Seamos como la luna y el sol

Capítulo 4

Tyra

Al llegar a la biblioteca saludé a Marie, la bibliotecaria, como de costumbre y me dirigí a la mesa número tres, que era la única que estaba vacía, me senté y comencé a leer. Mientras leía la parte en la que Jen se enoja con todos y le dice sus verdades a Vivián, escuché como abrían la puerta y de inmediato se comenzaron a escuchar murmullos, alce la vista y vi a nadie más y nadie menos que a Smiths, me sentía rara al llamarlo por su apellido, pero que se podía hacer, no sabía cuál era su nombre.

Puedes preguntárselos, sabes, acércate y pregúntale. De paso le pides su número y lo invitas a salir

No seas absurda, es mejor así, además parece que quiere estar solo, veo como se dirige a la sección de libros de lingüística y literatura, ha de ser por lo de la tarea que nos dejó del maestro Adams, sin seguir pensando en eso, me pongo a seguir leyendo, hasta que escucho el timbre.

Recojo todo, me despido de Marie y voy a la salida, mi mamá no tarda en llegar, sí, a pesar de que tengo 17 años ella aún nos viene a recoger a mí y a mis hermanas, mi mamá era una de las mejores neurólogas de California, pero se retiró cuando se embarazó de mi segunda hermana, Isabella, lo hizo para poder pasar más tiempo con nosotras, aunque sé que a veces extraña su trabajo, pero ella dice que no lo extraña y que esta feliz de vernos crecer y estar presente en nuestros momentos más importantes.

Oye, acuérdate que hoy debes de quedarte dos horas

Mierda, cierto, debo de ir a las gradas de la cancha de Soccer, me había olvidado por completo, gracias, como debería llamarte, vamos a ponerte Martha.

Martha, me gusta, soy Martha

Bueno será mejor apresúrame o llegaré tarde a...

Mis pensamientos se ven interrumpidos porque me tropecé con alguien.

—Lo siento señorita, no fue mi intención, estaba distraído buscando a alguien— la voz preocupada proviene de un hombre de no más de 36 años, ha de medir unos 1,75 aproximadamente, cabello corto, ojos aguamarina, con una barba poco poblada.

—No se preocupe, andaba distraída— esboce una pequeña sonrisa-tenga un buen día señor...

—William, mi nombre es William, pero no me diga señor, me hace sentir viejo.

—William, señor William, mucho gusto.

Vamos tarde donde el profesor Adams

Cierto.

— Un placer conocerlo William, pero debo de irme, tenga una linda tarde— dicho esto me dirijo corriendo a la cancha de soccer.

Al llegar veo que ya están casi todos, pero no veo por ningún lado al profesor.

Te salvaste.

Me salvé.

Visualizo a mi quipo dinamita y voy donde ellos, Steve es el primero en darse cuenta de mi presencia.

—Ty, pensé que te habías olvidado, estaba a punto de llamarte.

—Sí, en efecto me había olvidado, pero Martha me hizo acuerdo.

Dijiste Martha

Dije Martha.

Por decir Martha, tenía cuatro pares de ojos mirándome, en espera de una explicación, que les iba a decir, que era mi conciencia. Virgen de los abdominales, ayúdame por favor.

Sí, diles eso, su reacción será digna de enmarcar.

—Eh, Martha es...

Como si la virgen de los abdominales me hubiese escuchado, la gloriosa voz del profesor hizo que me callara para poder escucharlo.

—Buenas tardes, chicos, veo que ya llegaron todos, ahora les voy a explicar por qué los cite aquí el día de hoy— todos dejaron de hablar y lo miraron atentamente, ya que es raro que haya hecho esto— la razón es muy sencilla y se trata de los proyectos finales.

—Por favor, que diga que no los vamos a dar— dijo Malcom en un tono suplicante.

—Mejor deja de decir estupideces— y hay estaba, la muy amable Eve.

—Este año, sus trabajos finales, los van a realizar en pareja, pero sus parejas van a ser escogidas por sorteo. Y si se estarán preguntando, sí absolutamente todos los proyectos, de todas las materias las van a realizar con su pareja respectiva.

El que haya dicho la palabra <<pareja>> y la frase <<escogidas por sorteo>> en la misma oración, solo hace que mi estrés aumente y mis ánimos de hacer este proyecto empeoren. Me gustaba trabajar sola, nunca en grupo, porque siempre había problemas y eso no traía nada bueno, la última vez que hice un trabajo en pareja salió mal, muy mal. Porque me toco con nada más y nada menos que con Maya.

<<Llevaba seis horas en la sala de arte trabajando en la maqueta y ella había estado haciendo una cosa en esas cinco horas y era, limarse las uñas, sin importarle nada, mientras yo trataba de que la torre no se cayera. Ella me repetía que no se iba a ensuciar su maravillosa manicura con bobadas. Mi paciencia ya se había agotado e hice lo que mejor sé hacer cuando me enojo.

—Ya me cansé de estar haciendo las cosas solas, no soy tu puta empleada Maya!.

—Ay querida, deberías relajarte, el estresarte solo te traerán arrugar a tu linda cara y nadie quiere arrugas.

—Oh por las buenas o por las malas Maya, tú decide.

—¿Me estás amenazando querida?

—Tómalo como te dé la gana.

—Elijo por las malas, me gustan los desafíos.

Listo había firmado su sentencia de muerte, así que cogí el tarro de pintura roja y se lo derrame en su lindo y cuidado cabello rubio.

—PERO QUE HICISTE ESTÚPIDA!!!!!— sus ojos me miraban con rabia, pero yo disfrute el momento.

— ¿Qué paso reina? Tú dijiste por las malas.

—PERO QUIEN TE CREE QUE ERES PARA VENIR A HACERME ESTO, TE VOY A MATAR.

—Ya me dio sueño escucharte, me tengo que ir "querida", suerte con sacarte la pintura roja de tu precioso cabello, aunque viéndolo bien, te queda de maravilla.

Apresuré el paso y salí de la sala con una sonrisa triunfante, escuchando a lo lejos sus gritos de loca desquiciada.>>




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