Secret Vampires

5- 'Sospechosa oscuridad'

Aquel día parecía ser normal, demasiado normal de lo habitual. Ada empezó el día con la asignatura de física y química, cosa que le aburría, pero no se le daba mal. Luego tocó matemáticas. A la hora del descanso ella se dirigió hacia el baño, desde aquel momento todo se volvió negro, como una profunda oscuridad, no recordaba nada, solo recordaba haber entrado al baño y pocos minutos después salir de él, pero lo que haya hecho dentro, no lo recordaba, como si nunca hubiera entrado. Aún así, ella no le dio mucha importancia y se dirigió a su siguiente clase con suma tranquilidad.

En la clase de educación física, los cuatro chicos de siempre se comportaron igual de extraño como de normal, Erlik, esta vez no se desmayó, cosa que agradeció Ada, aunque tampoco le molestó cuando la otra vez ellos dos se quedaron solos en clase. Se dio cuenta de que era un chico bastante divertido, con opiniones interesantes y anécdotas sorprendentes.

A la hora de comer, Ada tuvo que dejar unas libretas en su taquilla. Puso el código y la abrió.

Notó una mano en su hombro, cuando se giró para ver quién era, vio la cara de Abaddón, el cual tenía una expresión extraña y miraba fijamente su brazo, ella instantáneamente también lo miró, dándose cuenta que también tenía aquella extraña mordida. Miró asustada a Abaddón. Él seguía mirando la mordida.

— ¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo?  —preguntó él sin despegar la mirada de su brazo.

Ada acarició la mordida con la yema de sus dedos, asegurándose así de que no dolía, y que la sangre que estaba en la mordida, estaba ya seca.

—Yo… No lo recuerdo.

— ¿No lo recuerdas? ¿Cómo no vas a recordarlo?

—Abaddón, te juro que no lo recuerdo, solo recuerdo haber ido al baño, luego todo se vuelve negro —explica Ada.

En el comedor, Ada sin pensarlo dos veces, se sentó con los raritos. Ella tenía una leve sospecha de que ellos sabían cosas, que tenían información de más sobre aquellas sospechosas mordidas.

Cuando se sentó en una silla que quedaba al lado de Samael, todos la miraron raro.

Abaddón, que tenía el poder de leer mentes, pudo leer la de sus amigos, que se preguntaban por qué aquella chica de pelo pelirrojo se había sentado con ellos, y ella esperaba obtener información de las mordidas.

— Emm… ¿Qué haces? —preguntó Dajjal.

—Ada, deja de molestar y vete a tu mesa —dijo seriamente Erlik. A Ada le molestó el tono de voz que él acababa de utilizar con ella.

—Erlik, deja que se quede —intervino Abbadón.

— Sé que sabéis algo de las mordidas —dijo Ada mientras miraba fijamente a Erlik, como si él fuera el culpable de todo.

—Pues sabes mal —le contestó Erlik, mirándola de forma desafiante.

Abaddón miró a Ada, leyó sus pensamientos e intentó no reírse al descubrir que ella estaba insultando mentalmente a Erlik.

—Bueno, algo sabemos… —dijo de repente Dajjal, Erlik le dio un codazo disimulado haciéndolo callar instantáneamente.

Samael miraba a sus amigos con las cejas fruncidas.

—Ada, creo que es momento de que te vayas ya —dijo él. Los demás se callaron, miraron a Ada esperando una respuesta de su parte, ella se levantó de la silla avergonzada. Al pasar por el lado de Erlik se detuvo.

—Tenemos que acabar el trabajo, te espero en la cafetería a las cuatro —y sin decir nada más, se marchó, dejando así a Erlik con una extraña sensación en el pecho, una mala. De repente él se sintió mal por haberle hablado de esa forma a Ada.

La última clase del día se hizo bastante larga, Ada estuvo a nada de dormirse y Erik la miraba disimuladamente.

A las cuatro, como habían planeado, Ada y Erlik se encontraron en la cafetería, sin decir nada, se dirigieron hacia una mesa vacía que se encontraba en en rincón de la cafetería, ellos dos se sentaron uno en frente del otro. Ada, silenciosamente, empezó a sacar el portátil y los folios de su mochila, de mientras él se encontraba cabizbajo jugando de forma nerviosa con los dedos de sus manos.

—Nos queda poco para acabar —dijo Ada con el mismo tono que había utilizado Erlik horas atrás con ella. Sin mirarlo, empezó a escribir algo en uno de los papeles.

—Oye —puso su mano encima de la de ella deteniendo así lo que estaba escribiendo —lo siento ¿Vale?

—Vale —volvió a decir seriamente ella, sin mirarlo.

—Se que he sido un idiota…

—Erlik —le interrumpió ella —solo quiero acabar el trabajo, no quiero explicaciones.

—Prometo no volver ha hablarte así —siguió insistiendo Erlik. Consiguió que Ada le mirara, él le sonrió y sorprendentemente ella también le sonrió.

— ¿Puedo preguntarte por las…?

—¿Mordidas? —Erlik terminó la pregunta por ella. Ada asintió —lo siento, pero no puedo contar nada.

— ¿Pero eso significa que sabéis cosas?

—No te voy a mentir, sí, sabemos cosas.




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