Sophie se quedó paralizada en el sofá, sujetando el documento con ambas manos como una granada a punto de estallar. El nombre de James destacaba en él, como un puñetazo amortiguado en su pecho. Le resultaba demasiado familiar, tanto que quería romper el papel.
Se quedó mirando las palabras del documento, las descripciones de las joyas casi como si estuvieran copiadas de una pesadilla de su pasado. Era como si se hubiera reproducido el día en que sus padres quebraron, el desastre que destrozó su mundo. Y ahora, todo estaba relacionado con James. Era tan casual, tan casual que daban ganas de reír.
──Línea, James Blake, tienes un largo alcance.
Tenía la cara blanca como la pintura de una pared y el corazón le latía tan rápido como si acabara de correr una maratón. Respiró hondo y trató de calmar su cerebro, pero obviamente fracasó. Incluso empezó a preguntarse si había perdido el control de sí misma y el propósito de la investigación había pasado de ser «por el bien de mi carrera» a una especie de obsesión tácita.
Su teléfono móvil tembló de repente. Apareció el mensaje de Emily: «Sophie, ¿qué te pasa últimamente? Si no me lo dices, iré a tu puerta».
Se quedó mirando la pantalla unos segundos y pulsó el botón de apagado. No podía dejar que Emily se involucrara, la amistad era suficiente para ella. Pero también sabía que Emily siempre tenía una forma de obligarla a hablar.
──Cálmate, Sophie. Has jurado no dejar que este lío te arruine.
Pero cuando pensó en James, su mente volvió a divagar. Ese hombre... el carisma es como el veneno en una botella, es calmante al primer contacto, pero lo suficientemente fuerte como para enviarte de cabeza al abismo.
──No volverás a dejarte engañar por él, ¿verdad? dijo burlonamente la voz en el fondo de su mente.
Le vino a la mente el recuerdo de aquella fastuosa cena. Él la había mirado y le había dicho: «Tienes mucho potencial, Sophie. Puedo ayudarte, si estás dispuesta a colaborar».
──¿Colaborar? ¿Qué es esto? ¿Comerciar con mi pasado?
Sus pensamientos se interrumpieron cuando sonó el timbre. Se dirigió a la puerta y la abrió, era Emily.
──¿No podías haber llegado cinco minutos tarde?
Emily entró con cara de «sabía que tenías un problema». Mira los papeles de su mesa y frunce las cejas.
──¿Estás en otro alboroto autodestructivo?
Sophie suspira y mira al suelo. No había forma de que pudiera mentirle a Emily, sobre todo en un momento así.
──He descubierto algo ...... extraño. Algo sobre el negocio de joyas de James. Posiblemente, algo relacionado con lo que les pasó a mis padres.
Los ojos de Emily se abrieron de par en par y su voz se alzó un segundo: «Estás de broma, ¿verdad? ¿Ese James?».
Sophie asintió: «No estoy segura, pero las descripciones de las joyas son muy parecidas. Tanto que me duele el estómago».
Emily la agarró por los hombros: «Mira, Sophie. Sé que estás intentando darte la vuelta, pero si eliges a la persona equivocada, habrá consecuencias ......»
Sophie levantó la mano para interrumpirla, «Sé lo que intentas decir, pero Emily, ésta podría ser la única oportunidad. No puedo dejarlo pasar».
El aire se congeló durante unos segundos. La expresión de Emily cambió de enfado a decepción antes de suspirar: «Bien. De todas formas no me habrías hecho caso».
Sophie se rió, con una sonrisa un poco forzada: «Eso es lo que te gusta de mí, ¿no?».
Emily la fulminó con la mirada: «Claro que sí».
Sophie vio salir a Emily y volvió a cerrar la puerta, regresando a la pila de papeles. Levantó los papeles y el nombre de James volvió a aparecer.
──Esta vez no voy a echarme atrás. Cueste lo que cueste.
Pero sabía de corazón que James nunca libraba una batalla sin estar preparado, y ella, por su parte, podría ser presa ahora.