Había sido una buena mañana para Ada. Le había dado tiempo a desayunar, cosa que casi nunca pasaba.
El día era soleado, pero no muy caluroso, a diferencia de lo que había sido el resto de la semana. Parecía que iba a ser un buen día. Pero una cosa estaba clara, ya no sabía de qué esperarse desde que llegaron aquellos cuatro raritos.
Ada entró por la puerta principal del instituto. Era el mismo caos de siempre. Gente moviéndose de un lado a otro, hablando todos a la vez y para poder llegar a su taquilla tenía que dar un par de empujones. Lo típico.
La primera clase que le tocaba era educación física, sin duda ninguna, era una de las clases que odiaba, y al parecer también la de los cuatro chicos, ya que cuando tocaba deporte, aquellos cuatro se reunían como en una secta y hablaban como si se fueran a morir. Que exagerados.
Empezó la clase, y como siempre el profesor les hizo correr a los alumnos diez vueltas al campo. Ada y los demás empezaron a correr, pero siempre estaban los típicos tres chicos que se quedaban atrás: Erlik, Dajjal y Abaddón, ya que Samael utilizaba su poder de super velocidad para acabar las diez vueltas antes de chamuscarse bajo el sol.
–Nos quieren matar –decía Dajjal con la respiración jadeante mientras corría.
–Te juro que un día de estos te clavo una estaca –le contestó Abaddón que utilizaba todas sus fuerzas para no caer al suelo rendido.
Erlik hacia tiempo que se había rendido. Estaba con las piernas levemente flexionadas y las manos apoyadas en sus rodillas mientras intentaba calmar su respiración. Ada, la cual ya iba por la sexta vuelta, pasó por el lado de Erlik.
–Anda, no me seas flojo y sigue corriendo –ella continuó corriendo, pero él no movió ni un solo músculo, necesitaba un descanso, un gran descanso. Miró a Ada, su pelo moviéndose de lado a lado mientras corría, por un momento su mirada se desvió a una zona que se encontraba un poco más abajo de su cadera pero la desvió de inmediato al darse cuenta de lo que estaba haciendo. Sus amigos ya lo habían avanzado bastante y él sentía como su piel se empezaba a quemar, miró al profesor, estaba distraído a si que aprovechó para irse con Samael, el cual había sido el primero en acabar, y el cual ahora se encontraba descansando bajo la sombra de un árbol.
– ¿Que tal, tío? –Le preguntó su amigo cuando Erlik se sentó a su lado.
–Fatal, si sigo así algún día de estos voy a terminar hecho pollo frito.
–Bueno, piensa en la parte positiva, a todo el mundo le gusta el pollo frito, tal vez así le gustes a Ada.
–Ninguna gracia Samael, te lo estoy diciendo enserio.
–A no ser que Ada sea vegana, claro –prosiguió Samael.
–Vale, olvidemos ya lo del pollo frito.
–Pero cuando te conviertas en pollo frito ¿Prefieres que te comamos con ketchup o mayonesa?
–Samael déjalo ya.
– ¿Eso quiere decir que prefieres sin salsa?
–Sabes que, prefiero seguir corriendo a quedarme aquí y seguir escuchándote.
Y así lo hizo, se levantó perezosamente y volvió hacia el campo, aunque no consiguió correr las diez vueltas hizo un par más, después de eso el profesor les tenía preparado un circuito. Erlik miró a sus amigos, no parecían estar tan mal como él, sentía como si en cualquier momento se fuera a desmayar.
–Bien, ahora os tengo preparado un circuito –empezó a hablar el profesor –tendréis que correr hasta ese árbol –señaló al árbol. No estaba muy lejos, pero aún así sería una tortura para Erlik –luego ir hacia aquellos conos, rodearlos, ir hasta el siguiente árbol –lo señaló –y volver, bastante fácil ¿Verdad?
Erlik sintió como alguien le tocaba el hombro, miró hacia atrás y vio la cara de su amigo Abaddón.
–Oye ¿Estás bien? Estás más pálido de lo que ya eres, no sabía que eso era posible.
–Si, solo estoy un poco... –miró a su alrededor, vio como habían alumnos que ya estaban haciendo el circuito –un poco mareado –volvió a mirar a su amigo.
– ¿Quieres que se lo digamos al profesor?
–No, no, ya se me pasará, de verdad.
Samael hizo el circuito, luego Dajjal, tiró un par de conos pero aún así logró hacer todo el circuito, después lo hizo Abaddón, lo hizo bastante lento pero de todas formas acabó el circuito sin problemas, cuando era el turno de Erlik, sus amigos lo miraban con preocupación, sobre todo Abaddón.
Empezó a correr, ni siquiera notaba las piernas, llegó hasta el árbol, empezó a correr en dirección a los conos, pero ni siquiera llegó, antes de lograr rodear los conos se desmayó.
–No sabía ni siquiera que los vampiros se pudieran desmayar –le susurró Dajjal a Abaddón.
Samael corrió hacia su amigo, detrás de él lo seguían Dajjal, Abaddón, Ada, el profesor y un par de alumnos más.
–Oye, tío –Samael lo empezó a sacudir por el hombro –Erlik, vamos tío, despierta –el profesor apartó delicadamente a Samael de su amigo.
–No está muerto, tranquilo –le dijo Abaddón a Samael el cual parecía que iba a empezar a llorar en cualquier momento.
–¿Como lo...?
– ¿Te recuerdo que somos inmortales? –Le interrumpió Abaddón, susurrándole en la oreja para que nadie lo escuchara.
Ada empezó a abanicar a Erlik con la agenda del profesor mientras él iba en busca de agua para el pobre alumno que se había desmayado. Pocos minutos después parecía que Erlik empezaba a abrir los ojos.
–Hey, gente, creo que se está despertando –avisó Ada a los demás.
Sus tres amigos se acercaron a él para ver cómo estaba.
– ¿Erlik? –Lo volvió a sacudir Samael por el hombro.
Erlik abrió los ojos y miró a su alrededor, parecía estar bastante confundido, no sabía porque estaba tumbado en el suelo mientras sus amigos lo miraban preocupados y Ada lo abanicaba con una libreta.
–Por fin despiertas chaval, nos has preocupado a todos –le dijo medio enfadada, Ada.
– ¿Te he preocupado? –contestó él mientras le dedicaba una sonrisa pícara.
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Editado: 25.08.2021