CAPITULO 30

Mientras tanto, Lucas buscaba desesperadamente a Sung. Fue a su habitación, pero no la encontró. Se dirigió a la recepción, con una expresión de preocupación en su rostro. "¿Sabe dónde se encuentra Sung?" preguntó Lucas, frunciendo el ceño. La recepcionista lo miró con una expresión de indiferencia, moviendo su cabeza de lado a lado, indicando un rotundo "no". Lucas agradeció con un gesto y se retiró, caminando por el jardín del hotel con paso rápido y pensativo.

De repente, se le cruzó la idea por su mente de que Sung podría estar en la playa. Su rostro se iluminó con una chispa de esperanza y se dirigió inmediatamente hacia la playa, sin imaginarse lo que se iba a encontrar. Su corazón latía con anticipación

Lucas se detuvo en seco al ver a Sung con Suk besándose apasionadamente en la playa. Su sonrisa se desvaneció en un instante, reemplazada por una expresión de dolor y decepción. Sabía que esto iba a pasar, pero no estaba preparado para verlo con sus propios ojos. Se sintió como si le hubieran golpeado el estómago.

Se dio la vuelta, sin querer ver más de la escena, y se retiró con paso lento y pesado. Su mente estaba llena de pensamientos confusos y su corazón latía con tristeza. Se sentía como si hubiera perdido algo valioso, algo que nunca podría recuperar.

Mientras se alejaba, podía sentir los ojos de Sung clavados en él, pero no se atrevió a mirar atrás. No quería ver la felicidad de Sung con Suk, no quería ver la realidad de que había perdido su oportunidad con ella.

Sung se separó de Suk, con una expresión de desconcierto y vergüenza en su rostro. Suk, confundido, la miró con ojos interrogantes. "¿Sucede algo, Sung?" preguntó, sin entender lo que estaba pasando.

Sung lo miró a los ojos, con una mezcla de tristeza y arrepentimiento. "Lo siento, Kim Jeon Suk. El beso no tuvo que haber pasado", dijo, su voz apenas audible.

Se alejó unos centímetros de él, con la cabeza gacha y las manos caídas a los lados. Suk se acercó a ella, tomó sus manos y la miró a los ojos, acariciando su mejilla con suavidad. "De qué hablas? Ambos nos gustamos, ambos queríamos este beso", dijo, con una sonrisa confiada.

Pero Sung movió la cabeza de lado a lado, con una expresión de pesar. "Fue un error, lo siento", repitió, antes de darse la vuelta y alejarse de él.

Suk se quedó solo, con una expresión de confusión y desconcierto. No entendía el repentino cambio de Sung, no entendía por qué se había alejado de él de esa manera. Se quedó allí, con sus pensamientos en blanco, sin saber qué hacer ni qué decir.

Sung caminó lentamente hasta su habitación, arrastrando los pies con la mirada perdida y triste. Su rostro reflejaba una mezcla de emociones: confusión, dolor y nostalgia. Se dejó llevar por el impulso del beso de Suk, pero en lo más profundo de su ser, los recuerdos de cuando Suk fingió ser otra persona en la escuela aún resonaban en su corazón.

Al llegar a su habitación, Sung cerró la puerta con cuidado y se recostó en la cama con gesto pensativo. A pesar de la herida que aún le dolía, su mente estaba ocupada procesando lo que acababa de suceder.

"Si tan solo pudiera dejar de sentir lo que siento por Suk... No quiero lastimarme a mí misma ni a Lucas", murmuró Sung para sí misma en un susurro cargado de anhelo y frustración.

Un suspiro escapó de sus labios mientras dirigía la mirada hacia el techo, perdida en sus pensamientos y dudas sobre qué camino tomar a continuación. En ese momento, un suave golpeteo en la puerta interrumpió su introspección.

"Adelante", dijo Sung con firmeza, preparándose para recibir a quienquiera que estuviera al otro lado. La puerta se abrió lentamente y reveló a su madre, quien entró con una expresión de preocupación y cariño en el rostro.

"¿Cómo te encuentras, hija?", preguntó su madre con voz suave y cálida, acercándose a Sung con ternura.

Sung levantó la vista para encontrarse con los ojos amorosos de su madre y forzó una sonrisa para tranquilizarla. "Me encuentro bien, mamá", respondió Sung con voz tranquila pero cargada de emociones contenidas.

La madre de Sung percibió de inmediato que algo perturbaba a su hija, a pesar de sus intentos por ocultarlo.

"¿Es por la herida? ¿Te duele?", preguntó la madre con voz preocupada, fijando sus ojos en los de Sung en busca de la verdad. Sung desvió la mirada por un instante, luchando internamente entre revelar sus verdaderos sentimientos o mantener la fachada.

"No te preocupes, mamá. Mi herida no duele", respondió Sung con una sonrisa forzada, tratando de tranquilizar a su madre y evitar preocuparla aún más.

La madre asintió con comprensión, pero antes de retirarse, Sung la detuvo con una pregunta inesperada que revelaba sus inquietudes más profundas.

"Mamá, ¿alguna vez estuviste atrapada entre el amor de dos hombres?", cuestionó Sung en un tono cargado de vulnerabilidad y curiosidad.

La madre se sorprendió por la pregunta, pero decidió sentarse nuevamente junto a su hija, suspirando antes de comenzar a compartir una parte desconocida de su pasado.

"Sí, cuando tenía tu edad, dos hombres luchaban por mi corazón. Estaba confundida, indecisa... sin saber a quién elegir. Eran completamente diferentes", confesó la madre con sinceridad, evocando recuerdos enterrados en lo más profundo de su ser.

Sung escuchaba atentamente cada palabra, absorbiendo la sabiduría y experiencia de su madre sobre el amor y las decisiones difíciles.

"¿Y cómo lograste elegir a uno si estabas tan confundida entre dos hombres?", preguntó Sung con un brillo de esperanza en sus ojos.

La madre sonrió con complicidad ante la pregunta de su hija y acarició su mejilla con ternura antes de responder con voz serena y sabia.

"Hija, aunque estaba confundida en ese momento, al final me di cuenta del hombre que realmente me merecía. Aquel que siempre estuvo presente para mí, que demostraba su dedicación y amor incondicional. El verdadero amor se siente en lo más profundo del corazón, no debemos dejarnos llevar por las apariencias o los deseos momentáneos", aconsejó la madre con sabiduría materna.