Se Vende

El ratoncito Pérez

Randy juega feliz con su hermana por los cascotes que rodean la casa. Llevo unos días queriendo ir a ver cómo se encuentran pero hasta hoy no he podido, Cinthia siguiendo los consejos de Kyle, que por una vez coinciden con los míos, ha decidido no comprar, demasiado tiempo, dinero y trabajo para ella, motivo por el cuál esté más ocupada de lo que ya estoy, buscando sin cesar algo apropiado para ella.

En cuánto me ve saluda de lejos y se acerca corriendo con su sonrisa desdentada. Enseguida su madre y su hermana aparecen tras el.

— ¿Qué quieres?— pregunta desconfiada.

— El ratoncito Pérez ha dejado esto en mi casa para Randy y su hermana— al no saber su nombre puse los dulces en una bolsa azul y una rosa. La cara de alegría y agradecimiento de esos niños es lo más gratificante que he visto en mi vida.

— No quiero tu caridad— me dice entre dientes mientras va hacia ellos para quitarles las chuches.

— ¿Mamá, nos las podemos comer?— la niña mira a su madre suplicando con la mirada.

— No os la comáis todas de una vez, que luego os dolerá la tripa— acaricia el pelo de la pequeña— ¿Por qué no váis a buscar a Tom y a Lety para compartirlas?

— ¡No se lo van a creer! ¿Cómo sabe el ratoncito Pérez dónde vivimos ahora?— se van de la mano felices.

— Espero no volverte a ver por aquí más— dice en el instante en que no nos pueden oír, marchándose ágilmente a pesar de su hinchada barriga.

— Espera, por favor— al no hacerme caso tomo las bolsas que llevo y voy detrás de ella.

— ¡Te he dicho que no quiero tu caridad!— se para furiosa.

— Son sólo unas prendas y un poco de comida— hubiera querido traerles más cosas pero no puedo permitírmelo.

— No las quiero— su mirada no se aparta de las bolsas desmintiendo sus palabras.

— No son para tí, son para los niños.

— ¡Quieres quitármelos! ¡Trabajas para los servicios sociales!— se lleva la mano al vientre con gesto de dolor.

— Tranquila, no trabajo para ellos y no he venido a llevármelos, sólo pretendía ayudaros un poco.

— ¿Por qué iba a creerte? No nos conoces de nada— le acerco las bolsas— ¡No quiero limosna, sólo necesito un trabajo para poder vivir y poder alimentar a mis niños, ¿Tú puedes dármelo?

— No, pero podría...

— ¡Vete de aquí si no quieres que avise a los demás!— ¡Por Dios! ¿Cuánta gente vive ahí!

— De acuerdo, me voy— me largo dejando la comida y la ropa, está muy alterada y eso no es bueno ni para ella ni el bebé.

Desde el coche observo cómo la mujer va a la ruinosa casa con gesto de dolor dejando abandonados los suministros, ¡Es una insensata! ¡Va a dejar a sus hijos sin comer por su maldito orgullo! Decepcionada por su actitud decido irme cuando veo aparecer a un hombre y una mujer por las bolsas. Más tranquila, me marcho pensando en cómo ayudar a alguien que no quiere ser ayudado.

 

 

— Esto es lo que te queda por pagar— Dave me acerca el balance de los últimos meses de lo que he devuelto y lo que le debo, por mucho que logre ahorrar, me va a llevar muchos años pagarle.

— Está todo bien— lo leo desganada.

— En tres meses volveremos a reunirnos para ajustar las cuentas de nuevo— ¡Cómo si quiere hacerlo en un año! No va a haber una gran diferencia— ¿Algo más que quieras de lo que quieras hablar?

— Esto— pongo en la mesa la llave que me devolvió, he tenido que esperar casi dos meses para poder preguntarle en persona, ha estado ocupado con sus negocios y ha sido imposible contactar con él, más bien él no ha querido contestar mis llamadas ni responder a los mensajes.

— Es una llave— me mira serio.

— Eso ya lo sé. ¿Por qué me la has devuelto?— directa y al grano.

— Pensé que necesitarías una de repuesto, eres propensa a perder las cosas y no quería que me molestaras— ¿Por qué se pone a la defensiva?

— Ah, vale, gracias— me siento como una tonta, creí que esa llave significaba algo más.

— ¡Papá!— Lizzy entra con las lágrimas cayéndole por las mejillas— ¡Me prometiste que iba a ir a la fiesta de pijamas de Belinda!

— ¡Lizzy, tu padre está ocupado!— Monique sigue a la niña, apurada— Lo siento no he podido detenerla.

— Pequeña— la niña hace una mueca— Monique y yo no podemos aplazar el viaje, escogimos esa fecha para que no coincidiera con la fiesta, no es culpa nuestra de que se haya cambiado y caiga este fin de semana.

— ¡Es que Belinda se ha puesto enferma!— hace un puchero—¡Voy a ser la única de mi clase que no va a ir!— se le escapa un sollozo— ¿Y la abuela?

— La abuela, no— parece que todavía no ha perdonado a su madre. Hasta Lizzy se da cuenta de que por ese lado no puede insistir— Los tres lo pasaremos muy bien en el viaje— la cara de Monique es un poema, no le hace ninguna gracia cargar con la niña.

— Contrata a una niñera— sugiero. Lizzy me lanza una mirada de esas que si mataran ahora mismo estaría muerta y bien muerta en el suelo del despacho.

— Podrías ir tú con Lizzy a la fiesta— suelta la muy ladina de Monique.

— Me tengo que marchar— me levanto.

— ¿Tienes que hacer algo el fin de semana que viene?— ¡Mierda! Para que habré hablado.

— He quedado con Grace— sonrío nerviosa a Dave.

— Es una lástima, si pudieras no te cobraría el alquiler de este mes— eso es jugar sucio.

— De seis meses— por probar no pasa nada.

— Tres y te quedarás con las madres, ellas también hacen una fiesta de pijamas.

— Cuatro— no quiero pensar en la noche que voy a pasar con unas pijas elitistas y con Lizzy, oigo sus dientes rechinar.

— Trato hecho— estira su mano para sellar el pacto.

— Trato hecho— la estrecho con fuerza.

 

 

El paraguas no sirve para nada con la fuerte ventisca, la lluvia corre por los impermeables goteando por la apertura de la cara dejándonos empapados y sin ver dónde vamos, una fuerte racha de viento hace que   se escape de mi mano mojada desapareciendo en la desapacible noche.




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