Dos semanas antes
Nicolás
Me preparaba para ir, a lo que sería mi instituto nuevo, mi padre ha decidido cambiarme sin ningún motivo, estaba en el Sienna High School, pero me saco para ponerme en el West High School, me daba igual, pero el hecho de que no me haya preguntado, me molestaba. Me coloque un buzo negro, busque mis audífonos, porque no iba a escuchar las clases, ciertamente me daba igual lo que dijeran los maestros, salí del cuarto y me encamine a la cocina, no sin antes cerciorarme de que la habitación de al lado estuviera bien cerrada, nadie a excepción de mí, podía entrar a esa habitación.
Al bajar las escaleras, me quede observando como mi madre estaba terminando de servirnos el desayuno y como siempre me quede allí admirándola, mi madre era la mujer más hermosa de este mundo, era alta, delgada, su cabello de color castaño claro, sus ojos eran de un color gris verdosos y cuando sonreía, aumentaba aún más su belleza, no existe mujer en esta tierra que pudiera superarla...
—Te vas a quedar ahí viéndome en vez de venir a desayunar, se te hace tarde para ir a tu nuevo instituto Nicky— al escuchar la mención de ese apodo tan ridículo, blanqueé los ojos y me dirigí a sentarme en la mesa.
—Madre, te he dicho que no me gusta que me llames así— ella solo se comenzó a reír, le gustaba hacerme enojar— ya deja de reírte, lo único que ocasionas es que mis ganas de ir a ese nuevo "instituto" empeoren.
—Ay Nicky, sabes que te amo, pero ya deja a un lado tu negatividad, en este instituto se encuentra uno de los mejores maestros de literatura que hay— la mención de eso me hace fruncir el ceño, pero no digo nada, solo asiento y me dedico a devorar el desayuno - por cierto, le he dicho a William que te lleve y que te traiga, no quiero que te vengas caminando, queda un poco lejos y no acepto un no como respuesta, ahora comete todo y vete, que vas a llegar tarde— se acerca a donde yo estoy y me da un beso en la cabeza.
Yo solo asiento y sigo con mi tarea de acabarme todo el desayuno. Cuando ya he acabado todo, me despido de mi madre que se encuentra en su oficina hablando con su secretaria, después de darle un beso en la frente, salí y me dirigí al BMW X negro que se encontraba estacionado cerca de la puerta de salida.
—Buen día, joven Nicolás, ¿Cómo amaneció el día de hoy?, ¿Listo para su primer dio de clases a mitad del año? – me había olvidado comentar también que mi maravilloso padre, me inscribió en ese instituto a luego de cinco meses de haber comenzado las clases, sí cinco meses. Pareceré el chico raro que va a clases a mitad del año, sí ese seré yo.
—Que hay William, deja el formalismo, y sí estoy con todas las ganas de ir a mi primer día de clases a mitad del año, ¿Cómo te fue anoche?, ¿Conociste a alguien? - le pregunte sutilmente con una sonrisa de oreja a oreja.
—No, sabes que aún no me siento capaz de conocer a alguien, aunque ya hayan pasado 12 años, pero ya no hablemos de eso, vamos, sube al auto, si seguimos hablando vas a llegar tarde.
—Ay Willy Willy sabes que prefiero mil veces hablar de ti, que ir allá— él solo negó riéndose por como lo había llamado y entró al auto, yo lo seguí.
William es nuestro chofer desde hace aproximadamente diez años, él es como mi mejor amigo, no lo trato como tal, lo trato como mi amigo o como a un tío. Sasha, la esposa de William, falleció hace doce años, luego de una batalla de cuatro meses a causa del cáncer, desde ese día, algo en él murió con ella. Él no ha tenido una relación desde ella y lo entiendo, solo amas a una persona una vez en tu vida verdaderamente y él ciertamente ya lo hizo y ya no lo volverá a hacer, y no hay alguien que logre que él cambie eso. Yo lo apoyo, él sabe que cuenta conmigo para lo que sea, mi familia y yo lo tratamos como uno más de nosotros, es uno más de nosotros...
—Bueno joven Nicolás, llegamos— mis pensamientos se vieron interrumpidos por él y ni siquiera me di cuenta de que ya habíamos llegado a lo que a partir de hoy será mi nuevo instituto.