirigiéndose a mí.
— Ni idea— termino de comer la última tortita de vainilla y chocolate, no me caben más.
— Ayer me mandó un correo electrónico con su dimisión— de ahí las llamadas que me hizo.
— Qué bien— recojo el plato para llevarlo al lavavajillas y me intercepta.
— Quería hablar con ella, estoy seguro de que tuvo algo que ver en la estafa de Nico, revisando los informes he descubierto una foto de ella con él— así que sigue buscando información.
— Pues ponte a la cola, no sé dónde está.
— Tú debes saber dónde está— insiste.
— No, no lo sé— tomo las llaves.
— Si no me ayudas, mandaré a mis investigadores a buscarla— amenaza.
— Es tu dinero, puedes hacer lo que quieras con él— me pongo el abrigo— Vamos, Grace— ella se pone el suyo. Ya que Dave parece no quererse marchar, nos vamos nosotras, no pienso consentir que me estropee el fin de semana, tengo por fuerza que aguantarlo en el trabajo hasta que le pague lo que debo, fuera de él, no.
— Te arrepentirás si descubro que...— lo dejamos con la palabra en la boca cerrando la puerta.
Diez minutos antes de la hora de entrar a trabajar voy bajando a la inmobiliaria, por el camino diviso unas furgonetas con el nombre de Construcciones Butler descargando cajas, curiosa me aligero y veo en el jardín de la entrada varios operarios que están montando una estructura, dentro de la inmobiliaria puedo ver también gente trabajando. ¡Pues si que tenía razón Grace en que el piso está insonorizado, no he escuchado nada! Me fijo en unos papeles pegados en los cristales de la agencia, en ellos se indican que estará cerrada durante una semana y que serán atendidos en la otra oficina. ¿Cómo es que no me han avisado? ¡Las llamadas y mensajes de Dave! ¿Para que otra cosa me iba a llamar tan insistentemente?
Al llegar a la inmobiliaria, me emociono al ver la mesa de Sandy ocupada por otra persona, duele mucho que me haya abandonado cuando más la necesitaba, supongo que con el tiempo me acostumbraré, con un suspiro me dirijo a la oficina de mi jefe.
— Ha llegado tarde otra vez y se ha perdido la reunión matinal— teclea en el ordenador sin levantar la mirada.
—Lo siento, no he visto los mensajes hasta esta mañana.
— ¿Usted se toma en serio su trabajo?— levanta la mirada y yo se la mantengo furiosa, nadie va dudar de mi profesionalidad— Se marcha de la reunión antes de terminar, no atiende las llamadas de su superior ni recibe sus mensajes— mi pecho sube y baja conteniéndome las ganas de contestarle— ¿De verdad quiere cumplir el compromiso con el señor Butler o está haciendo tiempo para escapar como su secretaria?
— ¿Dave se lo ha contado?— sus palabras me caen como un chorro de agua fría dejándome helada.
— Él es mi amigo— ahora entiendo su actitud hacia mí— lo sé todo— su voz destila desprecio.
— No lo sabe, no...— me callo, no tengo porqué darle explicaciones— No se preocupe, voy a cumplir el acuerdo con Dave y no tengo la menor intención de huir, sólo espero que usted pueda separar lo que opina sobre mí, del trabajo.
— Usted no puede decirme lo que tengo que hacer o no— se levanta y recoge del suelo una enorme caja de cartón, sus musculados brazos se marcan en la chaqueta— tiene que repartirlos hoy— me da la caja,y mis brazos se estiran bajo el peso, ¿Qué tiene esta maldita caja, ladrillos? No puedo con ella, si no fuera por mi orgullo la dejaría en el suelo inmediatamente— dentro están las direcciones dónde quiero que reparta la publicidad.
— Tenemos un chico que reparte la publicidad— uno de los hijos de una amiga de... Sandy. ¡Joder, no quiero pensar en ella!
— Tenía, a partir de ahora lo hará usted, ¿Algo en contra que decir?— su sonrisa retadora hace que aguante la caja aunque no puedo más, siento como si fueran a descolgárseme los brazos.
— ¿Sólo ésta caja o alguna más?— le sonrío.
— De momento sólo esa— se queda con las ganas de que proteste— La quiero de vuelta en la oficina antes de cerrar.
— Aquí estaré sin falta— me doy la vuelta para salir y escucho un chasquido en las vértebras lumbares a la par que un calambre me recorre la nalga hasta el pie, desde que caí en el cubo de pintura tengo molestias en la zona, aguantando el dolor salgo de la oficina intentando no cojear.
Después de tres pastillas y cientos de maldiciones al señor Adams, llego a la inmobiliaria, antes de entrar me pongo derecha con gran dolor y paso al interior.
— ¿Cómo te ha ido el día?— me pregunta Monique.
— Bien— no le voy a decir que estoy agotada, no he parado en todo el día para terminar a tiempo.
— Se ha ido hace una hora— me dice al ver que voy a su oficina— Te ha dejado preparada dos cajas más de publicidad para mañana— son más grandes que la anterior.
— Supongo que quiere que las reparta todas mañana— las miro desanimada.
— Y ha mandado más a imprimir— me mira compadeciéndome— No entiendo porqué no estás atendiendo a tus clientes, muchos han preguntado por tí.
— Alguien tiene que hacerlo— encojo los hombros. Monique no es de mi confianza, tiene un no se qué, que no me gusta.
— Hasta mañana— se marcha a recoger sus cosas a la oficina sin hacer el menor intento por ayudarme. Me agacho e intento levantar la condenada caja sin conseguirlo ¿Cómo voy a moverla?
— Buenas noches— me dice Dave secamente.